La inmortalidad de Manuel Puig
IMPRESIONA el vigor y la persistencia con que las editoriales argentinas reimprimen a sus autores de fondo. Por supuesto que en las librerías bonaerenses se encuentran las últimas novedades extranjeras, pero la fuerza literaria del Río de la Plata está en cada vitrina, en cada mesón, en cada repisa. Es algo que va más allá del orgullo nacional y que habla tanto de la riquísima tradición literaria que poseen como de un público amplio e interesado en su propia cultura.
Entre las reediciones de Soriano, Fontanarrosa y Juan José Saer, sobresale la colección de Manuel Puig, diseñada con una estética que recuerda al cine clásico de Hollywood y las novelas rosas que se vendían en los quioscos en la década del 50. Con motivo de los 80 años de su nacimiento y considerando que sus libros estaban totalmente agotados, Emecé acaba de sacar cinco libros, con un tiraje de 40 mil ejemplares. Y en febrero se completa la saga con otras cuatro novelas.
Cuando tenía 10 años Puig comenzó a estudiar inglés por su cuenta. Quería aprender la lengua del cine, su principal pasión y refugio. Vivía en General Villegas, un pueblo seco y chato, donde los habitantes se divertían escuchando radioteatros, paseando por la plaza y pelando a los vecinos. Esos pocos elementos le bastaron para crear una obra que no sólo ha resistido el paso del tiempo, sino que crece con los años.
Su primera novela, La traición de Rita Hayworth (1968), transcurre en su pueblo y trata de un niño cuyo vínculo con el mundo pasa por su relación con las estrellas que ve en la pantalla. El libro se compone de fragmentos de trabajos escolares, diarios íntimos, monólogos y conversaciones, un collage vivísimo que se convertiría en la marca de estilo de Puig. Boquitas pintadas se construye a partir de cartas y causó una profunda molestia en el pueblo, transfigurado como Coronel Vallejos, porque ventilaba los enredos amorosos y denunciaba el machismo. Hoy, sin embargo, a la entrada hay un letrero que dice: “General Villegas, la ciudad de Manuel Puig”. Y en el restaurante Boquitas Pintadas hay una foto de Danilo Caravera, el joven que inspira el personaje de Juan Carlos.
La sorprendente capacidad para registrar el habla popular llega a su máximo nivel en Cae la noche tropical y Sangre de amor correspondido. En la primera, dos ancianas hablan de la vida sentimental de una vecina, soltera y sicoanalista. Sangre de amor… es la historia de un joven hermoso y trabajador, buenísimo para el fútbol, que deja plantada a la joven del pueblo que lo amaba perdidamente.
Las novelas de Puig están repletas de diálogos, es decir, de rodeos, silencios y malentendidos. Avanzar en la lectura es internarse en segundas o terceras versiones sobre un mismo hecho: relatos que se van superponiendo hasta diluir cualquier ilusión de verdad. Al capturar la manera de hablar de la gente real, con sus imperfecciones pero también con su música, Puig provocó en la narrativa un efecto similar al de la antipoesía. Si Parra había bajado a los poetas del Olimpo, Puig se encargó de aterrizar a los encumbrados novelistas del boom. Quizá por ello, sus novelas siguen pareciendo innovadoras y, al mismo tiempo, amables, cercanas, cómplices.
Alvaro Matus
Periodista
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