El Negro confiesa a Miguel

<P>La decisión de la familia de hospitalizarlo en una clínica siquiátrica tras la separación de su esposa puso a Miguel Piñera otra vez en el foco público. En vez de ocultarse, el hermano del Presidente dio sabrosas cuñas a los programas de farándula. El lo sabe: mientras más popular, más negocios. Le propusimos algo distinto: dejar de lado las bromas y el espectáculo, y atreverse a hablar en serio. De su famila, de su miedo a la muerte, de los excesos. Este testimonio fue construido tras largas conversaciones en su departamento. A las 8 de la noche, hora en que comienza su día.</P>




"Mi viejo -José Piñera- siempre fue muy bohemio, muy bueno para la tertulia. En el departamento de él se quedaba conversando con Eduardo Frei, Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, Patricio Aylwin y se quedaban tomando café, porque eran de café y tabaco estos cabros. A mi viejo le gustaba mucho la noche. Cuando fue embajador, yo lo acompañaba mucho. El 66 nos fuimos a Nueva York -veníamos de Bruselas-; al viejo le gustaba ir al Greenwich Village, barrio de moda, donde estaban todos los barcitos; en uno tocaba Bob Dylan; en otro, Joan Báez… Eran hippies. Estamos hablando de la época del Flower Power. Yo tenía 15, 16 años y acompañaba a todos lados al viejo.

(Primera interrupción. Suena su celular, pide que lo llamen más tarde. Era un amigo organizando la salida de esa noche).

Mi papá me dejaba hacer lo que quisiera. Nunca me llamó la atención, me decía: 'Usted, haga lo que quiera, sea feliz'. Mientras, mi mamá, santa Magdalena Echenique, era la que ponía orden.

Me empecé a desordenar firme el 69. Ahí se dio vuelta mi vida. Woodstock estaba a dos horas de Manhattan, donde estaba la embajada. Era una época de mucho exceso y yo era un pendejo, tenía 16 años. Nos fuimos a Woodstock por el día, sin permiso, y nos quedamos una semana. Woodstock me cambió la vida. Cuando vi a Carlos Santana corrí detrás del escenario, aún tengo un autógrafo de él. Ahí dije: 'Quiero ser músico'. Antes quería ser futbolista, era bueno para la pelota. Cuando volví a casa, le pedí una guitarra a mi viejo y nunca más la solté.

A Woodstock fui con mis dos mejores amigos del Saint Ignatius Loyola, un colegio público. Mi mamá me metió ahí porque estaba al lado de la embajada. Me hice amigo de todos los pelusas. Ahí me desordené. Una vez, para mi cumpleaños, mis amigos se robaron la embajada, los ceniceros de plata, esas cosas. Mi mami me sacó al día siguiente del colegio y me puso en el Browning School, donde iban los hijos de los embajadores.

En esa época estaba muy fuerte el LSD y la marihuana. Yo era marihuanero".

"El 70 volvimos a Chile. Aquí también estaba todo pasando. Yo venía totalmente rebelde. Nunca me fue bien en el colegio. Del Verbo Divino me echaron. Me fui al Saint George's, me echaron también, y terminé donde llegaban todos los expulsados, La Cueto. Me hice amigo del director, carreteábamos juntos. A base de amistad me dieron el 4° medio.

Lo único que quería era irme a viajar. Llegó el golpe de Estado… (Segunda interrupción de un amigo para salir. Silencia el celular). Toque de queda y se acabó la noche. Los músicos somos bohemios, ¿dónde vas a cantar en el día? Me fui con amigos músicos. Fuimos al Cuzco, estuvimos un año allá, después a Bolivia, Brasil, otro par de años. Me fui a Estados Unidos por tierra, me demoré varios años en llegar.

Yo no pedía giros (a mi familia). Toqué en las calles y en las plazas, con mi grupo, todos hippies. Nos daba para vivir. Dormíamos en las plazas, en la playa. La mejor época de mi vida. Ocho años hippeando por el mundo.

Cruzamos Brasil en camión. Llegamos a Belén. Nos queríamos ir en barco de polizones a Europa, nos pillaron. Volvimos a Belén y cantamos en un barco de turistas por el Amazonas. Llegamos a Manaos, después a Iquitos, nos fuimos a Colombia y de ahí al Caribe. Allá cantaba en hoteles. Como hablaba inglés, cantaba Cat Stevens, Bob Dylan, Rolling Stones. Y en Guatemala me casé con la Elena, que se me acaba de morir de cáncer, una gringa que conocí en el Cuzco.

Llegando a EE.UU. me dieron mi greencard. En San Francisco hicimos una comunidad hippie. Armamos una banda, la Hot Chile.

En esos años a mi mamá le escribía puras postales: '¡Mamá estoy acá!'. Y mi mamá me decía: '¡Mijito, véngase!'. Me fue a ver a San Francisco la vieja. Vivió en la comunidad conmigo. La comunidad tenía una casa enorme en una parcela a las afueras de San Francisco, y mi vieja, feliz. Ella era aventurera también, muy simpática, dicharachera. Iba por una semana y se quedó un mes. Y ahí adentro pasaba de todo. Mi mamá miraba y se cagaba de la risa. Era 10 puntos mi vieja.

Ella quiso que la cremáramos a su muerte y que la pusiéramos a los pies de la Virgen del San Cristóbal, así, dijo, 'cada vez que vean la Virgen se acuerdan de mí'. Yo abro la ventana y veo a mi mamá. Todavía lloro por la vieja.

Mi viejo sí que era un personaje. Conversaba con todo el mundo. Mi viejo murió de porfiado, el doctor le dijo muchas veces: 'Sigue fumando, tomando café y te mueres'. Pero el viejo era muy llevado de sus ideas y siguió. Se tomaba como 40 cafés al día y se fumaba cuatro cajetillas. Se murió de eso: cafeína y nicotina. El cuerpo no le daba más. Yo voy por el mismo camino.

En esos años no había farándula, ni SQP, ni Mira quién habla, y yo tuve muchos romances, salí con una canadiense, con una brasileña, me casé con la gringa, ni mi familia sabía dónde yo andaba. (Si tuve o no hijos) es un tema que voy a mantener en privado; pero viví en muchas comunidades: en esa época hippie era free love, free sex y tuve relaciones con mucha gente. En California, en mi comunidad, éramos como 40. En Hawai, como 22, en Brasil éramos más. Pasaron cosas que quedaron en el pasado.

-¿Tuviste hijos o no, como dijiste hace unas semanas?

Prometí no hablar de ese tema… A los 16 años me lancé a la vida, eso fue hace 40 años. ¡Qué van a saber mis hermanas, mi familia, ni nadie! Es un tema que lo voy a mantener en privado".

"Todos me dicen Negro, porque era el más negrito de la familia. El único desordenado: está la Guadalupe, seria; José, superserio; Sebastián, serio; Pablo, serio -aunque es simpático el Polo, viene harto a verme- y Magdalena. Mis cómplices son la Guadalupe, el Polo, la Magdalena y Sebastián. José vive en otra galaxia.

(¿Sabes que te acepto, Marce? -le dice a su productora-, ya me tomé un café, ahora me voy a tomar un vodkita con lo que haya, o whisky, o ron).

Yo era el más joven de los hombres: 'Negro, anda a comprar Coca-Cola, Negro anda a…'. Hasta que dije: 'Corten el hueveo'. Ellos iban en los veranos a Nueva York. Me metí al gimnasio a estudiar boxeo y karate, y dije: 'Cuando lleguen se acabó la cosa'. Y llegaron: 'Ya, Negro, partiste a comprar'. 'Muchachos, las cosas han cambiado, yo ya no soy el niño de los mandados'. Sebastián me miraba con cara de: 'Así, huevón'; Pepe me miraba… Me llegaron dos patadas en el culo y seguí siendo el goma.

Era una familia muy unida. Los domingos las sobremesas eran discutidas, había de todos lados políticamente, y defendían sus posiciones con pasión y ahí era cuando terminábamos afuera en el ring.

'¿Quieren pelear?', decía mi madre… Eramos cuatro hombres y todos queríamos mandar, había mucha rivalidad entre quién era el mejor para la pelota, quién se sacaba la mejor nota, yo ahí no entraba a competir. Así es que ella compró guantes y cabeceras; teníamos un ring en la terraza de mi casa en Vespucio. Era para desahogarnos. Sebastián era bueno para los combos, nos pegaba a todos.

Yo compartía pieza con Sebastián. Amo a mi hermano. A Sebastián lo amo incondicionalmente. El siempre ha sido muy generoso. Pero no me daba plata, me daba pasajes. Al principio éramos yo y todo el lote de músicos. Lo llamaba y me decía: 'Negro, ¿cuántos van ahora?'. Yo le decía: 'Vamos a tocar a Playa del Carmen, si somos ocho no más'. 'Que vayan seis', me decía.

El día que tenga necesidad, no quepa duda que le voy a pedir plata prestada. Hasta ahora, he tenido buena situación económica.

Antes era Sebastián el hermano mío. Ahora yo soy el hermano de Sebastián.

En el 89 me las jugué firme en su campaña senatorial, cuando nadie lo conocía. Yo ya era famoso. A mí es el pueblo el que me grita "Papurri, Papá, Negrito". Entonces, íbamos en los camiones que tenía Sebastián y yo me subía en las plazas a cantar y se juntaba gente. Cuando ya había harta, les presentaba al candidato a senador que se las va a jugar por ustedes. Ahí se subía Sebastián y le gritaban ¡qué cante! El cantaba El Rey… y de ahí se mandaba el discurso.

Así hicimos también una campaña por todo Chile, contra Bachelet. Esa fue dura: Sebastián me sacaba a las 7 AM de la cama, porque él no para de trabajar. Yo lo veo y me canso. Repasamos Chile como cuatro veces y perdimos. Yo también le hacía los jingles: A todo vapor, Piñera ganador. Una locomotora para Chile".

***

"Mi mamita sufría de artritis. Todos sufrimos de eso, yo, Sebastián, el Polo. Ella dejó dicho: 'Cuando muera quiero que abran el cofre'. Era un cofrecito con una llave chiquita. A todo esto, cuando mi papá murió no dejó ni un peso. Dejó puro pasivo, claro que Sebastián se puso. Al viejo le gustaba la dolce vita.

Cuando abrimos el cofre, la cartita de mi mamá decía: 'Niños, la Guadalupe cuida a José; José a la Guadalupe; Pablo cuida a la Pichita, la Pichita a Pablo'…¡Y a mí qué me han dicho!... 'Sebastián cuida a Miguelito'… ¡Prendí 10 velas altiro! 'Y Miguelito cuida a Sebastián'. Igual yo lo llamo. Cuando era senador, a veces lo veía cansado, y ahora también lo llamo y lo invito, pero no me pesca. Cuando era senador, lo llamé una vez: 'Hermano, estás con una cara, vamos yo invito, a mi bolichito en Playa del Carmen'. Pero siempre me decía: 'Tengo que trabajar'. Y una vez me aceptó y me lo llevé. Llegamos a Playa del Carmen, mi boliche estaba en la misma playa. Puras minas estupendas… ,pero Sebastián no es de minas, Sebastián es trabajo. Yo tenía un departamentito al frente de la playa, le dije: 'Hermanito, pide lo que quieras, vamos a caminar, te presento gente'. El me dijo: 'No, yo voy a leer'. 'Huevón, estamos en el Caribe. Mira todo lo que está pasando alrededor, mira la playa'. Leyó todo el día debajo de un cocotero. Esa noche, fue al Capitán Tutix. Estuvo un rato, se rió con el show; después no lo vi más. Yo me acosté tarde, me levanté tarde. Voy a su pieza y no estaba, tampoco su maleta. ¡Se tomó el avión de vuelta a Santiago! Estuvo una noche. No puede dejar de trabajar. Eso es ser trabajólico. El tiene una capacidad de trabajo, de inteligencia... Lo que a él le sobra a mí me falta y lo que a mí me sobra, a él le falta…

El es sin sobremesa, come y a acostarse. Siempre hace lo mismo en las comidas y en los almuerzos. Estamos todos ahí y dice: 'Voy al baño' y no aparece más. Se va a leer y después a dormir.

Es culto mi hermano. Me tocó viajar varias veces con todos. Sebastián invitaba una o dos veces al año a toda la familia. Eramos 30 Piñeras, papás, mamás, hijos, esposas, sobrinos. A él le gusta navegar, hicimos el Mediterráneo completo, el norte de Africa, Marruecos, Túnez, recorriendo Sicilia, la Costa Azul, la del Sol en España. Con mi tío Bernardino, que es muy culto, mi hermana que es historiadora y Sebastián recorríamos la Capilla Sixtina. Sebastián decía 'en el siglo II antes de Cristo' y mi tío obispo: 'En el siglo IV después de Cristo'. Y salía mi hermana. La pelea era entre ellos tres, el resto como huevones escuchando.

Los viajes los hicimos antes de que Sebastián fuera senador y después que dejó el cargo. A estos cruceros varias veces invité pololas y no me dejaban compartir camarote con ellas. Sebastián decidía quién dormía con quién, y en uno que iba una polola mía, me dijo: 'Ya, Negro, tú vas a compartir dormitorio con Monseñor Obispo'. 'Pero, hermanito -le dije-, no compartimos los horarios'. 'Por eso mismo -me dijo-, el tío Bernardino duerme en la noche y cuando tú vengas llegando, el tío ya va a estar diciendo sus primeras plegarias y tú tienes el dormitorio para dormir en el día'. Así fue. Debo haber tenido menos de 25 años.

Sebastián nunca me reta, me dice: '¡Negro, ya estái grandecito, ya sabí lo que estái haciendo!'. 'Sí, yo sé'. 'Ok, no me defraudí'. Mucha gente me ve como la oveja negra de la familia, yo no lo veo así. Yo traigo la alegría a mi familia, la música, les animo, soy el único artista de los Piñera Echenique, fui el primer Piñera famoso e hice un aporte a la familia. Eso fue lo que me permitió ayudar a mi hermano el 89. Gracias a Dios, nunca me ha tocado estar en la cárcel, me han pasado cositas como a cualquiera, pero nada grave.

-En tu choque del 2009 y en una denuncia contra ti por amenazas, tu abogado fue Gonzalo Cisternas, del estudio de Carlos Zepeda. El es amigo del Presidente y abogado de La Moneda. ¿Tu hermano paga ese abogado?

El es uno de los abogados que cuida mis intereses. Lo pago yo de mi bolsillo, en absoluto Sebastián".

"Para mí el día no existe. He animado la bohemia santiaguina por 30 años. Treinta años que salgo todas las noches.

En la noche siempre hay un lugar donde cantar. Parto con mi guitarrita y hago canje: como gratis, tomo gratis, yo y todos mis amigos… Si salimos caros, cobro caro. ¡No pedimos una piscolita no más! La mayoría son músicos, más John, que es mi productor; la Marcela, mi productora, ella me ayuda a ordenar la contabilidad. Y me cuidan mucho ellos.

Todos los negocios me los hacen ellos, porque me llaman de muchos lados: 'Negro, te doy la mitad, tú pones el nombre, tú no pones ni uno'. Mis boliches los he hecho así, yo no pongo plata. Pongo la marca, el nombre -digo que es mío-, hago relaciones públicas y canto. En todos lados invito a la gente, les digo: 'Compadre, vaya al Entrenegros, tiene el primer trago gratis'. En los 90 fue mi época empresarial. Hubo como 12 Entrenegros. En esa época yo era dueño, siempre con algún socio. Después empezamos a vender la franquicia. Hoy quedan cuatro. Y ahora voy a tener como cuatro más. Algunos serán franquicia. En el que abro en las próximas semanas en Maipú, un local para 2.500 personas, tengo el 50%.

Durante el día no me tomo ni un trago, descanso. Se esconde el sol y soy otro, en la noche revivo… Y este es el desayuno (se ríe y apunta a su trago). Mira, corté el teléfono y a esta hora ya tengo nueve llamadas perdidas, son los amigotes. Hacemos la previa en mi departamento. Un traguito. Vamos a comer, y de ahí nos vamos a un boliche. Nos vamos para San Bernardo, Cerro Navia, donde haya onda y siempre hay un barcito con música en vivo y me piden que cante.

Le tengo miedo a la muerte. Quiero seguir viviendo. Yo me siento de 30. Me siento con las pilas cargadísimas. Aparte de los locales, estoy armando una fundación para músicos jóvenes.

Pero estoy más tranquilo (después de la hospitalización). Mira, bajé de dos litros a medio litro (lanza otra carcajada). Estoy cero drogas. Cuando chico, te creo. Mucha gente cree que uno es reventado todo el tiempo, pero no po, si no estaría muerto. La gente dice: 'El Negro anda volado'

-Jalado, también se dice de ti.

Claro, jalado y volado. Entonces, me aburrí, porque, obvio que en una época, cuando era joven…, pero a estas alturas... He visto cómo han quedado amigos míos, no soy huevón… Sé que si jalo, me puede dar un ataque al corazón, y eso lo sé hace tiempo. Sufro de hipertensión, tengo que tomar pastillas todos los días.

Me hice un examen de drogas, de orina, y se lo mostré a mi familia, hice como 100 copias y las repartí, porque hasta mi hermano me preguntó. Salí negativo en todo. Traguito es otra cosa".

(Muestra una de esas copias, con fecha 6 de junio, con membrete de Clínica Apoquindo. Dice: 100% negativo en cocaína y en marihuana).

"Tengo tres matrimonios. Primero me casé con la gringa. Después, con una chilena, Ximena Salazar, 20 años atrás. Después, con Belén (Hidalgo). Con ella me casé primero en un matrimonio místico en la Rivera Maya, con un chamán. En la playa, con mucha percusión, una fogata, 400 personas. De mi familia fueron unos sobrinos -hijos de Sebastián y de Guadalupe-, Sebastián y la Cecilia. Pensé que con ese matrimonio estaba listo. Pero Belén dijo que tenía que ser con todas las de la ley y así fue.

Después de 10 años, la Belén se fue. No soy depresivo, pero soy sensible. Ahí me bajó el estrés, mi familia vino a hablar conmigo. El estrés no fue para tanto tampoco, si yo estaba con penita y con mucha bohemia, actuando en las noches. La Belén llamó a mi familia diciéndoles que yo estaba muy triste, que me cuidaran, y les dio susto que yo hiciera algo. Convinieron meterme a la clínica.

Es totalmente falso (que el día anterior a mi internación le enviara mensajes al dueño de Sala Murano, amenazándolo con que era hermano del Presidente). Soy lo suficientemente hombre para afrontar la situación que viví con él. ¡Nunca le hice nada, lo mandé a la mierda no más!

Mis hermanos me decían: 'Tienes que internarte'. Les dije: 'Ni un problema, pero llévenme a una cura de sueño, ¡no me lleven a una clínica siquiátrica!'. Ese era el desacuerdo. La Santa Sofía no era para mí, nunca he tenido problemas siquiátricos.

Estuve unas dos semanas adentro. Llegó un momento en que me asfixié, quería salir. Para eso necesitaba el permiso de mi familia. El Presidente me fue a ver una, dos… seis veces. Con toda su agenda. Yo le dije: "Hermano, no vengas para acá, cómo se te ocurre, si yo estoy bien".

Te quitan el celular, ¡terrible! Yo ocupaba el celular de las visitas de los otros pacientes. Llamaba y pedía: '¡Sáquenme de aquí!'. El doctor me decía: 'Mañana te vas'. Y al día siguiente, lo mismo. Al doctor le terminé diciendo: 'Sabes, me tenís mala, no te gusta cómo canto, para mí que eres antipiñerista, ¡déjame ir!'. Al final, usé otra técnica. Cuando lo veía, le decía: 'Compadrito, gracias por todo, estoy tan bien'. ¡Qué gracias por todo, si no tenía ninguna necesidad de estar allí!

-Se dice que en la clínica estuviste también en desintoxicación.

Totalmente falso. Yo hago cero drogas. Me considero gozador de la vida. Me tomo mi traguito. En los 70 y en los 80 fumé… La cocaína la probé también, pero de ahí a que fuera un vicio y dependiera de ella, jamás. Las drogas no conducen a nada. A esta altura, si abusara de cualquier exceso, no estaría vivo".

"Ser hermano del Presidente no es fácil, estoy bajo la mirada de mucha gente, me siento más perseguido, más vulnerable. Mis hermanos me han dicho que me cuide y tengo que cuidarme. No pienso manejar más, porque mañana me choca un curado y voy a tener la culpa yo".

"Le tengo miedo a la soledad. En mi departamento siempre hay gente y duermo con todas las teles prendidas. No me gusta estar solo".

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