Los nuevos rumbos del cineasta peruano Francisco Lombardi

<P>El director más importante del Perú fue invitado por el Festival de Cine de Viña del Mar, evento que concluye hoy. </P>




En Pantaleón y las visitadoras debe estar una de las escenas más rotundamente sensuales del cine latinoamericano en su historia: es cuando la exuberante meretriz apodada la "Colombiana" (Angie Cepeda) le muestra sin más sus encantos al oficial Pantaleón Pantoja (Salvador del Solar). La escena quita el aliento y parece derretir la cámara, y recuerda el impacto que tuvo en su tiempo la sacada del guante de Rita Hayworth en Gilda. Erotismo puro.

Para el director peruano Francisco Lombardi, responsable de ese exitazo del año 2000, la cinta -basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa- tuvo todo para convertirse en un suceso, partiendo por la bella actriz colombiana. "No te puedes imaginar a Pantaleón sin Angie", recuerda. "Pero tiene que haber algo más, y aquí hubo una ficción coherente, un actor como Salvador del Solar, que fue perfecto para la película. Cuando la estaba editando pensé que iba a tener un impacto muy grande, pero no soñé que iba a tener también aceptación en festivales. Por eso ha logrado sostenerse", recuerda el director, la figura más destacada del cine peruano de las últimas décadas.

Lombardi se encuentra en estos días en Chile, donde fue invitado por el Festival de Cine de Viña del Mar y ahora 10 de sus cintas son proyectadas en la Cineteca Nacional (hasta el 11 de diciembre). Es un reencuentro que retoma después de algunos años de pausa, de cuando el director venía seguido al país a posproducir sus filmes. "Varias películas mías las terminé acá, hay mucha cercanía. Además, adapté a Alberto Fuguet", cuenta, refiriéndose a Tinta roja, su filme de 2001, que llevó a imágenes la novela del escritor chileno.

Con una filmografía que incluye títulos claves del cine peruano como La ciudad y los perros (1985), La boca del lobo (1988) y Bajo la piel (1996), Lombardi se encuentra por ahora dedicado al teatro, donde este año ya ha estrenado dos obras: Las tres hermanas, de Chéjov, y Cosecha, del dramaturgo estadounidense David Wright Crawford. Y este viraje a los escenarios lo explica de manera práctica: no tiene proyectos en cine.

"Ahora se hacen películas de muy bajo presupuesto, y es complicado adaptarme a este escenario. Por eso estoy un poco parado, porque me cuesta imaginar historias de pocos personajes, me gusta algo más exigente, más complejo. Y el teatro me permite trabajar con lo que más me gusta: la dirección de actores", cuenta.

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