El séptimo arte nació en la prehistoria

<p>El origen de las grandes producciones de Hollywood no se remonta a los hermanos Lumière en el siglo XIX, sino a cuevas adornadas hace miles de años por talentosos artistas. Nuevos estudios señalan que estos autores ya manejaban técnicas para simular secuencias en movimiento e imágenes 3D. </p>




LOS libros de historia registran el 28 de diciembre de 1895 como la fecha de nacimiento del cine. Ese día, el Grand Café de París (Francia) fue el escenario de una innovadora presentación de los hermanos Louis y Auguste Lumière, quienes sorprendieron a su audiencia al exhibir varios cortos de 50 segundos. Eran los albores de una de las formas de entretenimiento más populares en la actualidad. Aunque según varios científicos, nuestra fascinación con las imágenes en movimiento partió en realidad hace miles de años, gracias a hábiles artistas cuyas pinturas e ilustraciones generaban la ilusión de imágenes animadas e, incluso, una sensación de ver en 3D.

Hoy estas imágenes adornan cuevas como Lascaux y Chauvet, en Francia. Esta última fue hallada en 1994 y alberga cientos de dibujos de casi 32.000 años, considerados como algunos de los más antiguos y que incluyen detalladas recreaciones de caballos y otros animales. Tal como consta en un reciente estudio de la U. de Toulouse-Le Mirail (Francia), estas imágenes representan algunos de los primeros intentos de crear animaciones.

En la investigación, el arqueólogo Marc Azéma describe varias imágenes que se repiten en estos lugares y que a primera vista parecen meros bocetos, intentos fallidos y superpuestos uno sobre el otro. Se trata de caballos de cinco cabezas o dos colas y cabras con múltiples patas en la cueva de La Marche y bisontes con ocho o más patas en Chauvet. Durante 15 años, Azéma analizó las ilustraciones con la ayuda de libros de veterinaria hasta descubrir que cada dibujo superpuesto había sido ejecutado cuidadosamente para producir la sensación de movimiento.

Al usar lámparas de grasa animal para iluminar sucesivamente la superficie de piedra pintada, Azéma notó cómo la secuencia de imágenes superpuestas hacía que los caballos de La Marche usaran sus patas para pisar el piso, alzaban y bajaban sus cabezas y movían su cola. Los bisontes corrían, huyendo de los leones. Hasta hoy, el experto ha identificado 53 figuras en 12 cuevas que usan imágenes superpuestas para generar un efecto óptico de movimiento.

"Lascaux es la cueva con el mayor número de ejemplos de movimiento secuencial generado por la superimposición de imágenes sucesivas. Casi 20 animales tienen cabezas, patas o colas multiplicadas", dijo Azéma al portal Discovery. El investigador afirma que estas imágenes revelan un deseo de representar la vida, lo cual plantea preguntas importantes sobre la finalidad de estas pinturas. Hasta hace un tiempo, se creía que éstas tenían un objetivo puramente simbólico y carente de narrativa. "Eso es incorrecto. Desde el momento en que se inventó la imagen, ésta tuvo como fin contar historias", indicó a New Scientist.

Una opinión compartida por el arqueólogo Jean Clottes, especialista en pintura rupestre y miembro del Ministerio Francés de Cultura: "Estos hombres sentían la necesidad de expresar la acción y el movimiento, porque son elementos esenciales de la vida. Los animales que ilustraban, incluso cuando aparecen con flechas en sus cuerpos, casi siempre están vivos. Si hubieran estado muertos habrían perdido todo su poder y los artistas habrían perdido interés en ellos", comenta a Tendencias.

EL SECRETO DE LA LUZ

Un factor esencial para apreciar este arte es replicar las condiciones de esa época. Frederick Baker, cineasta y arqueólogo de la U. St. Pölten de Ciencias Aplicadas (Austria), explicó a New Scientist que hasta ahora todo el arte de las cuevas ha sido filmado o fotografiado en forma incorrecta. ¿La razón? "La iluminación moderna hace que las imágenes parezcan ilustraciones estáticas. Pero el uso de antorchas de grasa animal permite apreciar cómo se contaban historias de forma interactiva", dijo.

Un ejemplo es una pintura de 10 metros en Chauvet: al pasar la antorcha sobre la primera secuencia salta a la vista una escena con leones con la cabeza gacha mientras acechan a un bisonte. Pero al pasar al siguiente cuadro, la luz y las sombras juegan con las imágenes superpuestas para hacerlas cambiar fluidamente y mostrar a los leones persiguiendo a una presa. Un caso más sofisticado está en la cueva Cougnac (sur de Francia), donde una pintura de 25.000 años muestra un ciervo gigante, cuya figura fue alineada con las curvas naturales de la pared: al pasar la luz se genera un efecto 3D y una sombra bajo su garganta. Según el arqueólogo Michel Lorblanchet, al aplicar la llama titilante de una antorcha sobre el pecho del animal éste parece respirar.

En la cueva El Castillo, norte de España, una ilustración similar muestra un chamán vestido con piel de bisonte y pintado en la base de una estalagmita de tres metros de altura. Según New Scientist, al iluminarla de abajo hacia arriba no sólo se proyecta una gigantesca sombra en el techo, sino que al mover la antorcha la figura parece caminar. "Cuando estas pinturas son vistas bajo la luz titilante de una antorcha es que el efecto animado se despliega en gloria y majestad", afirma Azéma.

ANIMACIÓN PREHISTÓRICA

Los artistas de estas cuevas también parecen haberse anticipado en miles de años a John Hershel, astrónomo inglés que en 1825 creó el taumatropo o “rueda milagrosa”: un disco con imágenes diferentes en ambas caras (como una jaula y un animal) y un trozo de cuerda a cada lado. Al estirar la cuerda, el disco gira rápidamente y hace que los diseños parezcan fundirse. Así el animal parece dentro de la jaula (de hecho, se los considera precursores de la animación de Disney). Florent Rivére -un artista que reproduce artefactos prehistóricos- y Azéma descubrieron que los artistas del paleolítico usaban “juguetes” ópticos similares.

Al examinar discos de hueso de 15.000 años hallados en los Pirineos (al norte de España) concluyeron que estos objetos de 3,8 cm de diámetro no eran meros botones. Uno de los discos presenta en un lado un antílope de pie y en el otro, al mismo animal pero recostado; al añadirle una cuerda y hacerlo girar, las imágenes se funden en la retina. "Parece agacharse y levantarse en fracciones de segundo", escriben los investigadores en su estudio publicado en la revista Antiquity.

Ambos expertos no dudan que en estas imágenes yacen los orígenes del cine: “Estos taumatropos paleolíticos pueden ser considerados como los orígenes de los distintos avances que culminaron en la invención de la cámara cinematográfica moderna”.

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