La abarrotada farmacia del Vaticano

<P>La única botica de la Santa Sede vende todas las medicinas del mundo sin IVA.</P>




NINGÚN museo en el mundo recibe tantos turistas al día como los Museos Vaticanos, cuya famosa Capilla Sixtina visitan diariamente unas 20.000 personas. Y ninguna farmacia en el mundo puede jactarse de tener tantos clientes como la Farmacia Vaticana, que cada día, de lunes a sábado, acoge una inmensa marea humana de nada menos que 2.000 clientes. Es, de largo, la farmacia más miltitudinaria del planeta.

Las razones de su éxito son sencillas. Por un lado en el Estado del Vaticano no se paga IVA, así que los productos que se venden en la botica de la Santa Sede (cosméticos incluídos) cuestan 20% más baratos que en la vecina Italia. Pero, sobre todo, la del Vaticano es la farmacia mejor surtida del mundo. "Si aquí viene una persona con una receta de un medicamento que no está a la venta en Italia, lo encuentra. Y si lo que le han preescrito es un fármaco que, por poner un ejemplo, únicamente se comercializa en Estados Unidos y no está disponible en nuestro almacén, en un plazo máximo de ocho días se lo entregamos", asegura sacando pecho el sevillano Rafael Cenizo Ramírez, quien en 2009 fue nombrado director de la Farmacia Vaticana (es el primer español en que ocupa ese cargo) y que, como es tradición desde que hace más de 100 años los hermanos de San Juan de Dios comenzara a ocuparse de la farmacia de los Papas, pertenece a esa orden religiosa.

En la farmacia Vaticana se encuentran medicamentos que en Italia y otros muchos países no se distribuyen. Como por ejemplo el Hamolind, un remedio contra las hemorroides que en el pías de la bota no se comercializa y que quienes padecen de ese tipo de molestia califican directamente de milagroso. De hecho, Hamolind es el más solicitado de todos los fármacos que se encuentran en las estantenrías de la botica del Papa: la Farmacia Vaticana vende al año 35.000 unidades de ese producto. Contractubex, una pomada para las cicatrices y Pantogar, un tratamiento para evitar la caída del cabello, siguen a las Hamolind en la lista de productos más demandados. Y tampoco que se queda muy rezagada la aspirina americana, que a diferencia de la europea incluye un protector para el estómago. O la pomada analgésica Bengay. Pero también aquí es posible comprar medicinas que sirven para tratar enfermedades raras y minoritarias y que en muchos países no se encuentran.

"Cualquier medicina que exista en el mundo se puede encontrar aquí. Con la sola excepción, obviamente, de aquellos fármacos que van en contra de la Iglesia", subraya Rafael Cenizo Ramírez. Porque, como cabía esperar, en las Farmacias del Vaticano no se venden anticonceptivos, medicamentos abortivos o fármacos utilizados en los procesos de fecundación artificial, prácticas todas ellas condenadas por la doctrina católica.

Para entrar en la Farmacia Vaticana, la única existente en los 0,44 kilómetros cuadrados del Estado de la Santa Sede, hay colas monumentales... A no ser que sea empleado del Vaticano o prelado, categorías que gozan de un trato preferencial.

El resto de los mortales debe armarse de paciencia para ser atendido por alguno de los 51 laicos, siete hermanos de la Orden de San Juan de Dios y 12 asesoras de productos de perfumería que trabajan en la Farmacia Vaticana. Aunque tampoco es necesario desplazarse en persona hasta la Santa Sede para poder disfrutar de los servicios de esta particular botica.

A la farmacia llegan solicitudes de medicamentos desde todos los países del mundo. Y la botica de la Santa Sede atiende también esas solicitudes: el año pasado realizó casi 10.000 envíos de medicamentos a todos los rincones del mundo, incluidos numerosos países en vías de desarrollo, donde muchos fármacos no se encuentran. "Y no atendemos más solicitudes, porque no tenemos capacidad. Pero tal vez dentro de un año y medio, cuando ampliemos la Farmacia Vaticana, podamos hacerlo", confía el director de la botica de la Santa Sede.

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