La historia desconocida del primer científico chileno
<P> Ramón Picarte creó en el siglo XIX las tablas de división: un invento útil para el comercio y la agricultura y avalado por la Academia de Ciencias de Francia.</P>
Una de las principales avenidas de Valdivia lleva el nombre de Ramón Picarte, un militar chileno del ala liberal que participó en varios episodios de la Guerra de la Independencia. Su figura también es recordada en los nombres de calles en Santiago, Melipilla, Valparaíso y Viña del Mar.
Sin embargo, no es de él sobre quien trata este artículo, sino más bien sobre su hijo, Ramón Picarte Mujica, quien no tiene calles o monumentos que lo homenajeen y cuya historia es casi desconocida, pese a ser considerado el primer científico nacido y formado en Chile que logró publicar con éxito su obra en el extranjero.
Picarte nació en el año 1830, cuando el desarrollo y la enseñanza de las matemáticas en Chile aún era rudimentario. En Santiago existían sólo 31 escuelas de primeras letras, a las que asistían 1.733 alumnos, una muy pequeña proporción de los más de 50 mil habitantes de la capital. En estos centros se enseñaban nociones básicas de aritmética, que se limitaban a las cuatro operaciones básicas: suma, resta, multiplicación y división.
Pese a esto, Ramón logró avanzar en sus estudios y entró a estudiar Humanidades al Instituto Nacional, donde compartió salas con personajes como el escritor Alberto Blest Gana, el historiador Diego Barros Arana y el compositor del himno nacional Eusebio Lillo. Sin embargo, pronto abandonó estos cursos e ingresó al de matemáticas, para convertirse en agrimensor, oficio dedicado a la medición de terrenos que, sin embargo, no ejerció. "Dentro de los científicos, Ramón Picarte es particularmente interesante y creo entender porqué es desconocido: porque se dedicó a una cosa estrafalaria como la teoría del número", explica Claudio Gutiérrez, académico del Departamento de Ciencias de la Computación de la U. de Chile y autor de un artículo que recoge su vida.
Su obsesión eran las tablas de cálculos y llegó a desarrollar una tabla de divisiones que simplificaba esta operación para números grandes, al punto de que posteriormente tituló su obra como "La división reducida a una adición". Un invento especialmente útil para el comercio y la medición de terrenos. Su trabajo no sólo destaca por la novedad para su época, cuando existían tablas para realizar sólo cálculos menores, sino también porque la enseñanza de las matemáticas a nivel superior estaba orientada a su aplicación práctica: geometría, topografía y dibujo. Esto dificultaba cualquier desarrollo teórico. ¿Cómo pudo entonces Picarte desarrollar sus tablas? Fundamental fue su maestro en el Instituto Nacional, el vasco Andrés Gorbea, quien tradujo al español el "Curso Completo de Matemáticas Pura", el texto de referencia en la época. Otro factor fue su propia capacidad intelectual. "Habría sido más difícil en la ingeniería, química o medicina donde se necesitan laboratorios e instrumental. En las matemáticasse necesita tiempo, perseverancia y saber de matemática. Picarte era un genio que se desarrolló solo", dice Gutiérrez.
Viaje al reconocimiento
Su obra fue desestimada en Chile, incluso por Antonio Varas, entonces ministro de Instrucción Pública. "La gente acá no entendió, no le creyeron", dice Gutiérrez.
Por esto Picarte decide ir a buscar el reconocimiento a París, por entonces la metrópoli del mundo. Parte desde Valparaíso en 1857 hacia Perú, donde permaneció dos meses trabajando en distintos oficios, hasta que dos chilenos le financiaron su viaje a París donde logró entrevistarse con los matemáticos de la Academia Nacional de Ciencias de Francia, ante quienes expuso.
La Academia aprobó su obra mediante una carta firmada por Charles Hermité, Claude Mathieu e Irénée Bienaymé, los principales matemáticos de la época: "Proponemos a la Academia, el dar las gracias al Sr. Picarte por la presentación de su trabajo, y el estimularlo a publicar su tabla de divisiones".
Recién cuando esta noticia fue conocida en Chile, la opinión pública pasó del escepticismo al elogio. El 18 de mayo de 1859 el gobierno le entregó una asignación mensual de 500 pesos y financió la impresión de 300 ejemplares con sus tablas de mutiplicación y división.
Pese a que la computación hizo prescindibles estos instrumentos, en 1962 el Índice de Tablas Matemáticas de la U. de Oxford contemplaba la tabla de Picarte.
Tras publicar su obra en Francia, regresó a Chile en 1862 y fue incorporado a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Sin embargo, se dedicó al desarrollo de modelos matemáticos aplicados a problemas sociales hasta 1884, cuando viaja a Francia y se pierde su rastro.
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