"La Concertación no está sintonizando con la sociedad"
<P>El senador socialista Camilo Escalona descarta la muerte de la coalición opositora, pero lamenta su "ensimismamiento". No cree que Michelle Bachelet deba fijar postura sobre la contingencia. Y critica a sectores radicales del movimiento estudiantil. </P>
Los múltiples certificados de defunción de la Concertación que se han cursado en los últimos días no inmutan a Camilo Escalona. El senador socialista es un convencido de que la coalición terminará reformulándose con miras a las elecciones presidenciales del 2013. Por eso, discrepa del ultimátum del 5 de octubre que se autoimpusieron los presidentes de partido para iniciar una nueva etapa del conglomerado.
"No hay plazo para recomponer una coalición. No se puede crear una nueva Concertación por decreto. Es muy peligroso generar expectativas que después no se puedan cumplir, Lo sensato es pensar que de aquí al 5 de octubre se abre un amplio debate respecto al camino que le proponemos al país. Es decir, hay un largo proceso político que no se reemplaza por declaraciones", señala el senador, sentado en su oficina del noveno piso del Senado en Valparaíso. "Yo estoy seguro de que la Concertación será reemplazada por un nuevo bloque de fuerzas con miras al gran desafío del año 2013, que es derrotar a la derecha que hoy está en el gobierno. Sin embargo, eso no se produce si el objetivo es autoimpuesto", añade.
¿Los presidentes de partido se apresuraron al tomar esta definición?
Las cosas no se pueden medir por el grado de éxito que se tiene a corto plazo, porque ese éxito no llega de manera mecánica. Entiendo a los que reclaman que la Concertación debe aparecer como lo que era el año 88, pero eso no se consigue simplemente porque se desea.
Hoy lo que marca la agenda es la crisis educacional. ¿Hay sintonía entre lo que propone la Concertación y lo que pasa en las calles?
El tema de los estudiantes nos presenta un desafío inesquivable. Y la mejor manera de responder a eso es lo que pasó esta semana. Yo no me hubiera imaginado que justo al día siguiente en que algunos daban por muerta a la Concertación, esta se anotaba su mayor éxito político a lo largo de esta administración, que es la aprobación con 26 votos a favor del proyecto de ley que pone fin a las sociedades espejo, que es el mecanismo del lucro en la universidad privada. Por eso, no se puede pensar que la reformulación pasa por ensimismarse en la dinámica interna de la coalición. Con ese ensimismamiento, la Concertación no está sintonizando con la sociedad. Pretender resolver en 15 días fenómenos que la coalición ha vivido en los últimos 20 años me parece un encierro. La sociedad no nos está exigiendo una nueva declaración política el 5 de octubre. Ya hicimos ese ejercicio el 2010, cuando se proclamó la refundación de la Concertación. Y eso no ocurrió. Entonces, quienes piden resolver en 15 días procesos que tienen décadas buscan un ajuste de cuentas con una derrota, son viudos de la derrota presidencial.
¿Usted da por muerta a la Concertación?
No, independiente del nombre que tendrá el futuro bloque de izquierda que derrote a la derecha. La Concertación perduró porque obedeció a una realidad profunda de la época, que era concertar a los que antes habían estado separados. No respondió a un eslogan. Por eso, ahora no se trata de contratar a una agencia de publicidad para que nos dé un nombre. La única posibilidad de entregar una alternativa fructífera al país es el acuerdo entre la izquierda y el centro. Y eso es la llave de cualquier alternativa.
Pero es la DC la que remarca la diferencia entre un acuerdo instrumental y uno programático. ¿Se puede superar la tensión entre la DC y el PC?
Esa es una tensión que la tiene el que quiere. Sin los votos de la DC, Guillermo Teillier no sería diputado. Y al revés: sin los votos del PC, Andrés Zaldívar no sería senador. Seamos claros. Ahora, la alternativa programática no es ni para la DC ni para el PC, es para el país, no es para la parcela política. Lamentablemente hay gente que cree que la política son los cuatro metros cuadrados del partido propio y del partido de al lado, y llaman a una reformulación que, en el fondo, lo que quiere es reducir la izquierda a un segmento minoritario de la sociedad.
¿Leyó el documento redactado por Carolina Tohá?
Lo he leído con atención. Yo estoy por una política de mayorías. Y tengo una profunda diferencia con ese documento cuando dice que en nuestra alianza política tenemos que incorporar a las organizaciones sociales. Yo repito lo que dije hace meses: las organizaciones sociales no son para manipularlas, son para respetarlas en su autonomía y en su propia identidad, porque en ellas hay ciudadanos de todas las fuerzas políticas. Además, hay que respetar su identidad, porque hoy hay organizaciones sociales de mucho vigor, como la estudiantil, que no quieren ser manipulados por fuerzas políticas.
¿Vio en el documento un intento por aislar a la DC?
No. Yo leí en ese documento ideas positivas, pero que planteadas como ultimátum se desvirtuaban. La plataforma de acción que se propone al final del documento es perfectamente posible de suscribir por todos los partidos, pero situado esto como un mensaje 'lo toma o lo deja', puso a la coalición en un pie forzado.
¿Le gustó el nombre Convergencia Opositora?
El debate sobre el nombre es un ejercicio absurdo. Cuando surja una nueva fuerza, el nombre va a llegar por sí solo. Este no es un concurso de publicistas para encontrar el mejor eslogan, eso no es creíble.
¿Hay que defender la marca Concertación, como planteó Ignacio Walker?
La Concertación como patrimonio del país es invaluable. Incluso, en un tiempo, el propio Presidente Piñera intentó levantar un mensaje concertacionista, usando una gráfica que en los colores era de la Concertación. En el subconsciente colectivo de la población hay una valoración positiva de la Concertación. ¿Por qué entonces nosotros vamos a perder la marca?
Tanto en la Concertación como en la Alianza se ha planteado que Michelle Bachelet debe pronunciarse sobre el conflicto educacional. ¿Coincide con eso?
No. Eso no tiene nada que ver. ¿Sobre qué se va a pronunciar? Por su mentalidad y su estilo, no creo que quiera colocarse en ese rol mesiánico de dar recetas, por encima del bien y el mal. No está situada en el contexto del país y sería mal recibido.
Hay quienes creen que puede convertirse en un puente y destrabar el conflicto.
No. Creo que los estudiantes rechazan esa mirada de las cosas, rechazan los puentes de oro, de plata o del metal que sean.
Usted es bacheletista. ¿Le acomoda este diseño en que ella permanece alejada de la contingencia?
No creo que sea un diseño, creo que es una realidad. Si la ex presidenta estuviera en el país, obvio que tendría que opinar. Pero como no lo está, ¿de qué va a opinar si no está en la contingencia, si no ha tomado contacto con los actores?
Si no es Bachelet ¿quien debe asumir el liderazgo de la Concertación?
Ahí no tengo candidatos. Yo tengo una persona que es mi candidata, pero acepto el derecho de todos a competir.
En algún momento planteó el nombre de Andrés Velasco.
No. Lo que yo plantee fue su derecho a competir.
¿Es Bachelet la única razón que mantiene unida a la Concertación?
No. Veinte años son muy fuertes. Además que todos tenemos conciencia de que para tener un sentido constructivo de acción política, y que esta no se convierta en una práctica inconducente, se necesitan bloques que aspiren a ser mayorías. Por muy importante que sean las figuras individuales ¿qué pueden hacer aisladas? Por muchos que sean los arrestos de algunos que se sienten pletóricos de energía, ¿qué hacen solos? La Concertación sigue siendo una realidad, por encima de los deseos de cada cual.
Pero lo que muchos plantean es que esa unidad no basta.
Porque estamos en la oposición, no estamos gobernando, eso es lo que la gente no se convence. Si la gente resolvió que estuviéramos en la oposición. Yo les pido a mis colegas y amigos que asumamos la realidad.
A cuatro meses de iniciado el conflicto estudiantil, ¿ve alguna salida?
La salida es que el gobierno se flexibilice. Está muy duro y hace una lectura equivocada de la correlación de fuerzas de la sociedad. Cree que tiene más fuerza de la que en realidad tiene. Entonces piensa que el movimiento estudiantil se va a caer y el gobierno va a ganar, y esa lectura se ha mostrado equivocada en los meses anteriores.
¿Advierte un desgaste en los estudiantes?
Pero ellos no son como los mayores. Se desgastan, pero se reponen. Lo mejor es asumir la realidad y negociar en serio.
Esa premisa ¿es válida para los dos lados?
Para los dos lados, claro. En el movimiento estudiantil hay personas equivocadas, algunos radicales que piensan que el Estado se va a caer. Y no es así, el Estado no se va a caer. Creo que ambas partes tienen que asumir que no pueden hacer todo lo que quieren hacer.
¿Por ejemplo, usted respalda que los estudiantes pidan reformas a la Constitución, cambios al binominal, etc.?
No veo problemas en eso. El punto es si esas reformas constitucionales son una condición para el acuerdo.
Pero el lucro, por ejemplo, no se va a terminar de un día para otro.
No se trata de estatizar la educación, tiene que haber un sistema mixto. Tienen que necesariamente respetarse los proyectos individuales y autónomos de enseñanza, pero mantener el esquema actual como está es insostenible. Pero insisto, ambas partes tienen que asumir que no van a poder imponer todo. Ambas partes tienen limitaciones. Ninguna de las dos se va a caer, ni el movimiento estudiantil ni el Estado.
En marzo del próximo año usted deberá asumir la presidencia del Senado. ¿Qué planes tiene para su gestión?
No soy de los que se hace los "cachirulos" antes de tiempo. No entraré en ese tema.
En el gobierno hay quienes creen que usted puede ser el Longueira de la oposición, gestionando grandes acuerdos.
No, por una razón muy simple… He escuchado varias veces este tema. Esto tiene una malicia. Primero, inflar artificialmente el rol que tuvo Longueira en la crisis del 2003, pero bueno, dejemos ahí eso. El problema es que en este gobierno no hay un Insulza. Aquella vez, en un momento de dificultades, el ex Presidente Lagos le entregó un mandato total y pleno a Insulza. Yo formé parte de esa negociación, era presidente del PS, a mí nadie me cuenta el cuento. E Insulza era un negociador total y completamente autorizado. Esa no es la situación actual. Lamentablemente, el Presidente no ha sido capaz de hacer lo que anunció en una entrevista una semana después de ser elegido, cuando dijo "mis ministros estarán empoderados". Y eso no es así.
Pero si llegado el momento se empoderara a un ministro. ¿Usted estaría dispuesto?
No me voy a poner en ese escenario, porque no me otorgo facultades que no me han sido conferidas. Un negociador tiene que tener facultades, y a mí nadie me las ha dado. Tengo 40 años de política así que no me voy a perder en esto. No me voy a vestir con ropas que no me han sido entregadas.
¿El accidente de Juan Fernández cambió el clima político?
Ha influido, fue una tragedia muy amarga.
¿En qué se manifiesta?
En que los estudiantes no hicieran una marcha tal como la habían anunciado. Creo que excepto los vándalos en la noche del 11 de septiembre, ese día las organizaciones de derechos humanos tuvieron un rol mucho más prudente de lo que es habitual.
¿Y también cree que cambió la percepción de la ciudadanía ante el gobierno?
Eso no lo sé. Sí creo en una encuesta que se dio a conocer esta semana (Imaginacción) que dice que la mayoría de la gente tiene una mirada positiva sobre cómo actuó el gobierno en la tragedia. De eso no tengo duda. Pero respecto a un balance general del gobierno, no creo que sea conveniente instrumentalizar un sentimiento de la opinión pública comprensible.
Y usted, ¿va a ir a la reelección en 2013?
Yo tengo una decisión en mi cabeza, pero me la reservo para el 2013.
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