La cuna del ponche marino de Talcahuano
<P>Picorocos, erizos o camarones, mezclados con varios licores, es la base del brebaje que Juan Cruces ha hecho famoso en la "La Aguada". </P>
UNA tradición centenaria de los pescadores artesanales se convirtió en uno de los productos más reconocidos de la gastronomía de Talcahuano: el ponche de mariscos. Juan Cruces, dueño del restaurante La Aguada, lleva 39 años preparando este brebaje.
Cuenta que comenzaron con la historia en 1972, fecha en que inauguraron su local en una pequeña casa, ubicada en calle Colón 912, dirección que mantienen hasta ahora.
Con el correr de los años se ha transformado casi en una marca de fábrica. "La gente del área pesquera disfrutaba, pues es reconfortante, así que tomé la idea y comencé a mejorarla", dice.
Este hombre de 66 año no tiene reparos en dar a conocer su receta, pues asegura las tradiciones deben darse a conocer. "Esto lleva vino blanco especial filtrado, huevo, azúcar a gusto, coñac, cacao, vainilla, canela y la pulpa del marisco. Todo se mezcla en la licuadora y se filtra con un colador fino. Se sirve en una caña y está listo para beber".
Esta preparación puede ser hecha con varios productos marinos: picorocos, erizos, camarones, piure y hasta con huevos de gaviota. "Ese se ve muy poco, antes era más usual. Acá el preferido es el de picoroco, dado el sabor y la textura que queda. Es muy suave", dice.
A la picada del puerto llegan clientes de diferentes puntos de la región, incluso del extranjero a probar las exquisiteces del mar. "En un comienzo los ponches eran un aperitivo. Preferían eso antes que la vaina o un pisco sour. Ahora la gente lo sirve con el plato principal, con la paila marina o a las empanadas", cuenta.
Asegura que beber una o más copas de la bebida puede tener propiedades afrodisíacas. "Uno queda fortalecido, aunque no lo crean. Una pareja de jóvenes tuvo mellizos y en sus familias no había antecedentes de ello. La cosa es que cuando les preguntaban, ellos decían que fue porque la noche, donde crearon a los pequeñitos se habían tomado varios ponches de erizos acá", dice.
La Aguada ha sido un local que ha ganado prestigio y clientela. Cruces hace de todo. Se levanta a las 7.00 a comprar la mercadería, luego toma desayuno en el local y saluda de mano a cada uno de los proveedores que llegan. "Por el sacrificio que uno hace, disfruta más los logros", enfatiza.
Sin embargo, no todo ha sido alegría, pues su local ha sufrido dos episodios críticos. "En 1984 el negocio se incendió. Me costó cinco años recuperarme", contó.
La madrugada del 27/F, el local también sufrió con el tsunami que devastó Talcahuano. "Se perdieron muchas cosas, pero decidimos remodelar el local completo. Mejoramos las instalaciones del recinto, porque estoy convencido de que esta ciudad va a florecer. Vienen tiempos muy buenos", asevera.
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