Leonardo Favio, el cineasta que decidió cantar para hacer películas
<P>Su éxito musical en los 60 nubló en América Latina la gran obra fílmica de Favio. </P>
En una de sus entrevistas, siempre con frases floridas, tangueras, Leonardo Favio dijo: "Cuando me muera, en América Latina la gente va a decir 'se murió el cantante'. 'Murió el cineasta' sólo se va a decir en Argentina…". Fue efectivamente lo que se vio el lunes recién pasado. Porque si bien la música le dio la popularidad y la posibilidad de "vivir dignamente", Favio primero fue cineasta. El cine era "el sentimiento", repetía. Actor primero, se formó como director mirando mucho cine y metiéndose en los rodajes de su guía, el director Leopoldo Torre Nilsson, a quien dedicaba todas sus películas.
Su obra siempre buscó no caer en el frío y cerebral cine que, según creía, hacían los cineastas de su generación. Es eso lo que le valora la crítica, como también las nuevas generaciones. Como la realizadora Celina Murga: "A quien le preguntes te lo va a citar como referente, fue alguien que nunca trabajó de un lugar dogmático, sino desde el deseo y no por la producción comercial".
Cuando debutó como director con Crónica de un niño solo en 1964 -para algunos la mejor cinta del cine argentino- Favio se mostró icomo un cineasta que buscaba su propio estilo. Inspirado por cineastas como Robert Bresson y las nuevas olas europeas, Favio agregaba a ello la realidad argentina. Gente de la calle. Luchadores dignos, pero no idealizados como los del neorrealismo italiano, sino que confundidos, violentos y dolidos por un contexto adverso. Una vez dijo: "Yo entendía el cine nacional con acercamiento a lo popular… Yo siempre decía que teníamos que hacer como Kurosawa: contar nuestra historia".
"Mi cine es memoria", también señalaba. En Crónica… hay episodios de su vida en las correccionales de menores y de la pobreza que conoció directamente. Mientras que en Este es el Romance del Aniceto y la Francisca… (1966) y en El Dependiente (1969) retrató historias de la gente sencilla que conoció en su natal Luján de Cuyo. Ahí bebió de las leyendas y supersticiones locales, las que brotaban también en los radioteatros donde trabajaba su madre como actriz y guionista. Esas tres primeras cintas de bajos presupuestos contenían una riqueza visual, a la vez que una originalidad estética que impactaron. Y, como es sabido por varios, comenzó a cantar para poder financiar sus propias películas.
En 1973, en medio de la efervescencia por el regreso de Perón y el exitoso estreno de su filme Juan Moreira, Favio -ya por entonces famoso cantante- declaró sin tapujos "soy el director más importante del mundo de habla hispana". En Argentina lo creían y más después del estreno de Nazareno Cruz y el lobo en 1975. Fue un filme ambicioso visualmente y fuertemente melodramático que marcó un hito: la vieron más de 3,8 millones de espectadores. Es un récord en Argentina.
Pero vino el golpe militar de marzo de 1976. Favio -apasionado peronista- de todas maneras estrena Soñar, soñar en julio, con el boxeador Carlos Monzón como protagonista. Pero en un contexto lleno de persecuciones y violencia, la película tuvo poco éxito. Prefiere irse al exilio.
Su cine entró en reposo, sólo para volver en 1993 con Gatica, el mono, filme sobre la historia de un ícono del boxeo argentino Preseleccionada para los Oscar, fue un regreso glorioso. Luego, las enfermedades mermaron sus ansias por seguir filmando y en el camino quedaron ideas como rodar la vida de Jesús o la del Che Guevara. Sus fuerzas alcanzaron para el documental de cinco horas Perón, Sinfonía de un sentimiento (1999) y para un brillante remake musical de su segunda película, titulada Aniceto (2008). Para Celina Murga su cine "sirve de gran inspiración, ya que es alguien que siempre estaba buscando nuevos caminos". De hecho, cuando fue seleccionada para un seminario dirigido por Martin Scorsese, le pasó al director de Toro salvaje películas de Favio. "No lo conocía; la que más le gustó fue El dependiente por su nivel de experimentación de lenguaje".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.