El auge del pueblo que nutre de adoquines a Santiago

<P>En la localidad Las Canteras, a solo 16 kilómetros del centro de Santiago, se extraen y moldean artesanalmente 9 millones de adoquines al año. Estos bloques de piedra gris están más solicitados que nunca en la restauración patrimonial de la ciudad y también en las casas nuevas del sector oriente. </P>




16 kilómetros de la Plaza de Armas, justo después del primer peaje de la Carretera General San Martín, se encuentra el pueblo Las Canteras, de cuyos cerros La Campana, Pedregoso y Pan de Azúcar se han extraído artesanalmente los adoquines de piedra de Santiago. "Somos 500 familias y llevamos seis generaciones trabajando. Hace 126 años, cuando llegaron los primeros canteros, aquí no había nada, hicieron unas ruquitas junto al cerro. Mi abuelo llevaba los adoquines en carreta a la Avda. Pedro de Valdivia. De todo ese trabajo nació el pueblo. Tenemos inculcado el orgullo de la cantera, a todos nos gusta trabajar la piedra. No tenemos cesantía ni delincuencia", dice Rolando Abarca, maestro cantero e historiador autodidacta de Las Canteras.

Abarca, de 47 años, aprendió el oficio recién salido del colegio durante los trabajos de restauración de La Moneda, en los 70. "El enlozado de La Moneda fue la universidad de la cantera para mi generación", dice Abarca, que también ha trabajado en la remodelación de la Plaza de Armas y la reconstrucción de la Catedral.

Algunas cosas han cambiado. Actualmente, los adoquines y otros productos de piedra como fuentes de agua, soleras (cunetas) y enchapes para muros ya no son transportados en carretas, sino en camiones y el crecimiento de la ciudad ya alcanzó al pueblo, que hoy está rodeado de condominios nuevos con casas de hasta ocho mil UF, como La Reserva. Sin embargo, los canteros y sus familias siguen conservando intactas las técnicas rudimentarias, pero efectivas para extraer y dar forma a las piedras. Anualmente, cerca de nueve millones de adoquines son producidos por las manos expertas de los habitantes de Las Canteras.

Son las 4 de la tarde de un miércoles lluvioso y José Martínez, de 50 años, se prepara para partir un bloque de piedra de una tonelada recién extraído de una de las 50 canteras del cerro Pedregoso. Usando la misma técnica de los antiguos incas, hace dos orificios en la superficie y luego, con una cuña de fierro y dos golpes secos con un combo de 18 libras, la piedra se quiebra en dos mitades completamente lisas, de color gris azulado. A puro golpe de martillo, sigue picando las lajas, hasta que poco a poco van tomando el tamaño y forma cuadrada de un adoquín. 10 metros más allá, bajo un toldito afirmado con fierros, su suegro José González, de 87 años, está sentado sobre un montón de piedras y con una cuña y martillo más pequeños se dedica a "cuadrar" las piedras que va amontonando Martínez, hasta que queden de 12 por 20 centímetros, las medidas del adoquín corriente de basalto gris que se encuentra en la mayor parte de las calles antiguas de Santiago. "Yo aprendí este oficio de mi suegro y te aseguro que si él no tuviera mala la columna, estaría partiendo piedras grandes con nosotros. Este año hay más pega que nunca. Mi cuñado se lleva dos camiones a la semana con 10 mil adoquines sólo para la Quinta Normal, donde están arreglando las plazas, caminos peatonales y jardineras", dice Martínez.

La fabricación e instalación de 750 mil nuevos adoquines para las obras de mejoramiento del Parque Quinta Normal es el encargo de mayores dimensiones que actualmente está trabajando Martínez y la mayoría de los 300 canteros del pueblo. La restauración de enlozados, adoquines y muros enchapados en piedra de las calles históricas de Santiago es una de las especialidades de los habitantes de Las Canteras, pero no es la única demanda que tienen. La mayor parte de su producción va a parar a casas particulares en La Dehesa, Los Trapenses, Las Condes y Vitacura para adoquinar las entradas de autos y enchapar en laja los muros. Los condominios nuevos de Chicureo y La Reina también están volviendo a usar piedra basalto gris para sus pisos y soleras, que, aunque es más caro que el concreto, es apreciada por su resistencia: sólo se gasta un milímetro cada 30 años, según un estudio de la Minera El Teniente. Y los canteros de Colina tienen en sus cerros el monopolio natural de este tipo de granito, que sólo existe en ese lugar.

El adoquín está experimentando un auge, pero a los habitantes de Las Canteras se sienten amenazados por el crecimiento inmobiliario de los condominios cercanos. Los canteros se mantienen desde 2007 en un largo litigio legal con los socios de La Reserva de Chicureo, contra quienes se querellaron por la presunta firma ilegal de un documento por medio del cual se entregaron 210 de las 300 hectáreas de pertenencias mineras de la Asociación de Canteros al proyecto inmobiliario.

La declaración de la localidad de Las Canteras como zona típica y de dos de sus canteras como Monumento Histórico por el Consejo de Monumentos Nacionales en enero de este año significa un triunfo para los canteros, ya que las nuevas construcciones en la zona tendrían que adecuarse al estilo de la zona típica.

Pero Luis Covarrubias, dirigente gremial de la Asociación de Canteros, dice que aún no están tranquilos. "Falta que el ministro de Educación Joaquín Lavín firme el decreto de declaración de zona típica, para oficializarlo", afirma. Además, su asociación está preparando los informes para postular el adoquín como monumento histórico. "La idea es proteger los adoquines que existen en las calles de Santiago como parte del legado patrimonial de Chile, para que no lo reemplacen por concreto", afirma Covarrubias.

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