Cómo ven el mundo las tribus que no conocen los números

<P>Tendemos a creer que la vida sin números es imposible, pero existen tribus que sólo conocen unos pocos o ninguno. ¿La razón? La confianza en los demás y su relación directa con todas las cosas hacen innecesaria la convención numérica. </P>




Sin nombres para los colores, sin tiempos verbales y con sólo ocho consonantes y tres vocales. Ese es el lenguaje con que la tribu Pirahã logra comunicarse. Hace 30 años, sus 200 habitantes llamaron la atención del actual profesor de Sociología de la Universidad de Bentley, Daniel Everett. El investigador recorría el río Maici, en Brasil, cuando se topó con una tribu que captó su interés por la sencillez de su idioma (se cree que es el más simple del mundo) y por una particularidad tan incomprensible como sorprendente: no tienen números ni usan sistema alguno de conteo. Everett nunca volvió a despegarse de los Pirahã.

No era para menos. Los seres humanos llevamos 37 mil años perfeccionando nuestro sistema numérico y, a estas alturas, no tener números parece el equivalente a no tener letras o palabras. ¿Cómo sería posible realizar cualquier operación comercial, desde la compra del pan hasta las multimillonarias transacciones en la bolsa? ¿Cómo podríamos siquiera tomarnos un remedio, sin saber cuántas horas han pasado entre una dosis y otra?

Sorprendentemente, los números no son así de necesarios para todos. Porque no son sólo estos habitantes de los bosques lluviosos de Brasil. Todavía queda un puñado de comunidades repartidas en el mundo que no tienen la misma relación con los números que para nosotros parece tan natural. Los Pirahã son el caso más extremo, pero en Asia, Africa y América del Sur persisten tribus incapaces de contar hasta más de cinco o 10. ¿La razón? Su forma de ver el mundo, confiada y respetuosa del resto, hace innecesario el uso de números más complejos. Es simple: cuando se confía en que el otro entregará lo justo en un truque, no es necesario contar los sacos.

Un mundo diferente

Daniel Everett explica a Tendencias que el rudimentario manejo numérico de los Pirahã de ninguna manera implica que su nivel de desarrollo cognitivo sea más atrasado que el nuestro. Sólo viven una vida diferente.

En nuestra sociedad, el nivel de conocimientos e interrelación es cada día más alto y eso obliga a dos cosas: consensos muy establecidos que permitan a las personas interactuar (un dólar vale X y una bebida nunca es más cara que un teléfono) y sistemas numéricos cada vez más complejos, que permitan dar cuenta de los nuevos hallazgos, como la distancia entre los planetas.

Para estas tribus, todo es muy diferente. Y si no han inventado números complejos es simplemente porque no los necesitan. Según cuenta Everett, los Pirahã son una tribu pequeña, en la que todos se conocen, por lo que han desarrollado una enorme confianza en la buena voluntad de los otros. Esto se ve reflejado en la forma en que conducen una de las actividades más importantes para cualquier sociedad y para la que la nuestra usa las matemáticas: el intercambio económico.

Entre ellos, el trueque con personas extranjeras consiste simplemente en agarrar nueces como pago hasta que la persona que hace la transacción dice que ya se ha completado el precio. Everett explica: "Si un Pirahã quiere algo, no dice 'dame tres pescados', sino 'dame pescado'. Depende de ti cuánto le das, de tu habilidad, deseo y la necesidad de la otra persona. Y ellos determinarán, basándose en la cantidad relativa o el tamaño de la pila de cosas que le ofrezcas, si has sido generoso o no. No se requieren números".

Según explica a Tendencias el profesor emérito de la U. Estatal de California, en Sacramento, Daniel Orey, esto ocurre porque "hay culturas que colocan énfasis en otros valores. Cooperación versus competencia, por ejemplo, y por eso tienden a ser menos exactas en su forma de contar, ordenar y medir".

En una sociedad donde todos se conocen, el respeto es esencial y también se relaciona con la forma de referirse a otros numéricamente. Por eso, si bien los padres Pirahã no son capaces de decir cuántos hijos tienen, les resulta sumamente fácil decir el nombre de cada uno. Según el autor del libro Pensando en números, Daniel Tammet, es posible que ocurra lo que otras investigaciones han detallado en otras tribus, como los Kpelle, de Liberia. "Existe el sentimiento de que contar seres humanos es un ejercicio de mal gusto. La simplicidad de sus palabras no es sólo una cuestion de lenguaje; también revela una dimensión ética. Leí con placer un libro de ensayos del novelista nigeriano Chinua Achebe. En uno se quejaba de que los occidentales le preguntaran: ¿Cuántos hijos tienes? Un silencio reprobador, sugería, era la mejor respuesta para tan impertinente pregunta".

Los Veddas, en Sri Lanka, tienen palabras sólo para los números 1 (ekkamai) y 2 (dekkamai). Para cantidades mayores, continúan otameekai, otameekai, otameekai... ("uno más" "y uno más" "y uno más"). Otro ejemplo son los Caquintes de Perú, que cuentan 1 (aparo) y 2 (mavite). El 3 lo llaman "otro uno" y el cuatro es "el que le sigue". En Brasil, los Munduruku determinan la cantidad añadiendo una sílaba tras cada nuevo número: 1 es "pug", 2 es "xep xep", 3 es "ebapug" y 4 es "edadipdip". No cuentan más allá de cinco.

Tammet explica:"Los seres humanos pueden contar de manera automática y veloz sólo hasta cuatro. Vemos tres botones en una polera y decimos 'tres'; vemos cuatro libros sobre una mesa y decimos 'cuatro'. Ningún proceso consciente está detrás. Si nos piden elegir un número entre uno y 50, tendemos a elegir uno del extremo más bajo. Muchos menos dirían 40 que 14. Porque 40 es una noción y 14 es una cantidad a nuestro alcance".

Ni números ni abstracciones

En el caso de los Pirahã, la ausencia total de números habla de un fenómeno más complejo: la inexistencia de la abstracción. En nuestro caso y enfrentados a una cantidad enorme de información, la capacidad de pensar en abstracto es fundamental. Es la que nos permite conocer sobre la forma de vida en Japón, a pesar de nunca haber pisado suelo nipón, o entender lo que es cinco elevado a 10.

Para esta tribu de Brasil, acostumbrada a una existencia dominada por muy pocos elementos, no es una necesidad. Por eso no tienen téRminos para referirse a los colores o por qué no entienden las historias fundacionales. En un artículo publicado en The New Yorker, Everett cuenta que los Pirahã nunca han comprendido la idea del cristianismo. Cuando se les relatan historias de Jesús, ellos sólo responden: "¿Conociste a ese hombre?". "Si uno les dice que Cristo murió hace más de dos mil años, los Pirahã reaccionan tal como a mi repelente de insectos". Esto también explica su fracaso en construir reservas de alimentos, ya que no necesitan planificar para un futuro que todavía no existe.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.