Cómo fue la llegada de El Padrino a Chile a 40 años de su estreno en EEUU

<P>El jueves se reestrena en Chile el clásico que Coppola hizo en 1972.</P>




Desde hace ya varias semanas diversos medios lo han venido destacando : a partir del 8 de marzo se exhibirá una copia digital de El padrino (1972), el oscarizado filme de mafiosos que ganó fama mundial a Francis Ford Coppola. Incorrectamente, sin embargo, se ha celebrado el regreso de tamaño clásico "a 40 años de su estreno" en el país. No hay tal.

El 24 de marzo de 1972, efectivamente, se estrenó en EEUU esta adaptación del bestseller homónimo de Mario Puzo, taquillazo de proporciones y fenómeno cultural asociado invariablemente a Marlon Brando, quien fundió su nombre y su figura con la de Don Corleone. Seis meses más tarde, en septiembre, la cinta haría lo propio en Argentina y después en Perú, antes de recibir las estatuillas a Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Guion Adaptado, en 1973.

Sin embargo, el acontecimiento fílmico tardaría dos años en llegar a las salas chilenas. Fue, más bien, por una contingencia propia del período que vivía el país, y que dejó temporalmente fuera de la cartelera local a este y a la totalidad de los filmes licenciados por las majors hollywoodenses. Pero eso no fue obstáculo para que la aparición de El padrino, así como la de Cabaret (1972), generaran "enormes expectativas" en la cinefilia local, según recuerda hoy el crítico Héctor Soto. Y para que, en algunos casos, se buscaran vías alternativas de visionado.

Sin Hollywood

Todo comenzó el 1 de julio de 1971, día en que las compañías estadounidenses con sede en Santiago (entre ellas, Metro, Columbia, Fox y United Artists) anunciaron la suspensión de la importación de películas de sus casas matrices. Las majors, que en años recientes habían retirado material de Argentina, Uruguay y Colombia, daban argumentos del mismo orden en Chile, donde sus filmes copaban el 70% del mercado. Las cintas de los grandes estudios de Hollywood, así como de directores europeos consagrados que estos distribuían internacionalmente (Fellini, Bergman), abandonaban así los circuitos locales.

Las negociaciones entre las subsidiarias y el gobierno de Salvador Allende resultaron infructuosas y las siete filiales estadounidenses pasaron de tener 225 películas en cartelera en 1970 a 40 en 1971, y a cero en 1972 y 1973. En sentido inverso, la distribuidora creada en 1971 por Chile Films importó 25 largometrajes en 1971 para pasar a 154 en 1972 y a 220 en 1973, llegando a copar el 73% del mercado con cintas independientes de EEUU, así como filmes "de alto valor cultural y artístico" con énfasis en la producción de Europa del Este. Distribuidores independientes traían cintas de prestigio como Sacco y Vanzetti, las que no llenaban el vacío que se generó en tiempos en que no había, como hoy, opciones alternativas de visionado. Aunque, de hecho, las hubo.

"El cine de Hollywood sigue siendo el favorito del grueso del público 'aquí y en la quebrada del ají'", señalaba el 6 de mayo del 73 una nota de la Revista del Domingo acerca del cine ausente de la cartelera, donde naturalmente se destacaba el caso de El padrino. Tres semanas después, el suplemento mercurial publicaba una carta de Raúl Pérez Arias, cinéfilo radicado en Arica, quien reportaba que la cercanía de la ciudad peruana de Tacna -52 km- le había permitido ver cintas como Cabaret, Contacto en Francia y El conformista, siendo los únicos requisitos tener un salvoconducto al día para circular en territorio peruano y contar con la moneda vecina, el sol. De ahí que haya podido ver sin problemas el filme de Coppola.

Pero había más, como señala la carta: "Con El padrino la cosa adquirió ribetes pintorescos. Se publicitó en el matutino ariqueño Concordia a todo el ancho de la página y una agencia de turismo ofreció un día en Tacna incluyendo viaje de ida y vuelta, onces y la exhibición del atrayente filme". Miles de ariqueños, señala el lector, ya la habían visto.

En Santiago no podía darse la misma situación, aunque no faltan hoy quienes dan crédito a una historia casi tan pintoresca como la anterior: que hubo capitalinos que se desplazaron hasta Mendoza para seguir los pasos de los Corleone. Eso sí, para el crítico Antonio Martínez, el "viajar al extranjero para ver una película del gran Hollywood y basada en un bestseller, no era una ocurrencia extendida y general. Más bien era siutiquería y desviación política".

Comité de Navidad

Gradualmente, tras el golpe del "Once" la cartelera local volvió a ser alimentada mayoritariamente por las majors. Y así fue como El padrino llegó finalmente a Santiago el miércoles 27 de marzo de 1974, exactamente un año después de imponerse en los Oscar y luego de que los lectores chilenos agotaran siete ediciones de la novela de Mario Puzo.

Al decir del entonces gerente de la distribuidora local del filme, Mario Cuevas, el filme llegó "gracias al gran cambio que hubo en Chile". La première tuvo lugar en el cine Metro, de calle Bandera. Fue una función con entradas a 3.000 escudos y cuya recaudación fue a beneficio del Comité de Navidad, presidido por Lucía Hiriart de Pinochet. Según reportó Qué Pasa, "en la platea se veían muchas caras conocidas, entre ellas la del coronel Pedro Ewing, secretario general de Gobierno". Y agrega la revista que "tras una minipresentación de elegantes modelos (algo deslucida por reflectores que insistían en apagarse solos), los chilenos empezaron a conocer el célebre filme. Al final hubo aplausos cerrados, pese a que -homenaje sin duda al toque de queda- se eliminó el intermedio entre las dos porciones del extenso filme". Al mismo cine Metro fue al día siguiente el dramaturgo y librero Luis Rivano, fanático rematado de la trilogía de Coppola, quien dice haber ido también el día después.

Calificada para mayores de 18 años, El padrino arrancó en cinco cines de la capital para llegar luego a Valparaíso y Concepción. Reportes de época indican que las entradas en las salas no rotativas estaban agotadas para los primeros diez días. A ello se sumó una importante cobertura de prensa y reseñas críticas mayoritariamente favorables. Singularmente, El padrino II (1974), aún más premiada y elogiada que la primera parte, también llegó tarde al país con retraso, en mayo de 1976. Esta vez sin incordió entre distribuidores y gobierno. Y sin avant première.

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