Llegan los cuentos completos de Katherine Anne Porter, la cronista del sur de EEUU
<P>Periodista, revolucionaria, extra de cine y cuentista del nivel de Flannery O'Connor. Truman Capote, sin embargo, va más lejos: más que narradora, fue una artista excepcional. Por eso, hay que celebrar la llegada por primera vez a Chile del libro que coronó su carrera con un Pulitzer.</P>
"Creo que sólo he dedicado el 10% de mis energías a escribir. El otro 90 lo dediqué a mantenerme a flote", confesaba la escritora norteamericana Katherine Anne Porter (1890-1980) a fines de los 50. Iba a convertirse en un clásico, pero para esa época lo suyo era bajar las revoluciones: cargaba cuatro matrimonios, una tuberculosis que casi la mata, se había unido a grupo de izquierda mexicano y, por un par de semanas, se sumó a las filas de Hollywood. Vivió demasiado y escribió poco. "Creo que eso es un error", añadiría.
Puede que si, pero en 1969 quedó comprobado que Porter había hecho suficiente. O más. Ese año reunió todos sus libros de relatos en el volumen Cuentos completos. "Esta colección ha estado rodando por el mundo durante años en muchas ediciones, países e idiomas", anotó en el prólogo del volumen. La obra fue su consagración: ganó el National Book Award y el Pulitzer el mismo año. Por primera vez, el libro está disponible en Chile y en una accesible edición en formato de bolsillo.
Sureña y política
Además de los premios, Cuentos completos situó a Porter en las grandes ligas de la literatura norteamericana. Junto a autoras como Carson McCullers, Eudora Welty y Flannery O'Connor, e incluso a lado de William Faulkner. La conexión es el sur en EEUU. Aunque nació en Texas, pasó su infancia en Luisiana y la realidad sureña machista, racista y algo cruel, se cuela en varios de sus cuentos.
Antes, Porter se lanzó a la vida. A los 16 años se fugó de su casa en Nueva Orleans para casarse; cinco años después, era una periodista soltera en Chicago. Fue cantante ambulante, extra en películas, estuvo en la revolución de Álvaro Obregón en México en los 20 y, paralelamente, escribía. Sus primeros cuentos, reunidos en Judas en flor y otros cuentos (1930) tienen un color fronterizo y social.
A través de su alter ego en la ficción, Miranda, Porter retrató el sur. La hizo crecer como una sureña con sirvientes negros y madurar en medio del racismo en La torre inclinada y otros cuentos (1944). Ya la había utilizado para uno de sus textos más celebrados: Pálido jinete, pálido caballo (1939), novela corta en que Miranda es una periodista de Denver que ve morir a su pareja, un soldado recién llegado del frente de la I Guerra Mundial, a causa de la gripe española. Luego siguieron novelas, adaptaciones al cine y un poco de fama. Otro sureño de nacimiento la definiría así: "Hay escritores y artistas. Katherine Anne Porter pertenece sin duda a la segunda categoría", aseguró Truman Capote.
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