El legado de Anne Chapman sobre los últimos selk'nam

<P>La antropóloga franco-estadounidense, quien falleció el viernes a los 88 años, recibió en 2005 la medalla Gabriela Mistral y, en 2008, el Centro Cultural La Moneda le dedicó una muestra en tributo a su labor como investigadora de los extintos pueblos australes.</P>




En 1964, la antropóloga y etnóloga franco-estadounidense Anne Chapman pidió permiso a Claude Lévi-Strauss, director del Centro Nacional de Investigación Científica donde trabajaba, para interrumpir sus labores en Honduras y viajar a Tierra del Fuego. Nacida en California y con estudios en México, Estados Unidos y Francia, la razón de su travesía era conocer a la chamana Kiepja, más conocida como Lola, la última selk'nam que había crecido de acuerdo a las costumbres de sus ancestros.

En 1966, la antropóloga convivió tres meses exclusivamente con Lola, quien era la única que podía recordar los rituales de su pueblo. La oportunidad le permitió grabar la voz de Lola Kiepja, que quedó registrada en cuatro discos con la historia de su vida y cantos tradicionales selk'nam. Lola murió el 9 de octubre de 1966, pero Chapman se encargó de mantener viva su historia.

Algunas de sus investigaciones y documentales se vieron en la exposición Testigos del fin de un mundo, que en mayo y junio de 2008 se exhibió en el Centro Cultural Palacio La Moneda. En esa fecha, Chapman tenía casi la edad de Lola Kiepja, cuando ella fue a conocerla al fin del mundo.

Chapman, que murió el viernes en París a los 88 años, fue una de las más destacadas investigadoras de las culturas americanas. Su legado sobre las culturas de los onas y yaganes sigue siendo invaluable.

En el año 2009 Pehuén Editores publicó Hain, donde Chapman recopila e interpreta una ceremonia de iniciación de los jóvenes selk'nam de 1923 en Tierra del Fuego. Chapman relata que el rito es protagonizado por seres de apariencia sobrenatural, con sus cuerpos desnudos pintados y con vistosas máscaras cubriendo sus rostros. Estos "espíritus" en realidad eran representados secretamente por los hombres para asombrar a mujeres y niños. Sin embargo, la investigadora descubrió que las mujeres sí sabían que era una representación. "Las mujeres conocían el secreto y comprendían que los hombres no eran espíritus. Pero no podían revelar esto, porque arriesgaban su vida", apuntó Chapman. "No se puede conocer la cultura sin la visión femenina", agregaba.

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