La Cruz, el pequeño pueblo que vive de las paltas y sufre con las heladas
<P>La comuna de la provincia de Quillota vive de los cultivos de palta chilena, hass o negra. La venden, la consumen con tallarines, con pan y en palta sour. Por ello, han sido los más afectados con las bajas temperaturas de las últimas semanas.</P>
Nosotros ya reemplazamos lo que es el fiambre. Tenemos la palta, que nunca falta. La ocupamos en varias cosas, ya sea en las pastas o en las ensaladas.
¿En los tallarines?
Sí, en vez de usar salsa, le echamos palta molida. Como tenemos hartas variedades, quedan súper ricos. Se muele una cantidad grande y, dependiendo del número de la familia, se aplica en los fideos, pue".
Mario Roco (45) es un hombre de campo y tiene una pequeña parcela en el poblado de La Cruz, una comuna enclavada entre Quillota y La Calera, en la Quinta Región, a 120 kilómetros de Santiago.
Allí, al pie del portón, describe las virtudes de la palta y de todas las recetas que se hacen con ella. No extrañan mucho sus dichos. Acá, mire donde se mire, lo que más se ve son árboles de palta. Ni álamos, ni plátanos orientales, ni plantas ornamentales. Paltos por todos lados.
La Cruz es la comuna del aguacate, como lo llaman los mexicanos, y de hecho, la provincia de Quillota es la principal zona de cultivo de los frutos que luego se exportan. Como abundan, en cada esquina se venden mallas de cuatro kilos por $ 1.000. Hasta en la sala de reuniones del municipio hay una fuente con ocho paltas de plástico, como símbolo.
Es más, la propia alcaldesa, Maite Larrondo (UDI), es propietaria de un fundo donde cultiva paltas. Y como ella, la gran mayoría de los vecinos tiene, al menos, dos árboles de la especie en su patio, y de ellos comercializan los frutos.
Por eso es que las bajas temperaturas que se han registrado en la zona -como en buena parte del país- durante las últimas semanas han sido trágicas para muchos de ellos. El frío, como a otros cultivos, causa estragos en la palta. "Lo problemático es la palta que ya está, que se ha congelado, y también los brotes para el próximo año", dice Larrondo.
"Aquí, el 99% de la comuna vive de la palta", asegura la alcaldesa. Y no exagera. Tanto las casas pequeñas como las quintas -que acá abundan- tienen paltos. "Algunos los plantó mi abuelo", dice Yesie Vilchez, en su quinta de Av. 21 de Mayo, el denominado camino Troncal. El es uno de los afectados: "Confiábamos cuando se hablaba de tres días de heladas, pero han durado semanas". Asegura que el año pasado sacaron unos 15 mil kilos y que hoy tendrán pérdidas cercanas al 40%.
El "troncal" de venta
Muchos dicen que había paltos desde los inicios de la comuna (se fundó el 24 de julio de 1902). Otros aclaran que antes era la chirimoya la que mandaba y que sólo en los 90 se comenzó a forestar masivamente.
A lo largo de 21 de Mayo se multiplican los puestos familiares que venden el fruto estrella. Lo sacan de sus propios árboles. Uno de ellos es el "Frutjil", de Pablo Jil Ubillo. También se pueden encontrar los de Alvaro Cortez, Jacqueline Galaz, Oscar Pérez y Angélica Espejo, que venden palta hass antigua, palta hass nueva, palta chilena, palta edranol, palta bacon, palta verde y la de casa: la palta negra de La Cruz.
Los cruceños la utilizan en todo. Hay sopa de palta y aceite de palta. También la mezclan con machas, ensaladas o la rellenan con pollo. O en un cebiche. Para beber también: el palta sour. "La palta no aburre. Yo recomiendo la edranol, que es la más sabrosa", y la exhibe orgulloso Pablo Jil, mientras un par de clientes compran desde cuatro hasta 60 kilos.
Existen más paltos que habitantes en La Cruz. La comuna tiene 14.907 personas y paltos hay cientos de miles. En cada calle de la localidad, muchas de tierra y ripio, los paltos se empinan por sobre los 10 metros; pero hay otros que no superan el metro y medio. Han sido estos últimos los más afectados con la escarcha, que congela la savia. Las hojas se queman y los frutos se caen.
Hasta el viernes hubo 10 días, de un total de dos semanas, en que la Dirección Meteorológica registró temperaturas bajo cero. La última fue el lunes pasado: -2,9 °C.
A unos sí, a otros no
"Yo tenía para sacar más de 10 mil kilos", dice el pequeño agricultor Alberto Espangue. La misma situación enfrenta Mario Roco. "Se quemaron las flores otoñales, la fruta, todo eso. Prácticamente no quedó nada".
Casi la totalidad de los dueños de paltos de las zonas bajas debían cosechar en agosto. Ahora tendrán que esperar entre dos y tres años.
Quienes no sufrieron fueron los que han sembrado en los cerros o en el pie de monte, donde las heladas no hacen tanto daño. Además, tienen molinos que calientan el aire. Son los propietarios más grandes.
Gonzalo Mayol, gerente general de la agrícola Lomas de Pocochay, no ha pasado grandes problemas. El también tiene su receta: "El palto es delicado. Es como una mujer, hay que quererlas más que entenderlas".
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