De ortotipografía religiosa...
A PROPOSITO de la reciente encíclica “Laudato Si”, del papa Francisco, publicada en mayo de este año; y de su viaje apostólico por Ecuador, Bolivia y Paraguay -que culmina hoy- cobra importancia el controvertido tema de la ortotipografía religiosa. Esta reúne al conjunto de normas para la correcta utilización de la tipografía de términos religiosos, y alude a los usos y convenciones sobre mayúsculas y minúsculas, estilos de letras (cursiva, negrita, por ejemplo) y puntuación, que se aplican a las confesiones religiosas, deidades, textos sagrados, títulos y dignidades y objetos de culto, entre otros.
La ortotipografía tiene, desde luego, muchos capítulos útiles para el periodismo en otros ámbitos de la redacción, como deportes, economía y geografía.
Es posible disentir, pero las normas en religión provienen de la Fundación del Español Urgente, entidad muy cercana a la Real Academia Española, RAE, que dirige sus comentarios principalmente a los periodistas de medios escritos. También se basan en la Gramática y la Ortografía de la lengua española. El tema es bastante amplio, pero en esta columna sólo nos ocuparemos de una convención: las mayúsculas y minúsculas. De hecho, aunque por respeto queramos escribir papa con mayúscula, la palabra va con minúscula inicial, de acuerdo a las disposiciones sobre “sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango”. Así, tanto papa como cualquier otra designación para referirse a la máxima autoridad eclesiástica -como sumo pontífice o santo padre- deben escribirse con minúscula.
Y, si papa se escribe así, también sus subordinados. Los sustantivos obispo, arzobispo y cardenal, así como obispado, arzobispado y pontificado o papado, se inician con minúscula. También las confesiones religiosas y los apelativos de sus seguidores se escriben en español con minúscula: el budismo, los budistas, el catolicismo, los católicos, el sintoísmo y el islamismo.
Igual ocurre con otros títulos y dignidades religiosas, como rabí, patriarca y ayatolá (así, con tilde en la a). Pero, los textos sagrados, como los libros que los integran, se escriben con mayúscula inicial, como Biblia, Vedas, Evangelio según San Juan o Éxodo. Los ritos, liturgia, conceptos doctrinales y objetos de culto se escriben siempre con minúscula: bautismo, avemaría, agua bendita, cáliz, rosario, confesión, gracia, pecado original, juicio final y salvación.
Dios se escribe con mayúscula cuando se usa como nombre propio del ser supremo en las religiones monoteístas, y con minúscula cuando se aplica a deidades en general, como: “Zeus, el rey de los dioses del Olimpo y dios del cielo y del trueno”. Y, finalmente, se escriben con mayúsculas las advocaciones: Señor, Salvador, Virgen, Purísima. En cambio, los hechos bíblicos y las parábolas se escriben con minúscula: la parábola del hijo pródigo y la resurrección de Lázaro.
En las redes sociales, alguien sostenía: “si en temas de religión no sabes si una palabra se escribe con mayúscula o minúscula, opta por minúscula, ya que casi siempre es así”. Pero, tiene más sentido comprender por qué debe usarse una inicial alta o baja, en especial en los medios escritos.
Ricardo Hepp
Representante del lector
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