Ingresar 

La ruta de los vinos de Carlos Cardoen en Santa Cruz

<P> Previendo para este año precios 20% superiores a los de 2012, se apresta a lanzar un vino ícono. El dólar no es tema para su viña, que vende el 95% de sus productos en Chile.</P>




CERCA del 70% de la uva que sale de las tierras de la viña Santa Cruz en Colchagua, VI Región, tiene como destino la producción de vinos finos de terceros y el resto va a la fabricación de las 12 etiquetas propias que conforman su portafolio, donde su marca más conocida es Chamán. Por lo mismo, el inicio de semestre no fue fácil para la empresa ligada a Carlos Cardoen. "Las viñas comenzaron a comprar vino a granel en vez de uva, dado el sobrestock que quedó de 2012. Los precios que nos ofrecieron eran más bajos que los habituales, de cerca de US$ 1 por kilo. Pero rechazamos las ofertas, nos aguantamos y en marzo cerramos la cosecha", explica Emilio Cardoen, gerente comercial de la compañía.

Excepto por ese episodio, que se resolvió favorablemente, 2013 partió con un buen pronóstico para la firma, que alista el lanzamiento de su segundo vino ícono -Santa Cruz-, en el que predomina el petit verdot y que saldrá a la venta en julio, con un precio cercano a los $ 50 mil por botella. Entre otros planes, la firma -que factura unos US$ 4 millones anuales- avanza en obtener una certificación global de viña sustentable y trabaja en un proyecto que le permitirá generar el 100% de la energía que requiere a través de paneles fotovoltaicos. A diciembre, en tanto, su plan es llegar a las 16 mil cajas de vino fino, 10,3% por sobre las 14.500 de 2012 y con un precio promedio 20% superior al de 2012.

Su apuesta, sin embargo, no es crecer fuerte. "Los vinos más famosos del mundo a veces cuentan con apenas una hectárea. No estamos en la carrera ni en la búsqueda desesperada por ser los más grandes, pero sí nos gustaría ser los mejores", define Carlos Cardoen. Su fórmula es un poco distinta a la de otros, básicamente, porque el foco no está puesto en el mercado de exportación. De hecho, el 95% de su oferta se queda en Chile y se distribuye a través de supermercados en el caso de los vinos reserva, y restoranes y tiendas especializadas en el caso de los gran reserva. Este rasgo le da una cierta holgura a la empresa, que según Emilio Cardoen produce "poco, pero caro y bueno. Fue una excelente decisión. No dependemos de ese dólar que complica a tantos. Si no, hoy estaríamos alimentando la viña con otra empresa", señala.

Modelo turístico

Carlos Cardoen concibió esta productora como una mezcla de turismo con viña, y no al revés. "Tuvimos la oportunidad de hacerlo así desde la partida y hemos logrado equilibrar ese esfuerzo con hacer buenos vinos", según cuenta. En eso partió hace una década, tras vender su participación mayoritaria en la Compañía Chilena de Fósforos, dueña también de Viña Tarapacá, Misiones de Rengo y Champagne Mum, que dio paso luego a Viña Mar.

Su idea era emprender un nuevo proyecto, pero en Colchagua, y por eso tomó la oportunidad de comprar la viña Mesa de Aragón, que en la zona de Lolol se dedicaba a la producción de uva para vinos finos. Pero su intento de bautizarla como Santa Cruz tuvo un pequeño traspié en un primer momento, porque la marca ya estaba inscrita, nada menos que por Concha y Toro.

"Me acerqué a los Guilisasti esperando que me contestaran dos cosas. La primera, que me vendían la marca; la segunda, que no estaba disponible. De vuelta recibí, sin embargo, una respuesta maravillosa: el directorio, por unanimidad, decidió regalarme el nombre. Fue un acto que muy pocas veces se ve en el mundo empresarial, donde todo tiene un precio", recuerda.

Cuando la tomó en sus manos, la viña tenía 80 hectáreas plantadas; hoy llega a las 180 hectáreas y, anualmente, se agregan unas cinco más. El terreno donde se emplaza la firma alcanza a las 1.000 hectáreas y en ellas funcionan un museo y un teleférico, que transporta 20 mil turistas al año, a los que se unirá un museo del Vino y del Campo, que estará listo a fines de año. "Tendrá una muestra que llevamos 15 años coleccionando y restaurando", explica Cardoen. El carácter turístico de la viña ha suplido, en parte, la poca salida de sus vinos al exterior. Hoy, el 5% de éstos se vende en Perú, Bolivia, Canadá y Brasil, entre otros, en pequeños volúmenes, con un precio promedio de US$ 120 por caja. Buena parte de la promoción la hacen los propios visitantes.

El grupo

Viña Santa Cruz es, en todo caso, la hermana más chica del grupo que controla Carlos Cardoen. En ese portafolio, donde ya no están ni la fabricación de armas ni la Compañía Chilena de Fósforos, el lugar principal lo ocupa New Tech Copper, que partió en 2005. Su actividad central es la minería, a la que provee de dispositivos que optimizan la electrodepositación de cobre y, por ende, la producción. Es una tecnología propia que hace apenas tres años comenzaron a vender a la ex Disputada Las Condes. Hoy trabajan con Minera Escondida en Antofagasta y están en conversaciones con la División Radomiro Tomic de Codelco. "Este es un invento de ingenieros chilenos, algo nuevo que viene a romper las formas de hacer las cosas", afirma Emilio Cardoen, quien también está en el día a día de esta firma.

Tanto él como Andrés Cardoen han tomado roles ejecutivos en el conglomerado. "Hijitos de su papá acá no hay", asegura Carlos Cardoen, quien está en los directorios de todas las compañías. Entre ellas también figura Metran, fabricante de piezas de acero para la minería; algunas actividades agrícolas y Enor, que hoy está incursionando en energía eólica y maneja tres generadoras: Estandartes y Zofri, en Iquique, de 4,8 y 5,2 megawatts de potencia, respectivamente, y Esperanza, en Rancagua, de 22,1 megawatts. Esta última funciona a gas.

El empresario, no obstante, cree que el futuro está en la energía nuclear. "Es la única solución energética; no existe otra posibilidad", sostiene.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.