La historia del matrimonio que reflotó la tradicional Confitería Torres

<P>Desde hace siete años, Patrizia Misseroni y Claudio Soto tienen las riendas del tradicional restaurante santiaguino. En este lapso no sólo lo reflotaron, sino que además lograron abrir dos nuevas ubicaciones en la capital.</P>




Nunca habían estado involucrados en el rubro gastronómico, pero cuando en 2002 Claudio Soto -ex dueño de Zapping Book, tiendas de revistas, libros y música ubicadas en aeropuertos- y su esposa, Patrizia Misseroni, vieron por televisión que la tradicional Confitería Torres estaba a punto de ser demolida, para convertirse en una farmacia, no lo dudaron dos veces y se propusieron comprar y potenciar el tradicional restaurante que desde 1879 acogió a presidentes de la República, ministros y a gran parte de la clase política y artística chilenas.

Ahora ya no sólo goza de buena salud la histórica locación de la esquina de Alameda con Dieciocho, sino que además cuenta con dos ubicaciones más: en la Plaza de la Ciudadanía, en La Moneda, e Isidora Goyenechea. Este último establecimiento fue oficialmente inaugurado el jueves pasado, después de unos meses de marcha blanca.

Rescate nostálgico

Decididos a quedarse con el restaurante creado por el cocinero José Domingo Torres en plena Guerra del Pacífico, Soto y Misseroni acudieron al remate en 2002 y ganaron. "Esta idea de evitar que muriera no sólo era nuestra, hubo mucha gente que mostró interés. Si hasta Julio Martínez lloró en televisión ante la posibilidad de que cerrara sus puertas para siempre. En ese momento teníamos la energía y los recursos para hacerlo", dice Soto, sobre su obsesión por mantener vivo el lugar donde nació el tradicional sándwich Barros Luco.

Pero una vez dado el primer paso vino la parte más difícil del negocio: recuperar su antiguo esplendor. Una tarea en la que invirtieron cerca de $ 300 millones, todo con el objetivo de restaurar las sillas y mesas estilo reina Ana, provenientes de Viena, volver a su posición original la antigua barra Art Decó, revivir el antiguo reloj mural y restaurar el Libro de Oro, firmado por grandes personalidades y, por supuesto, refaccionar la obra gruesa del local, que entre sus cuatro paredes recibió, por ejemplo, a los presidentes Arturo Alessandri Palma y Eduardo Frei Montalva, cuando éstos hacían un break luego de la Parada Militar.

Con todo este trabajo, Claudio Soto decidió desprenderse de Zapping Book. "La Confitería es un trabajo súper demandante y exige que estemos todo el día", cuenta el empresario.

En 2006 comenzaron el proceso de la expansión. Inauguraron un nuevo local en la Plaza de la Ciudadanía en el Centro Cultural La Moneda y desde principios de este año mantenían en marcha blanca el restaurante de Isidora Goyenechea, en pleno barrio El Golf, en el que son socios junto al empresario Samuel Levy.

"La idea de expandirnos surgió porque mucha gente nos preguntaba cuándo estaríamos en regiones o en otros sectores de Santiago. De hecho, hasta nos propusieron que la lleváramos a Australia", recuerda Soto. Con todo, Patrizia Misseroni señala que por el momento no hay proyectos de nuevos locales. "Esto requiere mucho esfuerzo y la idea es preocuparnos muy de cerca de la calidad de lo que ya tenemos", afirma.

Pese a la modernidad de las nuevas instalaciones, los dueños se han preocupado de mantener la identidad a través de detalles bien pensados, como disponer de una gran barra y replicar el mismo diseño de las baldosas con las que cuenta el alma mater de los dos nuevos restaurantes.

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