Definición de matriz energética




NUEVAMENTE enfrentamos una grave sequía con soluciones coyunturales, en espera de que comience a llover. Esto contrasta con la necesidad de formular una política energética coherente en el tiempo, que permita evitar los constantes vaivenes a los que está sometida la generación eléctrica del país.

Dicha generación viene siendo apuntalada por las centrales térmicas, especialmente aquellas que funcionan con carbón y gas natural, las que están produciendo cerca del 50% de la electricidad que se genera en el Sistema Interconectado Central (SIC). El aporte de la hidroelectricidad ha caído hasta un 39% de este total durante el último trimestre de 2012, y el declive podría persistir si los principales embalses siguen almacenando volúmenes muy por debajo de los promedios históricos. La energía hidráulica es la manera más limpia, barata y renovable de producir electricidad, pero en Chile se les han colocado serios obstáculos a los proyectos que aprovechan esta tecnología.

La definición de la matriz de cada nación depende de la disponibilidad de recursos naturales y de sus políticas públicas. En Europa, por ejemplo, Francia y Lituania utilizan mayormente la energía nuclear, Alemania genera hasta un 50% con carbón, mientras que en Dinamarca su participación es del 48%. En Noruega, prácticamente toda la generación es hidráulica. En la mayoría de estos casos, la estructura básica de las respectivas matrices no ha variado mucho. En cambio, Chile ha pasado del carbón al gas natural, del gas al diésel, y del diésel al carbón durante los últimos 15 años. Llegó el momento de preguntarse cuáles son los recursos con los que cuenta el país, en cantidades suficientes, para la generación masiva de electricidad.

Una primera aproximación debería apuntar al agua de Aysén y al carbón de Magallanes. Se estima que Aysén tiene un potencial hidroeléctrico superior a los 8.000 MW, un 65% de la actual capacidad instalada del SIC. Además, los ríos Baker, Pascua y otros mantienen caudales máximos precisamente cuando las capacidades que alimentan los embalses del SIC son mínimas. Por otra parte, las cuencas actuales del SIC tienen una variabilidad estacional de agua del 23%, la que disminuiría hasta un 9% al incorporar el Baker y Pascua.

Respecto al carbón de Magallanes, se proyectan reservas de 240 millones de toneladas, suficientes para más de 20 años de producción. Se trata de un insumo sub-bituminoso, lo que implica un menor contenido de azufre. Todo el carbón que se utiliza en Chile tiene que cumplir con la nueva norma de emisiones aprobada para las centrales térmicas. Normativa que, dicho sea de paso, es más exigente que la implementada por la Unión Europea y mucho más estricta que la del Banco Mundial. Además, el carbón genera electricidad a costos que son entre dos y tres veces menores que la mayoría de las energías no convencionales.

Hay quienes sostienen que en Europa las plantas termoeléctricas a carbón incorporan la tecnología de captura y almacenamiento de CO2. Pero esto no es así, pues el sistema de captura y almacenamiento se encuentra en una etapa experimental, y se estima que su difusión tardará más de una década. Cuando esté disponible comercialmente, Chile con toda seguridad lo empleará.

José Miguel Serrano
Economista

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.