El universo pictórico de David Lynch: "De niño dibujaba cuchillos y pistolas"

<P> Antes de ser cineasta de culto, diseñador, fotógrafo y músico, David Lynch estudió pintura. </P>




Muy pocos saben que David Lynch nunca se ha considerado un fanático del cine. No le importa la historia del cine, no ve muchas películas y dice no ver televisión, salvo cuando viaja. El director de Terciopelo Azul (1986) y de la serie de televisión Twin Peaks (1990) siempre quiso ser pintor y llegó al cine de rebote.

"Desde niño me encantaba dibujar", dijo Lynch con su perfecto traje negro y camisa blanca abotonada hasta el cuello y con su jopo igualmente blanco en la Academia de Bellas Artes de Filadelfia, donde ayer abrió su primera muestra pictórica en un museo estadounidense. "Dibujaba cuchillos, pistolas, aviones y mi favorito era el fúsil automático Browning".

Lynch, que creció en ordenados y limpios suburbios del medio Este de EE.UU., cuenta que nunca pensó que podía ganarse la vida dibujando hasta que viajó a la Costa Este y visitó el taller de un artista. En 1965, se mudó a Filadelfia a estudiar en la Academia de Bellas Artes. La ciudad llena de industrias y trabajadores lo fascinó e inspiró mucho su obra hasta hoy.

"Filadelfia es mi mayor influencia. Había algo en el ánimo; el miedo, la demencia, la corrupción, la inmundicia, la desesperación, la violencia que se sentía en el aire... era tan hermosa para mí", dijo sonriendo el artista de 68 años. "Creo que me dio muchas ideas y una cierta manera de ver las cosas".

En la Academia de Bellas Artes de Filadelfia (Pafa, por sus siglas en inglés), el director de El hombre elefante (1980), Carretera perdida (1997) y Mulholland drive (2001) siguió dibujando pistolas, cuchillos y creando escenas de un mundo aterrador y deslumbrante. Pero en sus pinturas comenzaron a aparecer relieves (personas de yeso, casas de cartón) y objetos (colillas de cigarrillo, una pata de conejo), hasta que quiso agregarles movimiento.

Lynch cuenta que una noche, mientras pintaba la imagen de un jardín, experimentó algo que cambió su vida: "Estaba mirando la pintura y desde ella escuché un viento. Y las plantas del jardín comenzaron a moverse. Y estoy mirando y escuchando esto y digo 'Ah, una pintura en movimiento'. Y así comenzó todo".

Como resultado de esta idea creó Six men getting sick ("Seis hombres enfermándose"), un corto en stop motion de 60 segundos filmado en 16 milímetros y proyectado sobre una superficie blanca con tres cabezas en relieve. La secuencia muestra los estómagos de los seis hombres llenándose de un líquido que sube por sus tráqueas y que terminan vomitando. En el proceso se ve la mutación de los cuerpos junto con la palabra enfermo y el sonido de una sirena de fondo.

La obra ganó una competencia en Pafa. Lynch logró una beca, se compró una cámara Bolex de 16 mm y comenzó a filmar. Pero al revelar el material sólo se veía negro. "Me volví un poco loco y me deprimí", dice, pero luego consiguió más financiamiento y filmó El alfabeto (1968), una animación de imagen real de cuatro minutos donde una mujer recita el alfabeto y luego vomita sangre. En 1970, creó La abuela, animación de 33 minutos sobre un niño que planta una semilla y crece una abuela. Ambas llamaron la atención del American Film Institute y al año siguiente Lynch se mudó a Los Angeles para estudiar allí.

Un niño de brazos larguísimos con fósforos encendidos y las palabras "enciende, fuego y niño" en el fondo, y abajo una niña afuera de una casa con el texto "niña que le gusta mucho". Un niño sostiene una pistola humeante de su mismo porte y el texto "no sabía que la pistola estaba cargada, perdón". Un hombre en medio de una calle oscura con el texto "una solitaria figura habla consigo mismo suavemente", y desde la boca del hombre asoma un globo de diálogo que dice "¿dónde vas estúpido idiota?"

Cada cuadro y dibujo de David Lynch es una pequeña historia. Una historia que muestra la vida de seres violentos y un tanto torpes, en escenarios absurdos que muchas veces hacen reír. "Me gusta pensar en una pequeña historia y en personajes que viven en un mundo que consiste en algunos cuadros antes y algunos cuadros después del que estás viendo", dice Lynch.

Aunque sus pinturas no están directamente relacionadas con sus películas, en ellas explora algunas de las mismas temáticas que aparecen en sus filmes. La nostalgia, la infancia y el hogar. La idea de que las cosas siempre pueden ir mal. El balance entre el bien y el mal al entender la razón por la cual suceden las cosas. Los límites del cuerpo, la realidad y la conciencia.

A pesar de su éxito como cineasta, las obras pictóricas de Lynch no se han exhibido, sino pequeñas muestras puntuales. "Es triste, pero cuando eres conocido por una cosa y haces otra cosa, no se te toma tan seriamente", afirma.

Pero en Lynch la pintura y el dibujo fueron lo primero. Y como dijo el curador de la muestra, Robert Cozzolino, "David cambió la manera en que pensamos sobre cultura visual con sus películas. Puede que te guste o no su trabajo pictórico, pero sin duda vale la pena mirarlo".

La muestra llamada The unified field (El campo unificado) se exhibe desde el sábado 13 de septiembre hasta el 11 de enero de 2015 en la Academia de Bellas Artes de Filadelfia e incluye 90 pinturas y dibujos realizados por Lynch desde 1965 hasta hoy. Además, exhibe por primera vez desde 1967 Six men getting sick y algunos experimentos en 16 mm, además de los cortos El alfabeto y La abuela.

Filadelfia se convertirá, además, de aquí a fin de año, en una ciudad lynchian, con varias muestras paralelas dedicadas a él en diferentes centros culturales de la ciudad.

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