La guerra que seduce a los capitalinos
<P>Hace dos años no eran más de 20 equipos en todo Chile. Hoy, sólo en Santiago hay cerca de 60. Son los aficionados al "Airsoft", el juego que simula combates militares y para el que sus seguidores están usando distintos puntos de la ciudad. Parece haber llegado para quedarse, ahora que fue reconocido como deporte. Se lo ganaron … a balazo limpio. </P>
Luchan en la precordillera, a la altura del paradero 26 de Av. La Florida, o en las antiguas instalaciones de la ex Ciudad del Niño. Incluso han irrumpido en pleno cerro San Cristóbal y ahuyentado, sin quererlo, a paseantes y ciclistas de fin de semana. Pero la curiosidad siempre consigue que alguno se quede y hasta termine practicando este juego de origen japonés que lleva una década en Chile.
Así le pasó a Claudia (32) un domingo en el San Cristóbal: "Me asusté, como todos, pero me quedé. No tengo ninguna onda con lo militar, pero esto es muy entretenido. Más que la guerra, prima la camaradería", confiesa.
En un combate de airsoft se enfrentan dos equipos a balazo limpio. El objetivo, a veces, es conquistar el territorio del contrincante o, simplemente, aniquilarlo.
Según Christian Rodríguez, gerente de Airsoftwar.cl -la primera tienda en traer productos para los airsofters, ubicada en el Caracol de Ñuñoa desde 2006- el juego llegó el año 2000 a Santiago. "Al principio había que contar con la generosidad de propietarios de terrenos para poder jugar. Pero ya a partir de 2003 se empezaron a arrendar algunos y eso marcó el ingreso del airsoft al mercado", dice.
En Santiago ya existen una decena de empresas e, incluso, personas que arriendan predios para iniciar el "combate". Airsoftwar, por ejemplo, alquila un pequeño sitio de 100 m2 en Lo Cañas, el sector precordillerano de Av. La Florida. Ahí, entremedio de eucaliptos y sobre un terreno en pendiente, los jugadores entran al campo previo pago de $ 7.000. Eso, por una hora y por el préstamo de tres cargadores de municiones y equipamiento completo. Si se tiene todo esto último, el precio baja a la mitad.
Otra de las empresas que ofrecen un espacio amplio para los seguidores de esta actividad es GeoAventura, que está en Las Vizcachas, y donde sólo se cobra el acceso al bosque ($ 2.500). Igual suma debe desembolsarse en la Granja Interactiva Lo Planella, ubicada en el paradero 26 de La Florida.
Algo que también gusta a sus fanáticos son las construcciones abandonadas, ya que si bien se pierde el contacto con la naturaleza, se pueden simular combates en ciudades sitiadas. "Muros, escaleras y las distintas plantas de una construcción se transforman en sitios para esconderse, defenderse y atacar. Como en la escena final de la película Rescatando al Soldado Ryan", dice Álvaro (36), practicante de la disciplina. Por eso es que no pocas veces los terrenos que fueron de la Ciudad de Niño -desocupada en 2003- son usados para estos fines.
En una partida de airsoft se enfrentan dos equipos, de al menos cinco participantes cada uno. Aunque han logrado reunir varias decenas por lado, conformando verdaderos batallones.
Hay distintas maneras de jugar: están los enfrentamientos en los que sólo se busca dar de baja al adversario; la tradicional "captura de bandera"; y el "combat mision", en la que los grupos se enteran del objetivo a conseguir sólo en el momento de la partida. Pero la favorita de los airsofters es la recreación histórica de conflictos, como el enfrentamiento de 1993 entre soldados estadounidenses y milicias somalíes, que el cineasta Ridley Scott retrató en su película La Caída del Halcón Negro. En este caso, los seguidores ven las escenas de ésta y tratan de reproducirlas.
También están los encuentros que recrean juegos computacionales, como Counter-Strike, Call of Duty o Medalla de Honor, para muchos la puerta de entrada a este deporte que se sustenta en un riguroso código de honor: el jugador que recibe un impacto debe retirarse del terreno de juego.
Sea cual sea la modalidad usada, quienes las practican aseguran tener estrictas medidas de seguridad, como el uso de antiparras, la prohibición de dispararle a la cara al contrincante ni tampoco al cuerpo a menos de cinco metros, y el manejo de la réplica descargada si no se está jugando.
Cristián (30), conocido también como Hummvee, cuenta que algunas personas le preguntan si iría a una guerra real. "¡Y yo les digo que todos, por supuesto! Pero no se trata de si jugamos a esto o no; se trata de amor a nuestra tierra. Sería muy sintético sentirse chileno sólo cuando juega la selección", dice
No está tan claro el número de adeptos a este juego, pero Rodríguez sugiere que cerca de 4.000 personas lo practican en Chile y al menos 1.200, en Santiago. "En 2009 había 20 en todo el país y hoy deben ser unos 60 los teams informales en la capital, cada uno, con unos 20 miembros", explica.
Para terminar con la incertidumbre en lo que se refiere a cifras, los mismos jugadores se están organizando en un censo nacional, con un formulario que que se puede llenar en el sitio www.empadronamientoairsoft.cl.
Desde 2009, existe en la capital un equipo llamado Delta Contractor Group. Se reúnen todos los domingos a jugar. Hace siete días, el sitio elegido fue la Plaza Palma Chilena en el cerro San Cristóbal.
En Santa María con Pío Nono, un miembro de ese grupo, Ronny (41), espera a los del team rival: DEAT, la División Especial de Asalto Táctico. "¿Quieres usar el AKA 47? Tengo una M4 también: la 'Killer'", dice este comunicador audiovisual de cabello rasurado con rigor militar.
Una vez arriba, los Delta toman sus medidas para pasar inadvertidos, pero los visitantes habituales al peñón no logran evitar la cara de sorpresa al verlos con réplicas exactas de rifles de francotirador, revólveres modelo Baretta y fusiles, entre otros. De estas, Christian Rodríguez cuenta que vende unas 200 cada 45 días, a precios que van desde los $ 70.000 a los $ 500.000.
Según señalan en Chiledeportes, las réplicas entran al país como juguetes. "Se entiende que sirven para practicar un juego deportivo. No está regulado el porte, la tenencia, el transporte ni el uso, como tampoco se requiere de inscripción ni autorización por una unidad fiscalizadora", respaldan en Carabineros de Chile.
Ronny cuenta que cada vez que van a practicar al San Cristóbal, dan aviso previo a Carabineros. "No se necesita una autorización especial; sólo nos exigen que no andemos mostrando las réplicas en plena calle", dice.
Pero Bernardo Küpfer, director del Parque Metropolitano de Santiago, es tajante: "No lo entendemos como un deporte amigable para la familia y el grupo objetivo al que nos debemos. Acá privilegiamos actividades como el senderismo, la natación, caminata, gimnasia entretenida o el ciclismo". Y agrega: "No promovemos el airsoft, es más, lo rechazamos dentro del parque, porque si no se hace con los mecanismos de seguridad correspondientes, puede terminar con una víctima que lamentar".
Así y todo, la disciplina parece haber llegado para quedarse. En febrero de 2011, Chiledeportes lo certificó como modalidad deportiva y en su Registro Nacional, ya hay 30 agrupaciones inscritas. Todas ávidas por descargar sus pistolas sobre sus rivales.
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