El guardia que se hizo millonario con los éxitos que canta Américo

<P>R Estanis Mogollón es el compositor más cotizado de Perú y el responsable de éxitos como <I>El embrujo </I>y<I> Que levante la mano.</I></P>




El circuito de difusión era regional y su nombre, apenas uno más de los acumulados entre peñas, polladas y bailables donde corría el pollo frito y los ajíes para hígados de acero. Por eso, a Estanis Mogollón (45) no le extrañó cuando escribió el tema Sin tu amor para un par de ídolos cumbieros que giraban por su natal Máncora, el popular balneario del norte peruano, y a cambio -como la primera paga de una carrera que apenas calificaba de amateur- recibió un plato de cebiche y un par de cervezas sobre una mesa de mantel plástico.

"Igual era un cebiche de los buenos", recuerda con sonrisa vencedora el compositor y cantante peruano. Porque hoy puede reírse. Porque puede recordar con precisión un recuerdo que hoy es solo eso. Porque hoy Mogollón es el autor musical más cotizado y rentable de Perú, con un estimado de 800 canciones que circulan por casi toda Sudamérica y con regalías anuales que rasguñan el millón de soles (cerca de $ 167 millones). Con una vida laboral que llegó hasta las páginas de economía de los periódicos de su país y un renombre que lo ha graduado como uno de los impulsores de la música tropical de verso sufrido y estilo lacrimógeno en una parte importante del continente.

Chile incluido: Mogollón es la pluma tras los mayores hits de Américo, como El embrujo, Que levante la mano y Te vas, y es el gran socio autoral del chileno. "Américo tiene un talento inmenso, pero yo también he aportado lo mío. Todas estas canciones fueron famosas en Perú antes de su aparición", aclara en torno a la figura local de los próximos festivales de Olmué y Viña. Y luego cifra: "Cuatro temas incluí en su último álbum y seis en el anterior. No está mal".

Pero el peruano llegó hasta el artista que más vende en Chile cuando su consolidación estaba timbrada. "Cuando giraba con el grupo Alegría por Europa, como en 2006, me topé con las canciones de Mogollón. Un productor peruano me las mostró y sentí que era el estilo que quería", cuenta el chileno.

Tras registrar algunos temas, el cantante y su staff contactaron a la Apdayc (Asociación de autores peruanos) y viajaron hasta Lima para regularizar el pago de derechos. Ahí conocieron a Mogollón y cerraron una alianza a morir. Eso sí, el compositor solo recibirá en 2011 el millonario pago de todo lo cantado en Chile por Américo: su editorial discográfica, Per Music, le exigió el 50% de las ganancias, pero el autor dice que su negocio con Américo fue casi personal y que la firma no tuvo injerencia. El lío llegó a tribunales y la batalla le ha impedido recibir el monto que corresponde. Eso sí, hay un cálculo: en 2010 obtendrá casi un millón de soles por derechos solo en Perú, lo que también proyecta para los cerca de tres años en que sus temas han rotado en Chile.

Mal cantante

Cifras que cortan el aliento, pero que esconden una trastienda ruda. Porque el peruano logró la reverencia masiva cuando su existencia ya había cruzado las cuatro décadas y su lista de fracasos era tan diversa como los mariscos de un buen cebiche. Es más: ansiaba ser cantante y nunca pensó en rematar su carrera a la sombra de las estrellas.

Nacido en Máncora y crecido al alero de radios ecuatorianas que emitían a Leo Dan, el compositor se inició en la orquesta de su colegio para luego convertirse en la voz de dos conjuntos de éxito regular, Sexteto Tropical y Los Belkins de Piura. Ahí estuvo hasta los 30 años.

"Nunca fui un gran cantante. Siempre fui del montón y veía cómo otros brillaban con luz propia", recuerda. Y bajó la cortina de sus intentos como frontman, pero sin olvidar que el show debía seguir: tenía una esposa y dos hijos. Habitaba el módulo de un asentamiento humano (unidad casi mínima de vivienda) y nunca aprendió algo más que no fuera tomar un micrófono. Pero le hizo empeño. Durante los fines de semana, vendía tamales -una suerte de humita peruana- y el resto de los días comercializaba algarrobas a los campesinos. Ganaba 60 soles por jornada.

Luego fue contratado como guachimán, o guardia de seguridad, en una compañía argentina con sede en Perú y el sueldo subió a 360 soles. El contrato solo duro seis meses, pero dio resultados: en turnos que se extendían desde las 7 de la tarde a las 7 de la mañana comenzó a facturar creaciones inspiradas en su esposa. Ahí nació El embrujo. Cuando el trato caducó, derivó en albañil experto en construir bases de cemento para medidores eléctricos.

"Hasta que me aburrí y decidí ir con todas las canciones a Lima", completa. Para el viaje su familia organizó una pollada -popular fiesta peruana-, juntaron 300 soles y le pidió a un amigo que cargaba plátanos en un camión que lo llevara hasta la ciudad. Se fue con el dinero y una casete con el mejor repertorio escrito en sus días de guachimán.

Cumbia de millones

Hasta que dio con Agua Marina, una de las bandas más famosas de Perú. En un acuerdo sin firmas ni notarios, el grupo apostó y le compró seis temas a 1.800 soles. "Nunca había tenido tanta plata", confiesa. Volvió a Máncora y el boca a boca era imparable: conjuntos que agonizaban en el declibe de la cumbia rastreaban sus temas para revitalizar sus carreras. Fue el caso de Grupo 5, a quienes les escribió en 2002 el Te vas que luego popularizó Américo.

Su prestigio aumentó junto con sus ingresos: ahora cobraba 2.500 soles por tema y recibía 15 mil cada tres meses por derechos de autor. Cifras sepultadas en 2007 con su mayor golpe: el autor cedió El embrujo al grupo Kaliente y lo convirtió en la canción más escuchada durante ese año en su nación. Según la Apdayc, sus regalías subieron de 93 mil soles anuales en 2006 a 300 mil un año después. De los 113 temas más tocados en 2008, 42 eran de Mogollón.

Su vida personal también cambió. Se mudó a una zona céntrica de Máncora y construyó una casa de tres pisos para albergar a su matrimonio y sus seis hijos. Su dinero lo comenzó a invertir en terrenos y se compró dos casas en Piura, aparte del departamento que hoy gestiona en Lima. Tiene dos camionetas 4x4, un bus equipado donde se traslada con su actual conjunto, Stany Band, y motos para casi todos sus hijos. Al presupuesto agregó mil dólares mensuales en seguridad.

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