La sencilla y natural experiencia
LECTORES DE La Tercera denuncian con frecuencia el creciente empleo de vocablos extranjeros que se incorporan al lenguaje hablado y escrito. Este tema ya se ha abordado varias veces en este espacio, pero la lectora Edith Flores, que es profesora y también periodista, indica que sigue ocurriendo. “En el diario del 10 de enero, en página 59, se publica el siguiente título: “La DT no tiene expertiz (sic) en sectores particulares”. La frase entre comillas se le atribuye al subdirector del Trabajo, señor Rafael Pereira”. Ella agrega que “es cierto que el uso de la palabra inglesa ‘expertise’ se ha expandido en las élites, tan propensas a usar términos foráneos, pero una cosa es que las digan y otra es que un diario de prestigio las reproduzca... y las distorsione: de ‘expertise” a ‘expertiz’. El señor Pereira podría haber usado la palabra ‘experiencia’ y su idea se habría entendido perfectamente. Los periodistas y los profesores tenemos una responsabilidad que cumplir en el uso correcto de nuestro idioma, pero muchos colegas no asumen ni honran ese deber profesional”.
Ni “expertise”, ni “expertiz”: el primero es un vocablo importado del inglés y, el segundo, una construcción caprichosa. El diccionario “Merriam-Webster” señala que el término “expertise” significa “habilidad o conocimiento especial” o “habilidad y conocimiento de un experto”.
El idioma español -como sostiene la lectora- ofrece términos alternativos, como “experiencia” (práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo), o “pericia” (sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte). Los diccionarios de la Real Academia Española (RAE) y de Americanismos, también registran la palabra “experticia”, que definen como “prueba pericial; hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo; práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo; conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas y circunstancia o acontecimiento vivido por una persona”.
En respuesta a una consulta específica, la Real Academia de la Lengua recomienda no utilizar “expertise” (y, mucho menos, el vocablo “expertiz”) y recurrir, en su lugar y de acuerdo al contexto, a términos tradicionales como “experiencia”, “pericia” o “experticia”, que resuelven bien el problema.
La “Fundación del Español Urgente” sostiene que si un medio opta, finalmente, por emplear el término “expertise”, lo adecuado es resaltarlo en letras cursivas o entre comillas por tratarse de un extranjerismo. Y, respecto al género, y teniendo en cuenta sus referentes (“experiencia”, “pericia” y “experticia”), recomienda el femenino: la “expertise”.
Cabe agregar que el ya fallecido académico Fernando Lázaro Carreter escribió años atrás que ni los más recalcitrantes puristas se han negado a la introducción de neologismos necesarios (...), concediendo que deben admitirse aquellas palabras que carezcan de equivalente español y cuyo uso sea imprescindible en virtud de nuevas necesidades. Pero, el propio académico sostenía que “eso, que parece tan claro y razonable, tropieza de inmediato con la dificultad de definir… qué es lo necesario”.
Ricardo Hepp
Representante del lector
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