¿De dónde salió la femme fatale?
<P>Ciertamente, no del cine. El primer registro es incluso antes de Eva,</P> <P>con el mito de Lilith, pero el séptimo arte se encargó de popularizar en los 40 el más deseado, temido y envidiado de los estereotipos del género.</P>
CONTEXTO: Segunda Guerra Mundial. Escasez y angustia. Vida en blanco y negro. Las fábricas están vacías y el boom industrial mermado por todo el capital humano que se fue a las trincheras, paralizando el crecimiento económico de cada nación involucrada y dejando a millones de mujeres solas. A cargo de una casa, una familia y, resignación de los jefes mediante, una serie de trabajos hechos para hombres.
Parecía lógico, entonces, sacar a las mujeres de sus casa y hacerles un tour por el circuito laboral que ofrecía la ciudad. Alguien tenía que confeccionar uniformes para los soldados, y esa masa adormecida que cocinaba y criaba a los hijos era la única, en cantidad, capaz de llenar las vacantes. Los años 40, entonces, fueron testigos de una emancipación subordinada a la resignación y con fecha de vencimiento, ya que bastó con que los soldados volvieran a casa para que exigieran devoción y a sus amas de casa de vuelta. Salvo en el cine.
Cine negro y descarnado
Contexto: posguerra. Escasez y angustia. Vida en blanco y negro. Las ganas de contar historias alegres escasean. Pero, como bien dice el dicho, la ocasión hace al ladrón. Literalmente. Inspirándose en la vida real, Hollywood se valió de la mafia, los asesinatos, los policías corruptos, los detectives privados, los asaltos y una escenografía lúgubre y oscura para crear lo que luego sería bautizado como film noir o cine negro.
Noches húmedas, adoquines delatores, faroles zumbando intermitentemente y una redefinición de los valores y la ética caracterizaron a este ambiguo estilo cinematográfico, un híbrido quizás del género policial y el de corte social. Pero lo que sí se le puede atribuir, inequívoca y exclusivamente, es la consolidación en el cine de uno de los estereotipos femeninos más atractivos, vanguardistas y vigentes: la femme fatale.
Retratada antes en la historia en personajes tan antiguos como Dalila y Cleopatra, el cine negro consagró al tipo de mujer carente de talentos y rebosante de ambiciones; con la agudeza mental y el instinto de supervivencia como principales herramientas y el encanto sexual como su mejor arma. El crítico de cine Daniel Olave resume el concepto en una mujer que "conlleva su propia fatalidad sumada a la negativización de lo femenino, ya que se ve a la femme fatale como a una mujer liberada y liberadora, castigándola en la trama de las películas por sus atributos de mujer seductora y fatal".
Dispuesta a todo, esta mujer tenía claro que, para que alguien ganara poder o riqueza, otro tenía que perderlos. Y en una sociedad en la que la mujer seguía siendo un ciudadano de segunda clase, desprovisto tanto de poder como de riqueza, el único sostenedor de aquellos bienes era el hombre. Olave, sin embargo, matiza la supuesta desmasculinización del tipo que se enfrenta a una femme fatale. "En el cine negro, no (existe). Ahí la femme fatale es la pareja del detective duro. Ya no es la típica heroína que es rescatada, sino que, incluso, pasa de víctima a victimaria". Un ejemplo es la película con Humprey Bogart El halcón maltés: en ella, el actor se enamora de una mujer que lo busca so pretexto de encontrar a una hermana perdida, pero la trama lo lleva a tener que escoger si se va con ella o si hace justicia por la muerte de su compañero de trabajo. Bogart le dice que la esperará los 20 años que dura una condena por asesinato.
Ahora, si hubiera que ponerle nombre al concepto de femme fatale en el cine, Marlene Dietrich sería el correcto. Aunque abundan mujeres que hicieron ese tipo de roles, Dietrich se consolidó como una diva de una ambigüedad atractiva tanto para hombres como mujeres. Fumaba y usaba pantalones dentro y fuera de la pantalla grande, mezclando su imagen con la de sus míticos personajes. Y si para ella era fácil mantener esa actitud fría e inalcanzable día y noche, para los más puristas de la época era fácil etiquetarla como una paria de la sociedad.
Mae y la pistola en los pantalones
Pero antes que el glamour de Marlene, estuvo la picardía de Mae West. Una década antes del cine negro, que popularizó el término de femme fatale y lo asentó como un estereotipo peligrosamente seductor del género, West hizo de las suyas en los años 30 con una herramienta ausente en las mujeres del cine negro: el doble sentido. Producto -nuevamente- de la censura, el erotismo de sus personajes debía camuflarse con una picardía lo suficientemente sutil como para no violar las reglas y lo suficientemente avasalladora como para derretir a cualquier personaje y espectador.
Frases como "¿Esa es una pistola en tu pantalón o estás contento de verme?" eran parte de su armamento, y le funcionaban tan bien que, al igual que la Dietrich, llevaba su condición de mujer empoderada a la vida real. Sus encantos y actitud avasalladora le permitían licencias como a pocas: escribía sus propias líneas, diseñaba escenografías y escogía a su coprotagonista.
A pesar de que esto era una excepción, West no era la única mujer tras bambalinas. Tras varios de los éxitos de esa época estaba la mano de productoras que, a falta de hombres que no se hubieran enlistado en el Ejército, cumplían ese rol aunque a sus jefes les pareciera un signo de decadencia.
Paradójicamente, aunque en los 40 se masificaron en Hollywood los roles de mujeres empoderadas, erotizadas, que seducían y quitaban la fuerza vital a los hombres -homologando el concepto de femme fatale al de vamp, del inglés "vampiro"-, en la vida real la emancipación que ocurría durante y después de la guerra no parecía tan encantadora para los hombres.
Una cita del teórico y profesor de la U. de Texas Thomas Schatz en el libro La letal femme fatale en la tradición noir, de Jack Boozer, lo deja claro: "Las películas de femmes fatales de los años 40 explicitan el recelo de la época en relación al matrimonio, la sexualidad y los roles de cada género. Los cambios de opinión en estos temas se debieron a los millones de hombres combatiendo en el extranjero y las millones de mujeres incorporadas forzosamente a la mano de obra. (…) No parece una coincidencia que la prominencia en alza de la sirena fatal de Hollywood fuera simultánea a los reajustes de la sociedad durante y después de la guerra. La masiva incorporación de la mujer a la fuerza laboral promovida en tiempos bélicos fue repentinamente desincentivada cuando se terminó la guerra -aunque nuevamente promovida de manera breve durante la el conflicto con Corea (1950-54). (…) Pero, constantemente, había una continua resistencia al trabajo remunerado de las mujeres por parte de esos hombres que querían ser el único sostén económico de su familia, a pesar de la estrechez económica de la época".
Hoy, pocos de esos factores se mantienen. Aunque aún conviven opiniones sobre el supuesto rol femenino en la sociedad, pocas culturas condenan a las mujeres que fuman, usan pantalones, son vulgares, exudan erotismo y se paran de igual a igual ante los hombres. Lejos del carácter oposicionista que tenía el estereotipo de femme fatale en sus inicios en el cine, hoy es uno más de los lugares comunes que ha debido reinventarse para mantener su atractivo.
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