El estado de ánimo depende del género

<P>Hombres y mujeres responden de manera distinta al buen o mal humor de su pareja. Mientras ellos se coordinan emocionalmente con ellas, las mujeres actúan a la inversa. Pero no es por llevar la contra, sino porque cumplen con su rol de reguladoras emocionales de la relación.</P>




Imagínese esta escena: usted está en su casa y siente que llega su pareja. Viene del trabajo. Usted se da cuenta de que no cerró la puerta con demasiado cuidado. Pasa por la cocina. Abre el refrigerador. Lo cierra al segundo (sin sacar nada). Usted empieza a percibir que no viene de buen humor. Llega a la pieza. Saluda con desgano. Y lanza una frase poco amigable: "¡No hay nada para comer!"

¿Cómo reaccionaría usted? ¿Enfrentaría a su pareja por llegar de mal humor o trataría de suavizar su estado de ánimo? Un reciente estudio de la Universidad de Arizona, que indagó cómo se coordinan las emociones de hombres y mujeres en una relación donde existe cooperación mutua, concluyó que la respuesta a este tipo de situaciones depende del género.

Ellos entienden la cooperación como estar de acuerdo con los deseos y los estados de ánimo de su pareja (lo que los investigadores llaman respuesta "en fase"). ¿Empatía? No necesariamente. Más bien, es la manera en que intentan evitar una discusión y tomar un atajo para llegar a una resolución rápida en caso de existir desacuerdos. Es decir, si la pareja llega a la casa de buen humor, él se va a acoplar a ese estado de ánimo. Si llega malhumorada, también se contagiará.

Para las mujeres, en cambio, la cooperación se manifiesta con un patrón de interacción distinto: en oposición a las emociones del hombre. Por ejemplo, si él entra en la casa con evidente euforia, su pareja le bajará las pulsaciones. Lo mismo si él cruza la puerta furioso porque el jefe le dio más trabajo: ella intentará apaciguar su estado de ánimo (para los investigadores, respuesta "antifase").

Y no es que sean oposicionistas. Lo de ellas, dicen los investigadores, es un rol que definen como reguladoras emocionales. Esto significa que intentan mantener el equilibrio si perciben emociones extremas e intentarán, de existir un problema detrás de esa emoción, llegar a la raíz del conflicto. Lo que las motiva es el deseo de que ambos, ella y él, expresen sus emociones y negocien una solución satisfactoria para los dos.

¿Por qué toman este rol? En el plano de las emociones en pareja las mujeres se manejan mejor que los hombres: estudios han comprobado que las mujeres tienen un cerebro más integrado que les permite más fácilmente reconocer y expresar las emociones. Y en ese contexto, algunas toman en su espalda el peso de la relación. Por ejemplo, se hacen responsables del equilibrio emocional en la pareja o sienten que son ellas las que tienen que cuidar el sistema familiar, explica Víctor Carvajal, sicólogo de parejas de la UC.

Ashley Randall, investigadora de la Norton School, de la Universidad de Arizona (EE.UU.), y autora principal del estudio, explica a Tendencias que en investigaciones en padres e hijos es posible encontrar estos mismos roles emocionales: mientras las madres tienden a calmar a sus guaguas cuando están excitadas, los padres disfrutan y aumentan el estado de excitación de sus hijos.

"Un patrón antifase sugiere una mayor regulación del afecto en la pareja. Esto podría ayudar a atenuar las emociones negativas que uno de los integrantes está sintiendo y, por lo tanto, regulando la experiencia emocional", dice Ashley Randall.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores examinaron el comportamiento de 156 parejas con un tiempo promedio de tres años y medio juntos. Ashley Randall agrega que aún es pronto para entender cómo y en qué contextos se desarrollan estos patrones y qué papel desempeñan en la salud individual y de la pareja.

Lo malo es bueno

La capacidad de sincronizar con las emociones de las mujeres que tienen los hombres, según los estudios, ayuda al equilibrio de la pareja, pero también genera otra situación. De manera inconsciente y como parte del proceso, la sincronización de los hombres con el estado de ánimo de las mujeres tiende muchas veces a ser un método de apaciguamiento de la situación, lo que puede ser -y es- interpretado por las mujeres como un recurso poco sincero para evitar conflictos.

Un ejemplo citado en el estudio: una mujer sale del probador y le pregunta a su pareja si le gusta la ropa que se está probado. El le dice: "Claro" y con eso siente que lo que queda es que ella se decida, vaya a la caja, pague lo que haya que pagar y se puedan ir a la casa. El problema es que ese "claro" la mayoría de las veces no es suficiente para convencerla de que lo que está diciendo es así, ella crea que él lo dice sólo para tranquilizarla y, por lo tanto, ella vuelva al probador, se saque la prenda, la devuelva y busque otra.

Víctor Carvajal dice que eso se ve bastante. Hombres que están aburridos de vitrinear o que no creen ser idóneos para comentarios estéticos dicen lo primero que se les viene a la cabeza con tal de irse. Pero algunos pueden genuinamente creer que ese es su rol: decirle que le queda bien una prenda. Se esfuerzan, honestamente, por empatizar y por eso caen en el halago. Aunque, finalmente, puede que se queden sólo en el esfuerzo.

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