Los secretos de las cervezas artesanales de Aysén

<P>Aguas de ventisqueros y deshielos son la materia prima más importante de las cervezas artesanales de la Patagonia chilena.</P>




La apuesta inicial de unas pocas familias de la Región de Aysén por emplear la pureza de las aguas de deshielos y vertientes para crear cervezas artesanales ha consolidado un creciente mercado, que ahora busca reconocimiento en el resto del país.

Aysén cuenta con la que se considera la mayor reserva de agua dulce del país, a lo que se suma una abundancia de ventisqueros, vertientes, ríos y lagos, en donde la escasa intervención del hombre aún permite beber de las mismas fuentes.

La pureza de los caudales circundantes a Puerto Cisnes, en la ribera del canal Puyuhuapi y a unos 30 kilómetros de la Carretera Austral, motivó a la familia Saavedra Berndt a apostar por una iniciativa que incorpora las aguas de los deshielos de la cordillera Queulat para la producción de los siete tipos de cerveza de la marca FinisTerra.

"Desde 2004 que estamos haciendo cervezas. Empezamos con una producción de 300 litros mensuales y actualmente estamos en 3.200 litros (...). Una cerveza buena depende en 80% del agua, ojalá de deshielo, y nosotros tenemos todas estas cordilleras con hielos milenarios", afirma Carlos Saavedra, uno de los socios de FinisTerra, que incluye en su producción una cerveza Ale Rubia con Ají.

Más al sur, en Puerto Aysén, en la cervecería artesanal Bravo esperan seguir aumentando una producción de 2.000 botellas mensuales, lejos ya de las 160 con las que empezaron en 2009. "En Aysén, el agua tiene un pH prácticamente neutro. Para el tipo de cerveza que hacemos, que es la Lager, es ideal, porque no contiene minerales que afecten su sabor", explica Víctor Hernández, dueño de la cervecera, quien aprovecha las aguas de las vertientes de Puerto Chacabuco.

Entre las variedades más consumidas de la marca se encuentra la Lager Negra y las con sabor a café y chocolate, que se utilizan como acompañamiento del tradicional cordero al palo en la región. La sigue Lager Ambar, de sabor acaramelado, y Lager Rubia, una cerveza de sabor amargo y con un potente grado alcohólico.

Cerveza La Tropera, de los propietarios del restaurante Mamma Gaucha de Coyhaique, es otra de las marcas que han logrado una producción ascendente, con 1.500 litros mensuales. "Desde que comenzamos a vender la cerveza hecha en casa, el consumo se cuadruplicó. Una de las preferidas es la India Pale Ale, que es más amarga y que va acorde con la idiosincrasia de nuestra región, donde se toma el mate amargo", afirma Franco Valdés, dueño de la marca.

El peak de ventas se concentra en el período de vacaciones, por la llegada masiva de turistas, especialmente europeos. Sin embargo, los productores locales han dado un salto en la distribución de sus productos, al ampliar sus segmentos de venta a bares, pubs y restaurantes a lo largo del año, con valores que fluctúan entre los 1.500 y 3.000 pesos por botella.

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