El secreto lenguaje de los animales... una razón más para preservarlos
La grabación de una ballena beluga que imitaba la voz de sus cuidadores causó sensación en el mundo científico, pero no es el único ejemplo de animales que han aprendido códigos humanos de comunicación. Gorilas, delfines y aves muestran un potencial similar.
La grabacion dura sólo 18 segundos, pero dio la vuelta al mundo esta semana. En el registro se escucha lo que parece ser una persona que balbucea y juguetea con su voz, casi como si cantara. Pero en realidad, el sonido pertenece a una ballena beluga llamada Noc, capturada en 1977 en Manitoba, Canadá. Según sus cuidadores en la Fundación Marina de Mamíferos en EE.UU., Noc debió realizar una serie de ajustes en su tracto nasal para generar un sonido parecido al que emiten las cuerdas vocales humanas, porque el sonido que emite naturalmente es mucho más agudo. Tanto, que se las conoce como "los canarios del océano". El caso de esta ballena macho, explican científicos que publicaron sus resultados en la revista Current Biology, es un claro ejemplo de aprendizaje vocal motivado por el afán de comunicarse con los humanos con los que interactuaba a diario.
Pero esta beluga no es la única que ha exhibido un talento para aprender, a veces con niveles sorprendentes, varios de los códigos de comunicación propios de los humanos. Esto ha llevado a los científicos a insistir en la necesidad de preservar con mayor ahínco especies como ballenas, delfines o primates, para así llegar a descifrar sus sistemas de comunicación y analizar qué podemos aprender de ellos y de su inteligencia.
Ejemplos de la habilidad comunicativa de los animales hay varios: Koko, una gorila de 40 años, nacida en el zoológico de San Francisco (EE.UU.), puede entender unos dos mil términos en inglés. El primate no tiene un tracto vocal que le permita responder verbalmente, pero sí maneja con fluidez el lenguaje de señas y, según estudios de la U. Santa Clara, expresa emociones como felicidad, tristeza, amor, pena y vergüenza.
También está Alex, un loro gris africano que murió en 2007 a los 31 años. Estudios de la U. de Indiana muestran que estas aves son las únicas que, como los humanos, usan la lengua para vocalizar sonidos, a lo que se suma el manejo de los músculos de la garganta para dirigir el flujo del aire y reproducir tonos que imitan a los de las personas. Pero el talento de Alex iba mucho más allá de un nivel básico y revela una inteligencia sorprendente: durante 30 años de estudios realizados por la sicóloga Irene Pepperberg, el loro desarrolló un vocabulario de 150 palabras, logró reconocer 50 objetos, podía contar hasta seis, distinguía siete colores y entendía conceptos complejos como 'más grande' o 'diferente'.
Incluso, sus palabras para Pepperberg la noche antes de morir fueron: Sé buena. Te veo mañana. Te quiero. Una despedida que no era habitual en Alex. La experta de la U. Brandeis señala que al iniciar sus estudios en 1977 los animales aún eran considerados poco más que robots, que reaccionaban a estímulos pero carecían de la capacidad de sentir o pensar. Su objetivo por ese entonces fue averiguar qué ocurría en la mente de los animales cuando un humano les hablaba y determinar si eran capaces de adquirir esa nueva información y procesarla.
Según cuenta a Tendencias, los resultados obtenidos por ella y otros expertos prueban que la conservación de algunas especies no sólo sirve para mantener el funcionamiento de un ecosistema, sino que permitirá ahondar en su verdadera inteligencia. De hecho, si la población de ballenas belugas sigue decayendo, la ciencia podría perder la oportunidad de hallar otros 'políglotas' como Noc. En Cook Inlet, Alaska, por ejemplo, la población de estos mamíferos marinos cayó de 1.300 hace 30 años a 340 en 2010 (en 2008 ese grupo fue ingresado al Acta de Especies en Peligro de EE.UU.).
"Todos estos trabajos demuestran la compleja inteligencia que estas criaturas deben tener para aprender elementos básicos de nuestro lenguaje. Y sabemos que somos más propensos a conservar animales que demuestran ser más inteligentes y, por tanto, más 'humanos'", afirma Pepperberg. La experta agrega que la otra vía -es decir, aprender como se conectan entre sí animales tan disímiles como elefantes o roedores- "podría ayudarnos a desentrañar más detalles sobre sus complejos sistemas de comunicación y sus dinámicas sociales".
ANIMALES ''POLIGLOTAS''
Varios científicos exploran la opción de descifrar cómo algunos animales logran comunicarse con humanos y los secretos del 'lenguaje' que manejan dentro de sus propios grupos. Rico, un perro de raza collie que apareció en un programa televisivo alemán, fue uno de los casos más famosos de aprendizaje de códigos de comunicación humanos. El animal demostró saber los nombres de cerca de 200 juguetes, lo que le permitía tomarlos ante la mera mención por parte de su cuidador.
Expertos del Instituto Max Planck de Alemania estudiaron a Rico (que murió en 2008) y establecieron su impresionante capacidad de aprendizaje: podía reconocer la marca de un objeto con sólo escuchar una vez la palabra. Si los expertos colocaban 20 objetos frente a él, 19 de los cuales ya eran familiares para Rico, y le pedían que tomara el que no conocía usando un término que nunca había escuchado, el perro infería que la nueva palabra correspondía al objeto nuevo. Y después de semanas seguía recordando el nexo, un proceso de aprendizaje que según los investigadores es muy similar a la forma en que un niño de dos años aprende el lenguaje.
Los expertos buscaron otros perros con el talento de Rico y sólo hallaron dos, incluyendo a Betsy, otra collie con un 'vocabulario' de 300 palabras. Juliane Kaminski, sicóloga cognitiva que trabajó con ambos perros, explica a National Geographic que los perros fueron domesticados hace 15.000 años, un período relativamente corto para desarrollar habilidades lingüísticas por sí mismos: "La comprensión que tienen los perros de la comunicación humana es algo reciente, evolucionó debido a su continua asociación con los humanos. Tal vez estos collies son particularmente hábiles porque son perros de trabajo y en su labor de control de rebaños deben escuchar atentamente a sus dueños".
Otro caso de estudio son los delfines, que exhiben dos tipos de vocalización: clics que operan como un sistema de ecolocalización para encontrar comida y silbidos que les permiten reconocerse entre sí y que son generados de forma similar al sonido que emiten las cuerdas vocales humanas. Es más: estudios presentados en la reciente conferencia de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia muestran que los delfines aprenden rápidamente a ver televisión y a seguir instrucciones desplegadas en pantalla, además de aprender elementos básicos del lenguaje humano como las preguntas.
El secreto estaría en la constitución cerebral de estos animales, que en ciertas especies enfrenta serio peligro de desaparecer: el delfín de Maui, oriundo de Nueva Zelandia, suma apenas 100 individuos. Según un estudio de la U. Wayne State (EE.UU.), que analizó el genoma de un grupo de delfines, su cerebro posee similitudes genéticas con el de los humanos, cetáceos y elefantes, lo que explicaría por qué todos tienen niveles complejos de cognición y expresión. Incluso, expertos de la U. de Viena establecieron que los paquidermos -cuya captura ilegal en países como Tanzania llega a 10.000 al año- usan su laringe de forma casi idéntica a los humanos para 'cantar' y atraer a sus parejas.
Constantine Slobodchikoff, biólogo de la U. del Norte de Arizona, ha demostrado que incluso simples roedores como los "perros de la pradera" - los cuales son arrasados por rancheros que los consideran una peste- emiten chillidos específicos para cada tipo de depredador y distinguen el color, tamaño y forma de un atacante: incluso diferencian entre un humano obeso, alto y vestido de azul de uno delgado, bajo y vestido de verde.
¿Cuán cerca estamos de llegar a 'hablar' con un animal? Los científicos no lo saben, pero la U. de Tokio de Ciencias Marinas ya diseñó un parlante que reproduce las frecuencias de los delfines y que permitirá interactuar más de cerca con ellos.
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