Las locaciones reales donde se ambienta la serie Los 80

<P>Podría ser Ñuñoa o Macul, pero es un pasaje sin salida de La Reina. Ahí se ubica la casa de los Herrera, la familia de la popular serie de Canal 13. En la vida real, es de Luis Hernández, quien desde 2008 no puede hacerle ninguna modificación.</P>




La casa de Luis Hernández es de color azul claro, algo desgastado, que no alcanza a ser celeste. Una puerta de madera, cuyo barniz se ha perdido con el sol, se impone en la entrada y salvo la reja negra y los barrotes de las ventanas, el resto del lugar pide a gritos una mano de pintura. Sin embargo, y aunque Luis vive en ese lugar hace 46 años, desde mediados de 2008 no puede realizar ninguna modificación a la fachada de su vivienda. Desde esa fecha su casa, ubicada en un pasaje de la calle Francisco de Villagra en la comuna de La Reina, es también la casa de los Herrera, la familia que conmueve a millones de telespectadores cada domingo en la serie de Canal 13 Los 80, que hoy transmite el capítulo final de su tercera temporada.

"Un día tocaron mi puerta unos señores que me dijeron que estaban buscando casas por varios lugares de Santiago para hacer una serie sobre la década de los 80. Me decían que tenían que elegir un lugar que se mantuviera igual a esos años, sin ventanas de aluminios y sin antenas de televisión por cable", explica Hernández. "Aunque desde un principio les gustó, también me comentaron que debían analizar el espacio para poner las cámaras... Como el pasaje donde vivo es amplio, fue seleccionada", agrega.

Luis Hernández, de bien cuidados 80 años, casado, dos hijos, dice que entre las cosas que le atrajeron a los locacionistas de la serie fueron los fierros de colores de la reja de su casa, los cuales fueron pintados por su esposa, Margarita, en los años 70. "Ellos han mantenido el color que tenía la casa y cuando se filma no le hacen ninguna modificación, pues le da un aire antiguo… Pero ahora yo no puedo cambiárselo tampoco", dice, entre risas. "Adentro de mi casa se instalan a comer, pues el espacio es amplio. Yo me paseo y comparto con todos, pues son muy amables. Me han ofrecido salir de extra, pero sólo acepté una vez el año pasado", agrega Hernández, quien evita referirse sobre el dinero que recibe por arrendar su casa.

Aunque la mayoría de interiores se filman en estudios, la fachada de la vivienda de Hernández y el pasaje, compuesto por 34 viviendas de similares características, se convirtió en un espacio fundamental para la serie donde trascurren las principales escenas exteriores, como este año fue la secuencia del terremoto en el primer capítulo de la temporada. Durante diferentes épocas del año, dependiendo de las exigencias climáticas de la serie, un equipo de 30 personas llega al pasaje para filmar las escenas. Muchos de los vecinos han trabajado de extras y varias casas han recibido pagos por aparecer en las secuencias.

"Pensamos que encontrar la casa y otras locaciones no sería tan complicado, pero cuando comparamos las fotos que teníamos de esa época con la realidad nos percatamos de que todo estaba muy cambiado", comenta Alberto Gesswein, productor ejecutivo de la serie. "Al llegar a ese barrio nos dimos cuenta de que había elementos muy comunes con esos años. La casa era una suerte de DFL2, con rejas bajas, y la calle permitía hacer distintos tiros de cámaras. Además, la casa daba con el tipo de ingreso de la familia, pues en nuestra descripción previa, ubicamos a la familia en un lugar indeterminado, pero que tenía que tener algo de Ñuñoa antiguo, de ingresos medios o medios bajos", agrega.

Sobre lo que les llamó la antención de la casa de Hernández, Gesswein confirma que la reja fue fundamental. "Quedan pocas casas con rejas bajas, sin púas y sin muros que separen el antejardín con la vereda. Otros lugares que teníamos en mente, como Ñuñoa o Macul, tienen mucha protección o están rodeados de edificios", relata.

El resto de las viviendas del pasaje están cuidadas con distintos esmeros: algunas están mal pintadas, en otras hay chimeneas corroídas que no se utilizan hace años. En una sobresale un cartel donde una modista ofrece sus servicios y en casi todas hay barrotes para evitar robos. Salvo los autos y algunos ventanales de aluminio, pocos detalles delatarían que el lugar no es diciembre de 1985. "Se interviene harto cada vez que filmamos, alteramos casas tapando las ventanas de aluminios o cualquier cosa que sea muy actual. Además debemos mover cosas, poner autos, pintar postes...", dice Gesswein

Luis Hernández relata que llegó a vivir ahí en 1964. El pertenecía a una cooperativa, la cual adquirió ese terreno en 1958 y comenzó a construir las viviendas en 1962. En esos años trabajaba en una fábrica de ropa de dueños ingleses, de donde jubiló en 1980. Paradójicamente, el mismo oficio que tenía Juan Herrera en la ficción. "Recuerdo que después del golpe vinieron a investigar acá, pero esta zona es tranquila. Vinieron a chequear y buscar armas, pero supongo que eso pasaba en todos lados", recuerda. "Con el tiempo lo que más ha cambiado es que han aparecido más vehículos, pues la gente va surgiendo, ante el trabajo no era muy bueno y de un día para otro te podían bajar el sueldo hasta la mitad y uno tenía que aceptar, pero yo tuve la suerte que no fue así", añade.

Serafín Hinojosa, miembro de la junta de vecinos del sector y partícipe de la cooperativa, recuerda que cuando las casas fueron entregadas, aún carecían de todas las terminaciones, como puertas o rejas, las cuales fueron financiadas por los propietarios con los años. Esto posibilitó que algunas de las viviendas mantengan un aire antiguo y a medio terminar. "En la cooperativa había gente de diversas profesiones y bajos ingresos, como cuidadores de chanchos y jardineros", cuenta.

La mayoría de los vecinos del sector se han volcado a las filmaciones de la serie, a pesar que durante las grabaciones, que se extienden por días enteros, la calle debe ser cortada. Beto Astorga, de 29 años, relata que en la producción son muy gentiles, pero reconoce que hay vecinos que se cansan de los cortes de las calles. "Todos, especialmente los más niños, están felices y participan. Hay algunos que protestan, pero son los menos. Yo me molesté una vez porque para un 18 de septiembre me bajaron la bandera de la casa y no la volvieron a instalar… Protesté y al otro día vino una productora a pedir disculpa con un paquete de galletas para mi madre", cuenta.

Gesswein dice que la buena relación con los vecinos se debe a la labor de la productora general de Wood Producciones. "Ella ha construido un vínculo muy estrecho y cálido", dice. "A diferencia de las otras veces, este año la productora avisó qué día y a qué hora harían las grabaciones. Eso ayudó a que la gente se programara. Hay quienes protestan, pero son los menos. Todos estamos muy contento con esto, que ha revolucionado el pasaje. Incluso en mi casa hicieron desarreglos cuando se hizo la toma del terremoto", dice Rebeca Medel, una vecina.

Otra de las locaciones principales de la serie es el frontis del almacén de Don Genaro. Ahí ruedan principalmente los niños de la serie y el "Petita", el empleado del negocio. El almacén es en realidad una panadería ubicada en la calle Pucará de Ñuñoa, un barrio de casas construidas en la década del 50, habitado mayormente por gente mayor y que, según los vecinos, es tranquilo y poco transitado. "La producción es grande y bien hecha. Se ve mucha gente cuando filman", comenta José Mancilla, propietario junto a su familia de la panadería. "Yo sólo muevo el toldo, pues ellos se encargan de traer todo: los carteles, los canastos de frutas y hasta el kiosko", agrega.

La familia de Mancilla tiene el negocio hace 15 años y dice que la serie retrata perfectamente la década de los 80, a pesar de algunos errores puntuales: "Una vez salió el Pato Yáñez con la camiseta del Valladolid cuando aún no jugaba ahí, pero es un detalle".

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