La masacre de Virginia Tech llega al teatro local como una parodia de terror adolescente

<P><I> Cho, que en coreano significa hermoso,</I> se estrena el 6 de abril en el Teatro del Puente. </P>




Antes de matar a 33 personas, incluido él mismo, Cho Seung-hui escribió dos obras de teatro. Y lo hizo en serio. Los textos eran para un curso en Virginia Tech, la misma universidad donde el 17 de abril del 2007 realizó la matanza más grande de todas las que han ocurrido en establecimientos educacionales de Estados Unidos. A partir del 6 de abril, esos textos estarán sobre el escenario del Teatro del Puente, gracias a Cho, que en coreano significa hermoso.

Prepárese, esta noche lo descuartizaré con el filo de esta misma hoja. ¿Leyó?, ¿se asustó? ¿Cuál es el límite entre escribir atrocidades y cometerlas? Quizá todo el arte tiene un nivel de sadismo, quizá contar historias ya es algo violento en sí mismo, quizá Cho Seung-hui no sea tan distinto a nosotros. Sobre esas preguntas, Los Contadores Auditores (La tía Carola) comenzaron a crear Cho..., porque las obras que dejó el autor de la matanza tienen méritos para postular a sustantivos como atrocidad, sadismo y violencia.

Uno de los textos trata de unos chicos que quieren matar a un profesor y la otra es sobre un niño que trata de vengarse de su padrastro, al que acusa de haber asesinado a su padre. "Una especie de Hamlet posmoderno en el que empiezan a salir temas como la pedofilia súper gratuitamente. Todo es violencia, sangre, groserías. Heavy. Impresiona la rabia que hay en esa escritura con la sociedad que nunca le dio cabida", cuenta Juan Andrés Rivera, quien junto a Felipe Olivares forman Los Contadores Auditores.

Atroces pero cortitas, las dos obras no duran más que una decena de minutos. Por eso, los textos están integrados dentro de una trama mayor, una especie de falso documental que toma parte de la información real que Olivares encontró en la colección de noticias sobre el caso que armó desde el 2007.

Ashley, una compañera de universidad de Cho, se da cuenta de que el sujeto es un poco raro. Y en un arranque de proactividad, decide investigar. Todo eso es ficción, pero el tipo de madre con que se topa, la calaña de los compañeros de dormitorio y esos detalles salen de lo que reveló la prensa. Lo que no sale es Cho mismo. "El era súper extra en la vida, nadie lo pescaba, de hecho le decían el signo de interrogación. Así que decidimos que si bien la obra trataba de Cho, él no tenía que ser el protagonista. De ahí surgió un poco el formato del terror, por esa ley de que el monstruo nunca se ve", dice Olivares.

No es cualquier terror, es uno hollywoodense adolescente puro y duro, con una obra cumbre del género como gran referente: Scream. ¿Para qué? Para contar una historia de forma entretenida al mismo tiempo que subterráneamente se critica un sistema. "Los gringos tienen este rollo con tratar el tema de la violencia a través del terror. Es como un disfraz de los verdaderos horrores del sistema capitalista. El género del terror es una parodia a eso, a buscar el horror en cosas absurdas en vez de en lo de verdad horrorífico, como la desigualdad", dice Rivera.

Matanza real en clave de comedia negra teatral, con estética grunge y hasta con un fragmento musical. Suena un poquitín incorrecto, pero es pura doctrina en el universo de Los Contadores Auditores. La dupla creativa se formó en el 2007 con dos mandamientos: tratar cómicamente temas que no son cómicos y contar historias de forma distinta. "Estábamos aburridos del teatro no narrativo, de la versión de una obra que es la versión de esta versión de la otra versión. Contar historias es algo súper político también. El solo hecho de contar historias es un aporte". Por eso, estos dos diseñadores teatrales llegaron a la dramaturgia y la dirección. Cho... es su cuarta obra y la sucesora de su exitosa La tía Carola. Entre la presión, el susto y las risas dicen: "Igual le tenemos fe".

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