El regreso del niño rescatado por el Padre Hurtado
<P>Jorge Alarcón (82) pidió volver al Hogar de Cristo, donde es atendido junto a 21 enfermos. </P>
"Esta es mi casa", recalca Jorge Alarcón (82), para explicar la decisión que lo tiene de vuelta en el Hogar de Cristo. Una foto sobre la mesa refuerza sus dichos. En la imagen de colores sepia aparece, junto a otros niños, al lado del Padre Alberto Hurtado, junto a la clásica camioneta del fundador del Hogar de Cristo.
Jorge era uno de los pequeños que vivía en los puentes del río Mapocho. "Yo era cabrito, tenía 8 o 9 años, largucho, flacuchento como un ratón de acequia. Me decían 'Caracol', era encrispado, bueno para las peleas. Subía al puente del río Mapocho y carabinero que veía le sacaba la madre, me seguían y yo contento salía y arrancaba", se describe.
De sus primeros encuentros con el sacerdote que fue declarado santo, en octubre de 2004, cuenta que "en la noche iba a vernos y nos llevaba teteras con cafecito y comida, de a poco nos fue conquistando, porque altiro no podía, éramos muy rebeldes, mañosos, esquivos". El padre los convenció, y Jorge no sólo encontró un techo. Creció, fue nochero del hogar y trabajó como obrero. Formó una familia con cinco hijos y hasta se convirtió en un competidor de maratones, siempre usando una polera con el rostro del Padre Hurtado. Ahora todos le dicen "Pollito".
Su afán por el deporte, recuerda, nació de esas carreras que protagonizó con los carabineros que lo seguían después de sus malas palabras. "Nunca imaginé que gracias a eso iba a ser atleta, por eso quiero que le den mis disculpas a la 9ª Comisaría, a los paquitos que estarán muertos, viejitos, que los insulté cuando cabro, gracias a ellos fui atleta y al Padre Hurtado que me recogió".
"Pollito" ahora pasa sus días en la sala de enfermos del Hogar, donde 21 pacientes terminales son atendidos. Su hija, Ana María, cuenta que "él nos dijo que quería morir donde nació". "Pollito" ha seguido la campaña de donaciones que realiza la institución hasta este lunes, para juntar mil millones. "El Hogar de Cristo me recogió cuando niño y ahora me tiene que recoger cuando estoy enfermo. Ya estoy dejando lo último de mi vida, pero hay otros que vienen de atrás. ¡Que no sufran como sufrí yo! Que tengan un buen pasar, se eduquen, que los niños hagan deporte, como yo salí de eso. Que no falten las moneditas para los niños", pide.
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