Fallece Patricia Israel, pintora del exilio y la condición humana

<P>La artista, de 72 años, murió ayer de un paro cardiorrespiratorio. Hoy son sus funerales.</P>




El viernes pasado fue la última vez que la galerista Patricia Ready habló con ella. Se habían hecho amigas, desde que hace dos años comenzaran a planear su gran muestra Geografías, que se realizó en agosto pasado y que terminó siendo la última de su carrera. En la madrugada de ayer, la artista Patricia Israel Korenblit fue hallada muerta en su casa de Ñuñoa, de un paro cardiorrespiratorio. Tenía 72 años y una consolidada carrera en el medio nacional.

"Estoy consternada. Estuvimos hace unos días planeando una venta navideña en la galería, para la que haría nuevas obras. Estaba muy activa, siempre trabajando", dijo ayer la directora Patricia Ready al enterarse de la noticia. "Su obra tiene mucha poesía y un estilo único. Lamento que no haya sido tan conocida afuera".

En 2009, Israel reapareció en la escena local con el libro Cuerpos impresos (Metales Pesados), un compendio de su trabajo, donde no expuso su metodología de trabajo. El resultado es una mezcla de referentes y técnicas: fotos familiares y trozos de noticias, unidos a hilos y mucha pintura, que la revelaron como una artista experimental y multifacética.

El libro dio paso a su exposición en galería Patricia Ready y a la candidatura al Premio Nacional de Arte, que este año no ganó. Junto al crítico Justo Pastor Mellado, quien fue curador de una decena de sus exposiciones, estaba trabajando en una futura retrospectiva. La muerte la pilló antes. Desde ayer, sus restos son velados en su casa de calle Salvador y hoy, a las 16 horas, se hará un respondo en el Cementerio Israelita Sefaradí, encabezado por su única hija Paz Moreno Israel, en compañía de familiares y amigos.

Pintando lo ineludible

Aunque se inició en el taller del escultor Tótila Albert, Israel emigró rápido hacia la pintura y el grabado. En los 60 fue alumna, en la U. de Chile, de José Balmes y Eduardo Martínez-Bonati, apoyó al gobierno de la Unidad Popular y junto al pintor Guillermo Núñez, creó el mítico Postershop, en Bellavista, primera tienda donde se hacían y vendían serigrafías de distintos artistas que terminó siendo el antecedente del cartel chileno. "Fuimos compañeros en la universidad y siempre tuvo una habilidad natural para el grabado. Aportó algo bien escaso en la escena: humor. Tenía una ironía fina e inteligente", dice Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo. "Lo de Postershop fue una hazaña. Vale la pena recordarla como grabadora en tiempos en que el grabado esta casi desaparecido en Chile".

Tras el golpe militar, Israel se exilió en Venezuela y luego en Argentina. Por primera vez vivió en carne propia el dolor del desarraigo, que ya había experimentado a través de sus padres, una pareja de judíos que llegó a Temuco, huyendo de la II Guerra Mundial. A partir de allí, su obra figurativa y colorida se radicalizó hacia una abstracción llena de contenido político y cruzada por sus ascendencias españolas, griegas y latinoamericanas.

Así trabajó con temas específicos: plasmó los horrores del holocausto judío, hizo una irónica lectura sobre el descubrimiento de América, investigó el expediente sobre la muerte de Manuel Rodríguez y rememoró la quema de libros de la que fue víctima en 1973.

De vuelta en Chile, a fines de los años 80, Israel ya era dueña de una estética propia que rescató todas las técnicas gráficas: pintura, dibujo, collage y grabado. En 1993 fue una de las fundadoras de la Facultad de Artes de la U. Finis Terrae, que hoy dirige la artista Teresa Gazitúa. "Su muerte es sorpresiva. Dejó una huella imborrable como formadora de artistas. Tenía ideas claras y su pincelada era suelta y expresiva", dice Gazitúa.

Desde 2000, Israel contraatacó con una serie de exposiciones conceptuales. En El gran silencio habló sobre las historias negras del mundo: Auschwitz, Hiroshima y Kosovo. Y para Lo sumergido, muestra de 2007, denunció el descuido del ser humano con la naturaleza, mediante las imagen de un cisne de cuello negro. "Su obra reflejó un gran sentimiento de pérdida y el esfuerzo por construirse un mundo propio", remata Justo Pastor Mellado.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.