La ruta romana de Julio César
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">Un recorrido por el casco antiguo de la capital romana permite dar un vistazo in situ del nacimiento, esplendor y caída de uno de los gobernantes más importantes de la Antigua Roma. El sitio web Smithsonian.com recogió los lugares más representativos de la vida del primer César que aún son posibles de visitar. </span></font>
Sin lugar a dudas Roma no necesita de sus “hijos ilustres” para atraer miradas de los turistas. Pero, posiblemente, ninguno de los artistas, políticos o escritores que nacieron y vivieron en la capital italiana fue tan determinante para la ciudad como lo fue Julio César, el ambicioso y carismático político que en el siglo I a. C. extendió los dominios de Roma y transformó la república en un imperio.
Seguir los pasos de Julio César, quien en su mandato se autoproclamó como Dictator perpetuus, requiere de cierto trabajo imaginativo, ya que con el paso de los siglos (o más bien milenios) es natural que las cosas hayan cambiado. De hecho, los principales monumentos que Roma muestra del imperio, como el Coliseo o el Panteón, son posteriores al gobernante. Sin embargo, aún es posible encontrar ciertos vestigios que dan cuenta de su ajetreada y conflictiva vida, en la que pasó de ser un joven perteneciente a una familia patricia poco influyente, en el personaje más importante de Roma.
Cayo Julio César fue un estratega hábil y militar avezado que consiguió ampliar los límites de Roma hasta lo que hoy conforma los territorios de Francia, Bélgica, Holanda y parte de Alemania. También fue un gran pensador y literato, cuyos textos como Comentarios de La Guerra de las Galias se encuentran entre los destacadados del latín clásico. Como político fue un hombre duro, que se proclamó como mandatario absoluto y desafió al Senado. Sin embargo, por sus medidas populistas, logró una importante cercanía con el pueblo y algunas de sus reformas a la legislación agraria y al calendario cambiaron para siempre a Europa.
Subura, donde todo comenzó
Antes de convertirse en un político ambicioso y temido por sus rivales, Julio César fue un joven ávido de conocimiento al cuidado de Marco Antonio Gnifón, maestro ilustre experto en Literatura Griega y Romana que se encargó de su educación. Durante sus primeros años vivió en un barrio modesto llamado Subura, bajo el alero de una familia patricia, la gens Julia, que decía descender de Eneas, considerado como uno de los hijos de Venus.
El lugar que alguna vez ocupó Subura ahora lo ocupa el barrio de Monti, entre Via Cavour y Via Nazionale. Ahora es una zona residencial y de restaurantes, pero cuando vivió Julio César fue algo así como el “barrio rojo romano”. Allí se encuentra una placa conmemorativa de lo que fue la antigua Subura. ¿Buenas opciones para comer algo “en nombre del César”? Según The Smithsonian, recomendables en Monti son L’Asino d’Oro, de cocina italiana y Da Valentino, una tratoría clásica.
Vía Appia, el camino del César
Si es cierto eso de que “todos los caminos llevan a Roma”, hay algunos que llevan más cerca que otros. La Vía Appia fue una de las principales rutas, que unía la capital con Brindisi, el puerto comercial más importante del Mediterráneo Oriental y Oriente Medio. “Appia Longarum Teritur Regina Viarum” (Apia es la reina de las grandes vías romanas), dijo el poeta Estacio.
Para la época de Julio César, el camino ya estaba algo destruído con el trajinar de los carros que llevaban los productos que abastecían Roma. El político se convirtió en el curador de la Vía en el año 66 a. C., y consiguió una gran cantidad de fondos estatales para su restauración. Su gestión le generó un gran apoyo político que “pavimentaría” su propio camino al poder.
La ruta también fue testigo de del sacrificio de unos 6 mil esclavos protagonistas de las revueltas generadas por el ex gladiador Espartaco en el año 71 a. C. en el trayecto que unía Roma con Capua.
Para ver lo que queda de la Vía Appia hoy es tan sencillo como tomar el metro hasta la estación del mismo nombre y dirigirse al Appia Antica Park (www.parcoappiaantica.it) que comprende 16 km de la ruta original.
Trastevere, la casa de descanso
Hoy Trastevere es uno de los barrios turísticos más fotogénicos de Roma, gracias a sus fachadas de colores y encanto medieval. Pero mucho antes que eso, Julio César lo llamó su “segundo hogar”. Aquí estaba emplazada su casa de campo Horti Caesaris, que según los datos que manejan los historiadores poseía un jardín de un kilómetro y medio y una amplia colección de pinturas y esculturas. También se dice que Cleopatra pasó buena parte del tiempo en esta casa durante su visita a Roma el año 46 a. C.
En la actualidad es imposible determinar dónde estaba ubicada Horti Caesaris, pero sí se puede contemplar desde el Tíber hacia el centro de Roma tal como Cleopatra con su hijo y, al parecer también hijo de César, Cesarión. Además, en Trastevere hay muchos lugares de alto interés cultural, como Villa Farnesina, un palacio que conserva frescos de artistas del Renacimiento, como Rafael.
El Foro Romano, centro de un imperio
Era conocido comúnmente como el Forum Magnum, y representaba el centro donde se desarrolló el comercio, la vida política y la administración de la época de la República Romana. Aquí Julio César pasó gran parte de su vida política. Cuando llegó al poder, también realizó muchas modificaciones al lugar, mandando a construir monumentos y edificaciones nuevas. Una de las más representativas es la Basílica Julia, emplazada en el lado sur del Foro, que fue levantado sobre la Basílica Sempronia y su función era albergar los tribunales de lo civil. Era de un gran tamaño (109 x 48 metros) y era utilizado por 180 jueces.
La Basílica Julia fue terminada durante el mandato de César Augusto y sufrió dos incendios en la antigüedad y en ambas ocasiones fue reconstruida. Sin embargo, fue abandonado por completo durante la caída del Imperio Romano.
El Foro Romano se puede visitar con la compra de un ticket que tiene un costo de US$ 17 y que también permite el acceso al vecino Coliseo y el Monte Palatino. Los sitios están abiertos desde las 08:30 a las 19:00 hrs.
Teatro de Marcelo, símbolo de poder
Cuando Julio César venció a su rival, el general Pompeyo, también se propuso opacar su legado. Por eso no escatimó en gastos para construir un teatro más grande y apoteósico que el de su enemigo, el Teatro Pompeyo, edificado en el año 55 a. C. pero no todo resultó como el César quería. Finalmente, la construcción llegó a tener una capacidad de hasta 20 mil espectadores, pero no llegó a superar las dimensiones del de Pompeyo. El dictador tampoco alcanzó a contemplar la obra terminada, que finalmente llevó el nombre de Marco Claudio Marcelo, sobrino de César Augusto, quien murió a los 19 años.
En la actualidad, las ruinas de este teatro pueden ser observadas en la Via del Teatro di Marcello.
Largo di Torre Argentina, la caída
En 2012, arqueólogos descubrieron que parte de las ruinas que se encuentran emplazadas en la plaza Largo di Torre corresponden al interior del Teatro de Pompeyo. Aquí, Julio César presidió la sesión del Senado donde fue apuñalado y asesinado.
La historia del magnicidio del César es dramática y está llena de leyendas. Lo cierto es que varias facciones del Senado se volvieron en contra de él luego de que se proclamara dictador vitalicio y decidieron que la única manera de preservar la República era asesinándolo.
Hay relatos que dicen que esa mañana, luego de tener un sueño premonitor, Calpurnia Pisonis, la esposa de Julio César, le advirtó que corría peligro, a lo que respondió: “Sólo se debe temer al miedo”.
En esa sesión, el César debía leer una petición para devolver el poder efectivo al Senado, pero en la entrada del teatro fue interceptado por Servilio Casca, quien le acertó una estocada en el cuello con su daga, a la que el mandamás romano respondió enterrando su punzón de escritura en el brazo de Casca y luego recibió el ataque del resto de los miembros del complot. Julio César intentó huir del edificio pero, cegado por la sangre, cayó por las escaleras. Finalmente recibió 23 puñaladas y su cuerpo quedó tirado a los pies de una estatua de Pompeyo.
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