Los Fabulosos Cadillacs regresan tributando su historia y en plan familiar
<P> Esta noche, en Movistar Arena, el grupo presenta su último disco y a sus nuevos integrantes. </P>
Para todos aquellos que tenían a Vos sabés como un recuerdo más o menos reciente en la carrera de Los Fabulosos Cadillacs, ver tocando sobre el escenario a quien inspiró aquella canción no deja de ser un recordatorio del implacable paso del tiempo. Más de algún viejo seguidor del grupo lo hizo notar el sábado pasado en el Luna Park, en el encendido concierto con el que la banda estrenó parte de su último disco, La salvación de Solo y Juan, y donde aprovecharon de presentar oficialmente a sus dos nuevos integrantes estables: el guitarrista Florián Fernández Capello, hijo de Vicentico, y Astor Cianciarulo, primogénito del bajista Sr. Flavio, el mismo que hace 17 años y con sólo semanas de vida llevó a su padre a componer esa celebrada apología de la paternidad.
La historia de la "familia Cadillac" es parte esencial del entramado del nuevo show del combo trasandino, el que estrenaron frente a nueve mil personas en su primera presentación en vivo en Buenos Aires tras dos años de ausencia. El mismo concierto que los autores de Mal bicho traerán esta noche al Movistar Arena, la segunda estación de una gira que tiene como objetivo volver a aceitar la máquina y, de paso, dar señales de reinvención y proyección a futuro para uno de los conjuntos más populares de la música latinoamericana de las últimas décadas.
Y aunque ellos mismos se encargaron de aclarar previamente que éste no sería el lanzamiento formal de su nuevo material, la velada tiene como aperitivo la proyección de una serie de videos extraídos de La salvación de Solo y Juan, su primer trabajo de estudio desde el ya lejano El arte de la elegancia (2009).
Lanzado ayer en Chile -y disponible en plataformas digitales-, el decimocuarto LP de los argentinos ha sido definido por ellos mismos como un álbum conceptual: 14 temas centrados en el relato ficticio de los dos niños que viven en un faro con su padre, del que se desprenden guiños a su nueva formación familiar, como también al pasado y el presente del grupo, con canciones reposadas y maduras que conviven con otras que recuerdan los pasajes más festivos de la banda.
Tras 15 minutos de videos, el conjunto aparece en escena para dar la partida con la flamante Averno, el fantasma, uno de los temas más movidos de un disco teñido por la oscuridad y nostalgia. Le sigue sin respiro una tanda de clásicos para elevar la temperatura de la audiencia, como El genio del dub, La luz del ritmo y Demasiada presión y V Centenario
De entrada queda de manifiesto el aporte de los dos nuevos fichajes: mientras Fernández junior entrega nuevas posibilidades a las guitarras de la banda, el hijo de Cianciarulo demuestra su talento como multiinstrumentista, moviéndose constantemente entre la segunda batería -secundando al veterano Fernando Ricciardi- y el bajo, a ocho cuerdas con su padre.
Si en sus últimas actuaciones habían tenido apariciones especiales, ahora Florián y Astor son protagonistas del show y en parte hacen olvidar la ausencia del histórico saxofonista Sergio Rotman, quien de acuerdo a la versión oficial se restó temporalmente de esta parte del tour debido a otros proyectos.
Otra nueva incorporación que también se verá hoy en el recinto de Parque O'Higgins es la del Dr. Alderete, responsable del arte del nuevo disco y encargado de realizar animaciones en vivo para cada una de las canciones, en el telón colgado al fondo del escenario.
Lo nuevo y lo viejo
Tal vez contagiados por la inyección de savia joven, Vicentico y Flavio -ambos de 51 años- no se quedan atrás en entusiasmo y se reafirman como los motores de la banda en vivo. El vocalista, mostrando su faceta más eufórica, lejos de la estampa tipo crooner que ha cultivado en sus últimos años de solista. Lo mismo el bajista y su habitual energía, tanto en la ejecución de su instrumento como en su rol de agitador de masas.
Lo anterior corre también en el segmento central del show, dedicado a las nuevas canciones: Navidad (con Vicentico en teclados), No era para vos y La tormenta, las que generan el primer diálogo entre el cantante y el público, y de paso configuran un bloque más íntimo e incluso de exploración sonora y pasajes sicodélicos.
La velada deja espacio también a algunas piezas menos habituales de su repertorio (Estoy harto de verte con otros, Saco azul, Destino de paria y Sábato), intercaladas con los grandes himnos para la locura de la galería, como Mal bicho, El Satánico doctor Cadillac, Siguiendo la luna y Revolution rock, el popular cover de The Clash.
Tras la despedida para los aplausos, el combo regresa para rematar con las más coreadas de la noche (Matador, Vos sabés, Vasos vacíos) y, a pedido del público, la infaltable Yo no me sentaría en tu mesa, convertida a estas alturas en arenga oficial de la hinchada de la banda y de casi todos los conciertos del país vecino. Dos horas y media y 25 canciones después llega el adiós, con los músicos abrazados y subiendo al escenario al resto de sus hijos para la foto, en la postal definitiva del pasado y futuro Cadillac.
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