"La fotografía de viaje es un cliché montado por la industria turística"

<P>Invitado principal del II Festival de Fotografía de Valparaíso, que parte mañana, Pam habla sobre su obsesión de casi 40 años por retratar países asiáticos.</P>




Cuando se le pregunta a Max Pam (62) en qué época se interesó por la fotografía de viaje, él de inmediato describe la escena de su despertar sexual. "Tenía sólo 10 años cuando vi a mi primera hembra desnuda en una revista de Nacional Geographic y a los 14 leí la primera novela adulta, El mundo de Suzie Wong. Cuando la terminé supe que a la primera oportunidad dejaría Melbourne y sus suburbios. La perspectiva de una vida de aventura y la rebelión sexual en sitios distantes me ofreció una salida apasionante a esta ciudad sin brillo", dice el fotógrafo.

A los 20 años aceptó un trabajo como ayudante de un astrofísico que viajaba en un Volkswagen de Calcuta a Londres. La sensación de ser un nómade lo atrapó y desde ese día no dejó de viajar. La fotografía llegó como un añadido a esas aventuras turísticas, que por décadas se han concentrado sobre todo en el continente asiático.

Hoy, el australiano Max Pam es considerado uno de los fotógrafos de viaje más importantes del mundo. El año pasado lanzó su último libro, Atlas Monographs, que repasa sus diarios de viaje desde 1970 hasta 2006 y que recibió el premio a Mejor Libro de Fotografía del Año en la última edición de PhotoEspaña.

El volumen será presentado por su autor en el II Festival de Fotografía de Valparaíso, que parte mañana. Además, Pam tendrá una muestra de su trabajo y hará una residencia para 15 fotógrafos locales en el Parque Cultural Valparaíso, sede central del evento, que dirige Rodrigo Gómez Rovira y que este año está dedicado a la fotografía de viaje. Habrá varias actividades callejeras, como exposiciones de fotos en espacios públicos, un fotomaratón y proyecciones en edificios de la Plaza Sotomayor.

Maxpamlandia

Gran parte de los años 70 y 80, Pam los pasó recorriendo Asia, fascinado por la sensación de libertad y adrenalina que le proporcionaban sus encuentros fortuitos con mujeres, el extrañamiento de una cultura totalmente ajena y los paisajes cautivantes de Oriente. "Debía estar allí, viajar, comprender y participar en la ósmosis de estas culturas únicas. No tenía formación como fotógrafo. No trabajaba para ningún medio o revista. Las fotos las pensé como un trabajo largo que me llevaría toda la vida ejecutar y cotejar. Un compromiso que se transformó en mi antropología visual", dice Pam.

Así, recorrió países como la India, Pakistán, Yemen, Zanzíbar, China y Japón. Para el australiano, la fotografía debe estar estrechamente ligada a su experiencia como viajero, se trata del registro de un encuentro personal con el lugar, un viaje externo e interno, donde Pam no es sólo espectador, sino protagonista.

¿Cómo logra alejarse de la típica mirada exótica y turística?

En el peor de los casos, la fotografía de viaje es un cliché montado por la industria turística y no es mucho mejor que la falsificación de culturas que puede verse en National Geographic. Yo no soy un fotógrafo de viajes, sino un fotógrafo que viaja. Mi trabajo es autobiográfico, podría disparar mi cámara en París o Bangkok, pero en esencia se trata de un viaje por Maxpamlandia.

En 1990, Pam fue objeto de una gran retrospectiva en la Comptoir de la Photographie en París y en 1992 recibió el Gran Premio del Libro Fotográfico en Francia. También expuso en Japón, Australia y Gran Bretaña y tiene más de una decena de libros, la mayoría autogestionados.

Atlas Monographs es su volumen más completo: no sólo contiene fotografías, también hay dibujos, pinturas, recuerdos y reflexiones escritos a mano por el propio autor , durante cuatro décadas, que complementan su ruta de viaje.

¿Hay alguna imagen que le haya marcado?

Me enamoré a primera vista de los Himalaya. Manejar en ese pequeño camino poroso, siempre ascendiente y de delgadísimas curvas justo al lado de la línea del tren que va desde Shilguiri a Darjeeling, muy alto entre las nubes, fue mi introducción a mi amorío. La montaña Kanchenjungha no se revela hasta casi la última curva antes de la llegada, pero cuando lo hace es una vista tan poderosa que no la he olvidado en 38 años.

¿Cómo inició los diarios?

Mantengo diarios visuales desde mi primer viaje en 1970. Para financiarme lavaba platos en restaurantes y trabajaba en empresas de extracción de carbón. Los diarios empezaron para impedir que me volviese loco en las largas noches solitarias en hoteles horrorosos. Aún los diarios tienen una función terapéutica para mí.

¿Qué consejos les daría a los fotógrafos locales?

Francamente, pienso que los fotógrafos tienen que hacer sus propios libros. Muchos fotógrafos van con sus fotos donde un editor y le dicen: "Por favor, haga que esto tenga algún sentido". Esa es una escapatoria. Uno tiene que construir el cuerpo de su trabajo y ser el conductor de eso. Es muy, muy duro. Pero hay que ser capaz de gastar el tiempo en ello, usted necesita imprimir su trabajo.

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