EEUU: comunicación poco prolija
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EL RECONOCIMIENTO de la muerte de Osama bin Laden por parte tanto de la red terrorista Al Qaeda como de la cúpula de los talibanes afganos, parece poner fin a los rumores de que el responsable de los atentados contra las Torres Gemelas hubiera salido con vida del operativo realizado en su contra por fuerzas de Estados Unidos el pasado domingo. Sin embargo, la forma en que Washington manejó ante la opinión pública mundial la entrega de información sobre el ataque que acabó con Bin Laden en Pakistán pareció desprolija y contribuyó no solo a generar dudas y cuestionamientos respectos del episodio, sino a mellar la credibilidad de la Casa Blanca.
Con el correr de los días se han ido conociendo detalles sobre el operativo que contradicen en diversos aspectos la versión original de EEUU o las declaraciones de altos funcionarios de ese gobierno: el nivel de resistencia encontrado, el número e identidad de los ocupantes de la casa, las circunstancias precisas de la muerte de Bin Laden, la existencia de fotos de su cadáver y otros. Tratándose de entregar una noticia como esta, de tan considerable trascendencia global, lo esperable era que EEUU demostrara el tipo de prolijidad que demostró al encontrar y eliminar al líder terrorista.
Previsiblemente, ello ha abierto espacio para que surjan cuestionamientos sobre la legitimidad y la legalidad de la operación militar contra Bin Laden, dando pie a un discurso que pone el énfasis en la conducta y las responsabilidades de EEUU como superpotencia, pero que tiende a minimizar -incluso a omitir- los numerosos y graves crímenes de Bin Laden. Con su poca pericia para tratar este asunto, el gobierno de EEUU le ha restado impacto al esfuerzo comunicacional que debe acompañar a estas acciones, y en especial a una que representa un tan duro golpe al terrorismo internacional islamista.
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