Los Cascos Blancos sirios ¿Candidatos al Nobel de la Paz?

<P> Los voluntarios de la Defensa Civil Siria son considerados héroes en el país árabe. Cada vez que escuchan un bombardeo, corren para asistir a las víctimas. Su labor, ejercida en las zonas controladas por los rebeldes, como Alepo o los suburbios de Damasco, ha sido elogiada. </P>




uando comenzó la guerra en Siria, Alaa Cokeh estudiaba economía en la Universidad de Damasco. Sin embargo, a medida que recrudecía el conflicto se vio obligado a detener su carrera y pasar más tiempo en su casa. En eso se enteró de la existencia de los Cascos Blancos. "Siendo honesto, en primer lugar, me uní porque quería trabajar", cuenta a La Tercera, en una conversación vía Whatsapp, debido a que según explicó la señal es muy débil para realizar llamadas telefónicas.

En las zonas controladas por los rebeldes sirios cada vez que hay un bombardeo, un contingente de unos tres mil voluntarios está siempre atento y se dedica a rescatar a los sobrevivientes. Se trata de la Defensa Civil Siria (DCS), aunque son conocidos simplemente como los Cascos Blancos, por el color de la protección que usan en la cabeza. Por ahora operan en 119 centros que mantienen en las zonas fuera del control del régimen de Basher Assad, como Alepo, los suburbios de Damasco, Idlib, Hama, entre otras.

La guerra en Siria enfrenta su quinto año y ha dejado más de 400 mil muertos y millones de desplazados y refugiados. Por su labor, los Casos Blancos ganaron el Premio The Right to Livelihood que se conoce como el premio alternativo al Nobel de la Paz, al que también son candidatos y cuyo anuncio se espera para el 7 de octubre.

Su trabajo ha sido retratado en un documental que se encuentra disponible en Netflix y que lleva por título The White Helmets. Cokeh trabaja como contador del centro en Irbin, un suburbio de Damasco. "Nosotros servimos a los civiles, no sólo después de los bombardeos, sino que de todas las formas que podamos", añade.

Nacieron en marzo de 2013 y según señalan tienen todo tipo de voluntarios: panaderos, sastres, ingenieros, farmacéuticos, pintores y carpinteros. Inspirados en un verso del Corán que dice "salvar una vida es salvar a la humanidad", aseguran que han salvado a 56 mil personas y sus servicios tienen un alcance de siete millones. Se consideran la mayor organización civil que opera en áreas fuera del control del gobierno. Aunque su trabajo conlleva altos riesgos, ya que 141 de sus voluntarios han muerto, aseguran que uno de los mayores peligros son las bombas de barril.

Pero no todos ven con buenos ojos su trabajo. Según señala el diario El País, la periodista Vanessa Beeley o el centro canadiense Global Research los "acusan de servir de instrumento de propaganda antirrégimen y de connivencia con los yihadistas", debido a que fueron entrenados en Turquía y que su padrino es James Le Mesurier, un ex militar británico reconvertido en experto en seguridad. Cokeh niega cualquier vinculo con los yihadistas. "No tenemos ninguna relación con cualquier fuerza militar o Al Nusra (Al Qaeda en Siria)", explica. "Algunos de nuestros voluntarios que pertenecían al Ejército se salieron porque ya no creían en las Fuerzas Armadas. Por eso se unieron a los Cascos Blancos. ¿Acaso eso los hace terroristas?", sostiene.

La organización ha recibido US$ 33 millones de los gobiernos de Londres y Washington, que son detractores de Assad. Su director, Raed Saleh, fue deportado de Estados Unidos acusado de "conexiones con grupos extremistas", algo que Abdu Rahman, director de los Cascos Blancos, entrevistado por El País, califica de "error técnico que ya ha sido subsanado".

Los voluntarios reciben un sueldo de US$ 150 mensuales. "Nadie sabe lo que la gente en Siria está sufriendo para mantenerse viva. Nadie imagina el horror que vivimos todos los días. La comunidad internacional tiene que detener la guerra antes de mandar cargamentos de ayuda", concluye Cokeh.

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