La ciencia descifra la belleza de Elizabeth Taylor

<P>La fallecida actriz fue constantemente alabada por la hermosura de sus ojos, rostro y figura. Factores genéticos y rasgos que encajan en patrones de belleza identificados por los investigadores explican el atractivo que generaba.</P>




"SI ALGUNA vez existió una Helena de Troya de carne y hueso -una mujer cuya belleza fuera capaz de mover fronteras política o motivar el zarpe de míticos mil navíos- esa mujer fue Elizabeth Taylor". El homenaje de Sarah Ball, redactora de Vanity Fair, a la última gran diva del cine resume la imagen casi incomparable que proyectó en su carrera. Mientras sus fans solían calificar su hermosura como "incandescente", su gran amor Richard Burton llegó a afirmar que Taylor era "bella más allá de cualquier sueño".

Considerada como un ícono de la era clásica de Hollywood -siempre aparecía en público con su cabello perfectamente arreglado, un sofisticado maquillaje y numerosas joyas-, quienes la conocieron afirmaron tras su muerte que su imagen era única. "Al entrar en una habitación, tenía la presencia más imponente de todos los presentes. Era increíble", dijo Elizabeth Emanuel, diseñadora de varios atuendos para Taylor y del vestido de boda de la Princesa Diana, a la agencia AP.

Pero más allá de la atención al detalle que prestaba hacia su propia apariencia, su atractivo también se basaba en varios rasgos que los científicos han identificado como patrones de belleza, a los que se suman factores genéticos particulares de Taylor. Estos últimos no sólo resaltaban sus rasgos, sino que también habrían influido en los problemas cardíacos que generaron su muerte.

Rostro único

Uno de los rasgos que hicieron famosa a la actriz fue el color de sus ojos, que solía ser descrito como violeta (incluso uno de sus más recientes productos cosméticos fue bautizado Ojos Violeta). Aunque sus ojos eran en realidad de un tono azul profundo y parecían adquirir color violeta con la iluminación adecuada, sí sacaban partido de un rasgo particular de Taylor: debido a una alteración genética, nació con una doble fila de pestañas que daban más sensualidad a su mirada.

Según narra J. Randy Tarborelli en su biografía de la estrella, un doctor se encargó de informar a los padres de Taylor que su hija había nacido con una mutación. En un primer momento, la reacción de la madre fue de temor pero al saber de qué se trataba dijo: "Bueno, eso no suena tan mal". Usualmente, este rasgo se deba a una mutación en el gen FOXC2, que afecta el desarrollo de varios tejidos en embriones. Su alteración sería responsable de males como el síndrome linfedema-distiquiasis, mal hereditario que altera el sistema linfático y genera hinchazón de extremidades y deformaciones en la columna. Además, 7% de las personas que nace con esta enfermedad sufre de males cardíacos congénitos. De hecho, Taylor tuvo un largo historial de problemas al corazón y su muerte se atribuyó a una falla cardíaca masiva.

Su rostro no sólo destacaba por el color de sus ojos, sino que por su tez pálida y pelo oscuro. Según Nancy Etcoff, sicóloga de la U. de Harvard (EE.UU.) y autora del libro La supervivencia de los más hermosos: la ciencia de la belleza, fue la combinación de estos factores lo que generó el encanto de Taylor. "Un contraste más intenso de facciones hace que un rostro se vea más femenino", dijo al portal ABCNews. Precisamente, estudios de Richard Russell -sicólogo del Gettysburg College (EE.UU.)- determinaron que los individuos participantes calificaban como más femeninas las caras que mostraban mayor contraste entre los ojos y los labios y la piel.

De hecho, dice Russell en uno de sus estudios, esto explica el éxito de los cosméticos, ya que funcionan intensificando ciertos atributos faciales. "El maquillaje opera, precisamente, para exagerar estas diferencias. Al hacer que los ojos y los labios se vean más oscuros, sin alterar la piel que los rodea, se eleva el contraste facial", explica el sicólogo en un comunicado de prensa.

Según añade Etcoff a ABCnews, Taylor poseía otro rasgo de belleza que la gente suele pasar por alto, como es una quijada pequeña y delicada. En la pubertad, dice la investigadora, las caras masculinas desarrollan arcos oculares más pronunciados y mandíbulas rectangulares, mientras que los rasgos femeninos permanecen menos pronunciados en esas áreas. "Si pensamos que un signo de belleza es la hiperfemeneidad, ella tenía un rostro inferior con grandes labios y quijada pequeña; ese es un aspecto de belleza muy notorio en su cara", señala.

Hace dos años, Stephen Link -sicólogo de la U. de California en San Diego- hizo que 160 estudiantes miraran cientos de rostros con distintos rasgos. ¿El fin? Identificar las proporciones faciales consideradas como más atractivas. Esta "proporción dorada" resultó ser la siguiente: cuando la distancia vertical entre los ojos y la boca de una mujer correspondía a 36% del largo de la cara, y cuando la distancia horizontal entre los ojos llegaba al 46% del ancho facial, la cara era juzgada más atractiva. Y el rostro de Taylor encajaba perfectamente en ese índice.

"Al analizar fotos de su rostro, podemos estimar sus proporciones. Y ellas son casi idénticas a las 'proporciones doradas' que encontramos. Aunque existen muchas fotografías de su rostro tomadas de diferentes ángulos, como la portada de la revista Time de 1949, las proporciones que he pidido calcular son lo suficientemente exactas", dijo Link a La Tercera.

En términos de figura física, la ciencia también ha mostrado que el cuerpo de Taylor correspondía a un ideal de belleza femenina. Hace algunos años el hoy fallecido Devendra Singh, sicólogo de la U. de Texas y especialista , estableció que la proporción ideal era una cintura de 70 cm y caderas de 90 cm.

De acuerdon con Etcoff, Taylor encabaja casi a la perfección en esas medidas. "Ella era vista como voluptuosa. Eso se combinaba con una cadera pequeña que la hacía exageradamente femenina y atractiva", dijo a ABCNews.

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