La vida literaria, deportiva y empresarial del líder de Iron Maiden

<P> Dickinson ha destacado como esgrimista y también escribió una novela a fines de los 80. </P>




En marzo de 2009, justo cuando Iron Maiden se alistaba para dar en el Club Hípico uno de los shows más multitudinarios de su historia, Bruce Dickinson tenía otras preocupaciones. Antes del concierto, el cantante telefoneó a su staff para que buscara algún sitio en Santiago donde practicar esgrima, deporte que conoce desde los 14 años y que necesita ejercitar durante sus giras. Y así fue: vestido de blanco casi inmaculado -en contrapunto a la imaginería lúgubre que patentó con su banda- y con su propio set de espadas, el británico de 52 años llegó dos días después a la Federación de Esgrima chilena, enclavada en la calle Tarapacá. Ahí compartió con un par de alumnos y se lanzó en un duelo con Paris Inostroza, la figura local más reconocible de la disciplina.

La rutina no solo explica el inagotable despliegue físico de una de las gargantas fundamentales del rock duro; es también la postal de un hombre que, desde sus primeros años, explotó un carácter multifacético y paralelo que a momentos lo alejó de los clichés propios del género. Mientras Ozzy Osbourne es la encarnación del rockero que sepultó décadas de oscurantismo para alcanzar la redención en su madurez (reality show de por medio), y Robert Plant intentó olvidar todo rastro de Led Zeppelin para asumirse como un artista de perfil adulto, Dickinson no se ha hecho problemas. No mata su pasado para purificarse en un nuevo presente. Mientras gira con Maiden, promueve el deporte, la vida sana y el rechazo hacia las adicciones, incluyendo las menos mortíferas, como los videojuegos. "Soy feliz practicando esgrima. Existe mucha caricatura en torno a los rockeros. Otros hacen reality shows. Yo no lo haría", dijo en su última visita.

En parte, esa mirada casi renacentista para abarcar terrenos que van más allá de las guitarras explica su consagración como el frontman más estable en la historia del conjunto que hoy espera reunir a más de 40 mil personas en el Estadio Nacional. En parte, eso también justifica que la banda solo haya aguantado tres años a su primer vocalista, Paul Di'Anno -atrapado en líos policiales y escándalos de drogas- para sustituirlo por Dickinson desde 1981 (y valga un contrapunto local: en los últimos años, Di'Anno ha visitado Chile tantas veces como Maiden, solo que con shows en clubes y discotecas de menor convocatoria, muchos ellos de pésimo nivel técnico).

Casado con Paddy Bowden y con tres hijos, el jefe mayor del sexteto comenzó a practicar esgrima en los 70, fue campeón nacional y hasta fue invitado a integrar la selección de su país en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, lo que rechazó debido a que justo estaba de gira con su grupo. Igual inventó la marca The Duellist, dedicada a los artículos para la disciplina. Precisamente en esos mismos periplos fraguó otra de sus facetas: la de autor de novelas de ficción. A fines de los 80, y para contrarrestar un duro proceso de divorcio, escribió The adventures of Lord Iffy Boatrace, la historia de un inglés que luchaba contra la falta de dinero. Vendió 30 mil ejemplares y la editorial lo obligó a idear una secuela. Educado en la tradición católica, su vínculo con ciertos personajes históricos no es casual: estudió Historia Antigua en la Universidad de Londres, se graduó como licenciado y volvió durante unos años a hacer clases. Además, fue guionista de la cinta Chemical wedding (2008).

Pero su afición más comentada es la de aviador. Iniciado en cursos que tomó desde 1990, hoy pilota el avión particular del grupo y, desde 2010, es director de marketing de la compañía Astraeus Airlines. Hace tres años incluso logró sacar a 220 ingleses que habían quedado varados en Egipto tras el quiebre de una línea aérea. "Si puede manejar a 50 mil fans de Iron Maiden en un estadio, ¿por qué no va a poder manejar una empresa?", decía el comunicado que lo presentó como parte del directorio de Astraeus Airlines, en una de las frases que mejor ilustra la dualidad que lo ha situado como una estrella aparte.

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