La fórmula del éxito del "gigante asiático" del barrio Brasil
<P>De un pequeño y pobre local en Maturana a uno de cuatro pisos en Av. Brasil. Este restaurante lleva en total casi 40 años deleitando paladares santiaguinos con comida cantonesa, pero casi 30 tejiendo historias en torno al barrio Brasil. La hija del fundador ha sabido mantenerlo vigente. </P>
TODO está preparado para celebrar el Día del Niño en el restaurante Los Chinos Ricos, este 4 de agosto. Cerca de 800 personas pasarán por las mesas de este local del barrio Brasil, como suceder también en festividades como el Día del Padre o de la Madre. Incluso, algunos mozos se disfrazarán, para dar magia al ambiente.
Así viene sucediendo desde que falleciera, en 1994, su fundador, Jerardo Yau, quien llegó a Santiago desde Cantón en los años 20, en un viaje que duró tres meses. Su hija Ana quedó entonces a la cabeza del negocio y desde entonces quiso darle una impronta más familiar al local y dejar atrás el que tuvo al comienzo, cuando funcionaba como posada y casino para atender a la oleada de inmigrantes chinos en los 70.
Este lugar, del 373 de Av. Brasil, es uno de los pioneros de la cocina china en Santiago -junto a otros como Danubio Azul y el Cantón-, y en torno a él se han tejido las más genuinas historias del sector y la ciudad. En gran parte, Los Chinos Ricos le dieron el impulso a sus compatriotas para expandirse por el barrio, con pequeños negocios de abarrotes y con más de una decena de restaurantes de comida cantonesa que hoy conforman una especie de "Chinatown".
Este restaurante de cuatro pisos lleva casi 30 años en la vereda oriente de la Plaza Brasil y no sólo ha sabido mantener a los fieles de siempre, sino que captar nueva clientela. Con el tiempo, Ana empezó a arrendar el local para matrimonios y cumpleaños, y en la semana captó a los nuevos oficinistas del centro, notarios y empresarios. ¿Sábados y domingos? Muchas familias. No sólo las del sector, sino también de comunas del sector oriente, como Providencia. Esto, por su tradición cantonesa con más de 50 platos en la carta y a precios razonables.
Antes de ser Los Chinos Ricos, ahí funcionaba el antiguo cine Alcázar, uno de los cerca de 90 cines de barrio que Santiago tuvo. El edificio fue el símbolo de la llegada de una arquitectura moderna al sector de la Plaza Brasil en los años 30 y cuando el cine dejó de funcionar, abrió ahí el club de baile Dancing Brasil. "Una vez que terminábamos de trabajar íbamos a divertirnos ahí. Tocaba la orquesta de Giolito y su combo", relata Ana Yau.
Ella y su familia se cambiaban así desde calle Maturana, porque allá su padre administraba la posada de la Sociedad de Beneficencia China, que acogía a los recién llegados del país asiático. En 1978 instaló ahí mismo un casino para dar de comer a sus compatriotas a muy bajo precio.
Le fue tan bien con esta humanitaria empresa, que muy pronto en el barrio se corrió la voz sobre la buena mano de la cocina asiática que él preparaba. Luego, los mismos vecinos comenzaron también a concurrir en busca de los novedosos y baratos platos de Yau. "Hay que ir a probar la comida de los chinos pobres", recomendaban.
La imagen de la ropa recién lavada, tendida hacia la calle desde las ventanas por los humildes inmigrantes se impuso en la vecindad, la que terminó bautizando al lugar como Los Chinos Pobres. "Vivían de manera muy modesta, incluso criaban sus patos y pollos para alimentarse", dice Ana.
A Yau le gustó el mote. "Mi papá quiso transmitir con esa marca su política de toda la vida: dar buena comida a precios bajos. Así es que en 1984, cuando el dueño del Dancing Brasil le ofreció el recinto para que abriera su propio restaurante, decidió llamarlo oficialmente Los Chinos Pobres", recuerda Yau.
Fue un craso error, pues el nuevo administrador del casino de la Sociedad de Beneficencia se querelló contra Yau. El quería conservar la marca para sí y mantener la copiosa clientela. El ruido fue tan grande que intervino la Embajada de China y ésta prohibió usar este apodo, esgrimiendo que promovía una imagen negativa de su país.
Entonces vino el nuevo nombre: Los Chinos Ricos. "Promociona bien mi idea de ofrecer platos ricos a precios pobres", solía decir el padre de Ana.
Hoy, el restaurante atienda más de 2.000 personas los fines de semana, en horarios que la misma Ana supo extender para que se replete de esa manera.
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