La promesa a medias de las universidades transandinas
<P>Casi 900 chilenos van a la Universidad de Buenos Aires, la UBA, para estudiar gratis. De ellos, 800 no tienen convenios vigentes para volver a ejercer en Chile. Seis de cada 10 no pueden pasar el plan común y quedan con sus estudios truncados. Muchos caen en drogas y pasan hambre. El costo de partir a Argentina es alto. </P>
El dato que da Marcelo Díaz, embajador chileno en Argentina, en el edificio de la repartición nacional en la Recoleta porteña, es concluyente. De 870 estudiantes chilenos que al 2012 cursaban estudios en la Universidad de Buenos Aires, 804 están en carreras que no tienen convenios vigentes para poder ejercer en Chile. El resto, una minoría de 64 alumnos, está en carreras acreditadas por el Ministerio de Educación argentino. Según los convenios de homologación que hay entre ambos países, sólo esos estudiantes pueden regresar a Chile y ejercer sus carreras sin problemas.
El resto, con carreras que incluyen Medicina, Derecho y varias ingenierías, se ven forzados a seguir sus vidas en Argentina después de egresar.
El problema se produce con la UBA, una universidad pública de elite y de altos estándares académicos, y no en otras instituciones privadas y públicas del país transandino. Los chilenos que cursan estudios fuera de la UBA, por lo general, no tienen problemas para volver a Chile y ejercer.
"La UBA tiene una gran cantidad de carreras que no están acreditadas y, en consecuencia, esos alumnos, aunque se titulen, no van a poder ejercer en Chile", dice Díaz. "Estamos tratando de buscar los mecanismos para solucionar problemas en el ámbito del convenio de cooperación", asegura el embajador.
Según círculos diplomáticos, el problema se produce, en parte, porque la UBA considera que la institución de gobierno que acredita en Argentina es académicamente inferior. De ahí la histórica resistencia a acreditar sus carreras. Aún así, esto no es una política generalizada de la UBA. Cada facultad decide si quiere pasar por el proceso de acreditación: carreras como Arquitectura, Odontología o Medicina Veterinaria permiten a los egresados chilenos volver al país y homologar su título sin problemas.
El embajador Díaz piensa que este problema con la UBA, que se arrastra de varios gobiernos anteriores, debe ser resuelto. "Los estudiantes chilenos se están quedando acá porque no tienen opción y eso no puede ser. Los estudiantes que están formándose acá, en una universidad de alto prestigio, no pueden quedar fuera del amparo del reconocimiento de títulos", asegura.
De momento, se ve difícil que la UBA decida acelerar su proceso de acreditación sólo para que estudiantes chilenos puedan ejercer en su país de origen, aunque Díaz ya tuvo un almuerzo con el rector de la universidad en la embajada para buscar una solución. "Podría haber un acuerdo UBA- Universidad de Chile, por ejemplo", dice el embajador.
Raúl Sanhueza, el cónsul general de Chile en Buenos Aires, matiza en algunos temas la opinión del embajador Díaz, poniendo en contexto los sistemas de acreditación de ambos países. "En el sistema chileno todas las universidades tienen la obligación de pasar por un proceso de acreditación (para acceder a recursos fiscales). En el caso de Argentina, se partió por un núcleo de acreditación más chico, con carreras relacionadas con la salud pública. Esto partió con la ley de educación universitaria el año 94, artículo 43. Pero el proceso ha sido gradual. Si vienes a estudiar Licenciatura en Historia, esa carrera no está acreditada en ninguna parte, ni siquiera en las privadas", explica.
Según Sanhueza, el año después de que en Argentina se partiera con la ley de educación, la UBA quedó con una sentencia a su favor que la exime de la obligatoriedad de la acreditación. La manija que tiene la universidad, de 300 mil estudiantes, 60 mil docentes y 11 mil administrativos, es grande. "La UBA dice que es tan del Estado como el Ministerio de Educación. Sus fondos, a diferencia de las otras universidades, vienen directamente del tesoro argentino", remarca Sanhueza.
-¿Cómo entonces puede llegar a ejercer en Chile un chileno egresado de una carrera no acreditada?
-Todo lo que no esté en los convenios de reconocimiento, que son las carreras no acreditadas, cae en la potestad de la Universidad de Chile. Si quieren volver a Chile, tienen que pasar por esta universidad, la que se hace cargo de la homologación de los títulos extranjeros.
El problema es que homologar no es simple. La Universidad de Chile se encarga de mirar las mallas curriculares de los egresados de la UBA que quieren ejercer en Chile. Y luego decide la cantidad de cursos que tiene que tomar. A veces, incluso, se exige un magíster o un máster. El propósito de ir a Argentina para estudiar gratuitamente se pierde, ya que la Universidad de Chile, a diferencia de la UBA, sí cobra a sus alumnos por estudiar.
"El problema es que nosotros no podemos pedirle a Argentina que acredite a todas las carreras", dice el cónsul Sanhueza. "Ellos van a ir con sus tiempos, aunque esto también afecta a los argentinos que estudian en la UBA. Qué pasa si una doctora se casa con un chileno y quiere vivir y ejercer en Chile. Ahí también hay un problema".
Aunque sí lo considera un factor, a diferencia del embajador Díaz, el cónsul Sanhueza no cree que sea determinante que los estudiantes chilenos que egresan de la UBA no estén regresando a Chile por no poder ejercer sus carreras: "Soy de los que creen que el estudiante que viene a estudiar una carrera de pregrado termina quedándose acá, porque conoce a su pareja, crea su familia. A todo esto se agrega la traba de que el médico de la UBA tiene que pasar por la Universidad de Chile para validar su título, sin saber cuántos años o ramos les va a costar. Esto ayuda a que la gente se sienta tentada a quedarse".
Tiempos duros
Si para los estudiantes chilenos es un problema regresar a Chile para ejercer sus carreras, llegar a conseguir un diploma puede ser un problema aún más serio. En una universidad como la UBA no aplican pruebas de selección como la PSU. Todos los que terminan la secundaria en Argentina pueden entrar a estudiar y lo mismo ocurre para quienes vienen desde afuera. El problema es sortear el gran colador. Todos los estudiantes entran a un plan universitario común, el que, por lo general, marca el futuro académico de los alumnos. Y para los chilenos, este plan común tiende a ser más difícil de superar que para los argentinos.
"De 10 chilenos que llegan a la universidad, sólo cuatro pasan el plan común", dice Eduardo Jopia (56), hijo de chilenos nacido en Buenos Aires. "En el caso de los argentinos, pasan seis de 10". Jopia conoce la realidad muy de cerca. Es el secretario general del Centro Bernardo O'Higgins, el primer centro de inmigrantes chilenos en Argentina, y trabaja como consejero en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En ambos cargos asume un rol de facilitador para los estudiantes nacionales que piden ayuda.
Jopia dice que la dureza del plan común hace que muchos chilenos aborten sus estudios, que muchas veces sus familias no saben qué pasa con ellos, que en Chile creen que siguen en la universidad. "Pero hay unos 250 estudiantes que llegaron acá y nadie sabe dónde están", cuenta Jopia. "No pudieron adaptarse y terminaron trabajando en cualquier cosa, hasta vendiendo calugas en la calle".
Raúl Sanhueza, el cónsul chileno, corrobora esta situación. "Buena parte de los que llegan acá es para estudiar gratis, lo que hace que el grueso de los estudiantes que lleguen vengan de colegios públicos o particulares subvencionados por un tema de recursos. Una buena parte de ellos son de regiones. La UBA es una universidad de elite y no es fácil para ellos equipararse académicamente. Suma a eso la soledad, tener que trabajar para mantenerse, el hecho de que llegan muy jóvenes, con 18 años. Muchos vienen en condiciones muy modestas, a veces durmiendo seis en un dormitorio, porque esta ciudad es muy cara".
Sanhueza dice que cada dos meses repatria a uno o dos estudiantes chilenos. Jopia, por su lado, a través del centro chileno, hace lo mismo. Y un par de veces en el último tiempo se ha tenido que enfrentar a intentos de suicidio de estudiantes chilenos. También, a sacarlos de la droga.
"Muchos han caído en el paco", cuenta Jopia. "Una droga de villa miseria, que llegó a grupos de estudiantes universitarios por lo barata, y se hace con lo que sobra de pasta base mezclada con tubo fluorescente molido. Es totalmente adictiva. He mandado a varios chicos de vuelta a Chile totalmente destrozados. A uno lo subí en un bus, pero se bajó en Córdoba y le perdí la pista".
Diego Alamos (24) es un estudiante de tercer año de Sociología y primero de Derecho en la UBA, quien suscribe que para un estudiante chileno no es fácil vivir en Argentina. Alamos cuenta que en los cinco años que lleva viviendo en Buenos Aires, ha tenido que pasar de todo. Ha vivido en 10 lugares diferentes por falta de dinero, y cuando llegó, estuvo en una localidad que le quedaba a tres horas de la universidad. Todos los días viajaba seis horas en total. Alguna vez estuvo en la calle hasta que un chileno de 88 años, que había llegado a Argentina exiliado del gobierno de González Videla, le ofreció quedarse en su casa sin tener que pagar. Otras veces pasó hambre y se tuvo que alimentar un mes entero con semillas de linaza que alguien le había regalado. "Muchas veces me salvó la solidaridad del argentino", dice. "Tuve que vivir hasta en una toma en Bajo Flores, y siempre me tendieron una mano", cuenta.
Alamos, quien es de Villa Alemana, actualmente está trabajando como obrero por el verano en su ciudad natal. Su objetivo es ahorrar la máxima cantidad de dinero, para luego comprar dólares y cambiarlos en el mercado negro, que da casi el doble de la tasa oficial. Su idea es arreglárselas con esa plata el máximo tiempo posible.
Los primeros dos años en la UBA los pasó pegado en el plan común. Alamos dice que fue parte de su proceso de sobrevivencia y de encontrar un mayor nivel de madurez. Ya con cinco años viviendo en Buenos Aires, está un poco más estabilizado. Vive junto a otros tres chilenos en el barrio de Matadero y juntos se apoyan cuando falta algo. Su idea es quedarse a vivir en Argentina luego de egresar. Dice que dentro del caos, ha sabido valorar los códigos que tienen los argentinos. Y también, está el hecho de que para poder ejercer en Chile como sociólogo, tendría que hacer estudios de posgrado en la Universidad de Chile. En el caso de Derecho, dice que ha apostado más por el derecho internacional para mantener la mayor cantidad de puertas abiertas, no sólo en Chile.
Pero Alamos sabe que la línea del fracaso y del éxito es muy fina. Que pudo ser uno de los que retornaron a Chile destrozado por la droga o que pudo ser uno de los que no pudieron sortear el plan común. Aunque ya pasó lo peor, el fracaso siempre ronda.
"Es muy fácil perderse en Argentina", dice. "Piensa que los que llegamos ya nos fuimos derrotados de Chile, porque no pudimos pagar nuestra educación. Esa sensación de derrota te acompaña por un buen rato y tienes dos opciones: salir a flote o quedarte ahí, estancado o yendo derechamente cuesta abajo".
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