Los punkies académicos

<P>Así denominó el escritor Álvaro Bisama a la dupla formada por el filósofo Remis Ramos y el lingüista Ricardo Martínez, creadores de Tercera Cultura. Un movimiento que, al alero de un podcast, mezcló las ciencias, las humanidades y la cultura popular. Ahora, si la gente lo quiere, podría transformarse en un libro. </P> <P> </P>




EN 2009, cuando el filósofo Remis Ramos (34) y el lingüista Ricardo Martínez (44) cursaban un Magíster en Estudios Cognitivos en la Universidad de Chile, se lanzaron al popular mundo de los podcasts. El par de académicos humanistas decidió que en su programa radial transmitido por internet iban a hablar de... ¿ciencia?

Sí. Tercera Cultura, el podcast, blog y hoy web show de divulgación de ciencia cognitiva que hacen desde entonces, les ha valido el calificativo de "punkies académicos" (acuñado por el escritor Álvaro Bisama en el artículo "Freak City", publicado en la Revista UDP) y un pequeño, pero fiel, grupo de seguidores que lee y escucha atento sus análisis, que van desde densos estudios científicos a temas de cultura popular, como música, televisión y videojuegos. Según cuentan, mientras existió el sitio Podcaster siempre se mantuvieron entre los 10 más escuchados, lo que para ellos confirma el creciente interés que hay por aprender de estos temas.

Por eso su último proyecto es publicar un libro que resuma lo que han hecho estos años, con un renovado enfoque. Para financiarlo no golpearon la puerta de editoriales, sino que, como todo lo que han hecho hasta ahora, quisieron hacerlo por internet a través de la página de crowdfunding o financiamiento colectivo Idea.me, a través de la cual buscan donaciones de sus seguidores para financiar Tercera Cultura: THE LIBRO. Acá lo convencerán de por qué debe comprarlo.

- ¿Por qué el nombre Tercera Cultura?

R.R.: El concepto es de John Brockman, que en su libro Tercera Cultura plantea que esta dicotomía entre ciencia y humanidades debe terminar. Hay una idea de que existen dos culturas: las humanidades, todos encerrados en sus bibliotecas, discutiendo entre ellos, y por otro lado, los científicos, en sus laboratorios, discutiendo entre ellos. La tercera cultura vendría a tratar de amigarlos y llevar todo ese conocimiento a lo público.

- ¿Y esa epifanía les llega mientras están estudiando juntos el magíster?

R.M.: Lo interesante de las ciencias cognitivas es que ahí las humanidades y las ciencias sí se juntan de forma natural. El magíster era un programa interdisciplinario, tuvimos clases de neurociencia, inteligencia artificial, sicología cognitiva. Nos hicieron programar, por ejemplo. Uno de los objetivos de la tercera cultura es poder iluminar las cosas. De repente a una cuestión tan sencilla como por qué nos gustan las caras que tienen tal forma, o por qué somos tan fanáticos de fumar, le encontramos una respuesta.

- ¿Eso los motiva a empezar el podcast?

RE.: Los divulgadores científicos y culturales siempre han existido, pero con un perfil súper restringido. ¿Cuáles eran los grandes divulgadores cuando yo crecí, viendo tele? El profe Campusano, el profe Banderas, que se dedicaban a enseñar a "hablar bien y bonito", y Hernán Olguín, que era un periodista de ciencia y tecnología. Era como nuestro Carl Seagan.

R.M.: Y Eric Goles.

R.R.: Eric Goles también, sí. Creo que Eric Goles es lo más cercano a lo que hacemos nosotros, con la diferencia de que no estamos restringidos al formato de la tele u otro medio, el medio nos lo armamos nosotros, con todas las libertades tanto en el uso del lenguaje como en los ejemplos que utilizamos.

- Es un formato que está más alejado de la clásica academia, donde se produce conocimiento, pero que no sale mucho al resto de la sociedad.

R.M.: Creo que la definición de Bisama, quien dijo que no éramos nerds sino punkies académicos, resume muy bien nuestra motivación. Un punkie académico sigue la ética del "hazlo tú mismo" y está menos preocupado de los protocolos de la academia que de comunicarse con todos los lectores. Porque somos académicos, pero no pensamos en la academia como algo que tiene que estar encerrado en sí mismo, sino que es algo que tiene que salir. Ha habido todo un cambio en este tema durante los últimos 10 años. La misma aparición de los suplementos de tendencias, que antes no existían. Esto de que la ciencia genere interés y tenga un toque popular es algo que pasa desde 2007, por ahí. No sólo porque los nerds se pusieron de moda, sino porque el interés público por el conocimiento cambió.

- ¿La idea es tomar ese conocimiento académico y llevarlo a lo cotidiano?

R.M.: Es una cosa de ida y vuelta. De alguna forma la barrera entre alta cultura y cultura popular se diluye por completo. Todo es cultura y todo puede ser válido como una pregunta de investigación.

R.R.: Tiene que ver con la idea del scholar fan. Temas que antes no estaban en las esferas de la alta cultura entran porque los que crecieron metidos en un fenómeno después se meten a la academia y lo estudian. Hace dos décadas era imposible encontrar un artículo académico de la estética del animé japonés, pero los cabros que hoy en día tienen 30-35 años y que crecieron viendo "Dragon Ball Z" consideran que este es un tema de análisis tan legítimo como la estética del Quijote.

- ¿Cómo ha cambiado al acceso al conocimiento que contribuye a esta visión?

R.R.: Hay más acceso a papers y menos barrera idiomática. Pero es una internet desconocida, la gente busca en Wikipedia o El Rincón del Vago, no en Google Scholar.

- Pero Google Scholar en muchos casos sólo te da una cita o páginas, de hecho hay todo un movimiento para que las investigaciones sean libres y públicas para todos.

R.M.: Hemos defendido eso en innumerables ocasiones. De hecho, hay un proyecto de ley que duerme en el Congreso de Estados Unidos, promovido por la Sociedad Norteamericana de Bibliotecarios, quienes argumentan que si son fondos públicos la información debe ser pública. Hoy la gente que tiene el acceso y trabaja vinculada a la divulgación o al periodismo puede hacer de médium, pero quizás eso va a dejar de pasar y esta figura del divulgador público no va a tener sentido porque la gente va a poder buscar el paper directamente.

R.R.: Pero hay que reconocer que el divulgador no sólo trafica ideas de un mundo de alta cultura a uno de baja, también hace un trabajo de traducción.

- Lo que hacen ustedes.

R.M.: Nosotros sentimos que hemos logrado nuestro cometido cuando le entregamos al lector una habilidad nueva, no sólo explicarle algo, sino que decirle "con esta herramienta tú vas a poder explicarte muchas otras cosas". Lo otro es el comidillo, el dato freak.

- ¿Cómo deciden de qué hablar? ¿Qué temas han sido más populares?

R.M.: A veces se trata de agarrar un tema contingente y reaccionar rápido dándole una lectura distinta, de Tercera Cultura. También tratamos temas de largo aliento que salen de nuestras conversaciones; casi cualquier cosa de la que estemos hablando puede convertirse en tema. Por ejemplo, el post más leído en la historia en el blog es sobre la palabra "ileal", que ocupó Huaiquipán en Mundos Opuestos. Cuando lo dijo, todos reaccionaron diciendo "ah, qué ignorante" y nosotros a los 20 minutos subimos un artículo que decía que ileal sí se podía decir, porque la composición "i+algo" es una fórmula habitual para construir negativos en el castellano y por lo tanto es totalmente legítima. Y claro, se viralizó mucho por Twitter y Facebook: tuvo 20 mil visitas.

R.R.: Como era una palabra inexistente, lo primero que la gente hizo fue buscarla en internet y estábamos en el primer lugar de las búsquedas. El tema es que ese artículo es también una crítica contra el normativismo lingüístico. Las lenguas cambian y decir que existe un "buen castellano" es defender el sociolecto de la clase dominante, la clase culta.

- ¿Y cómo generar un límite sano entre ser el intermediario que explica la información densa y no transformarse en superficiales y producir un contenido estilo "comida rápida-lista de Buzzfeed"?

R.M.: Partimos de la base de que el nivel de articulación de un chileno promedio ha ido creciendo progresivamente en los últimos años, sobre todo por la formación universitaria. Nuestra audiencia puede procesar las cosas sin que uno las mastique tanto, no los subestimamos.

R.R.: También somos una plataforma independiente, este es nuestro hobby y no tenemos la presión de ir a buscar clics. El problema de internet es la "tumblerización" (Tumblr) de todo. Esa lógica del microblogging que es sólo viralización y que otros medios tienden a copiar, sin la alternativa de profundizar nada.

R.M.: Porque puedes hacer un Tumblr de las cosas más inverosímiles, como por ejemplo "fotos de potos pacos chilenos" (que en serio existe). Pero no va a funcionar si demora más de 30 segundos y eso termina matando las cuestiones. Con YouTube pasa lo mismo. Hace un tiempo salió un estudio de que el cine norteamericano se ha "youtubeado" y los productores piden que las películas tengan muchos segmentos subibles a YouTube, de no más de dos minutos. Eso ha hecho que las películas pierdan su estructura, ya no tienen una narrativa de largo aliento. Lo mismo pasa con las páginas de contenidos, que empiezan a mutar en sitios de listas, blogs de 500 caracteres.

- ¿Y cómo eso se contrasta con lo que está pasando en la academia? Algunos dicen que hacer un doctorado ya no es una buena alternativa, otros critican que los investigadores están sólo preocupados de subir puntos en los rankings.

R.M.: La academia está siendo objeto del mismo fenómeno: la tumblerización, que aquí se podría resumir en "cómo produzco el mayor número de cosas que tengan que ver con indicadores". Antes los indicadores no existían, esta tendencia comienza con el ranking de universidades de Shanghai, que ocupa como principal moneda de cambio el paper. Una fábrica de salchichas de papers donde los estudiantes están esclavizados en el laboratorio y hacen el trabajo duro para los profesores titulares. Es lo que un artículo de la revista Nature Materials llamó la "Teoría del corte del salame": cuando un académico tiene una investigación, por su beneficio trata de publicarla en el mayor número de papers. La pregunta es cuánto puede cortar el salame y en vez de sacar tres papers sacar ocho y así la universidad gana más puntos. No les preocupa tener algún tipo de vinculación con el medio, porque eso no da premios ni les hace subir lugares en los ranking.

R.R: Nosotros en vez de meternos en esa lógica de publicar hasta los suspiros, de estar ganando puntos para el currículum, vamos a hacer un trabajo de largo aliento cuyo objetivo no es ni siquiera los otros académicos. Estamos pensando en cabros de cuarto medio, en universitarios, profesionales jóvenes, ese es nuestro público. No nos interesa escribir para que nos lean nuestros pares, lo que estamos haciendo acá es con una vocación de divulgación.

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