Manifiesto: Pedropiedra, músico




Cuando nací el doctor pensó que tenía algún tipo de retraso por mi cara. Les dijo a mis padres que tenía los ojos muy separados y muy grandes. Ellos quedaron muy asustados, pero me hicieron otros exámenes y resultó que al final no pasaba nada. Todo lo que dice la canción Inteligencia Dormida es verdad. Luego aprendí solo a leer y en el colegio estaba un año adelantado.

Soy padre y ahora entiendo a mis papás. Esto te transforma más en un cazador que en un recolector, siento que el verdadero paso a la adultez está en la paternidad. Me gusta estar en la casa y compartir la crianza, por lo que ya no puedo pasar tres horas trabajando sin sacar algo en limpio. Me ordenó mucho. Ahora entiendo cuando mis viejos se juntaban a comer el domingo con la familia y disfrutaban al vernos jugar con nuestros primos. Cuando logro eso, realmente siento que necesito nada más. Como que es eso lo que tengo que ser.

A mi hijo de tres años sólo le gusta Pedropiedra y a mí me tiene chato. Una vez, Jorge González me dijo que no tenía que hacerle escuchar música antigua, sino que cosas de su tiempo. Que no sea retrógrado, me decía. Le hice escuchar a los Beatles, aunque no los toma en cuenta. Le encanta mi música y le llaman la atención los videos. También reconoce al papá y a sus amigos cuando nos escucha, pero no lo ve como algo extraordinario.

Mi casa se parecía a un orfanato, éramos ocho hermanos. Con cuatro de ellos dormía en la misma pieza, en dos camas con camarotes. Con ellos formaba un grupo para jugar a la pelota, andábamos para todos lados juntos, apretados en el auto. Nunca nos faltó nada, fue una infancia sin privilegios por ser tantos. Estaba democratizado el cariño, no había favoritos.

Estudié Arquitectura y no duré ni dos semanas. Estaba en la encrucijada entre artes manuales y la música; mi papá me recomendó que no estudiase en ninguna escuela de arte, que tuviera una profesión y que lo otro fuera un hobby. Le hice caso, pero no me gustó la carrera y me salí a los pocos días. Luego trabajé durante un año de goma en una productora audiovisual, donde tuve que hacer cosas como inflar 100 globos o blanquear un esqueleto. Así hasta entrar a la Escuela Moderna para estudiar música, donde duré tres años.

La figura del rockstar es un mito que está en extinción. Las magnitudes de venta son más limitadas porque todo es más fugaz. Acá son muy pocos los artistas que pueden decir que son rockstar chilenos, a la antigua usanza. Es una figura que ya no existe. No creo ser un artista popular, creo que aún estoy en un nicho, cada vez más grande, pero un nicho al fin y al cabo.

Probé casi todas las drogas, pero al final el cigarro es lo único que amo. Ahora estoy casado y casi no me dan ganas de carretear, no tengo energías. Supongo que ir a meterse al público después de una tocata es una buena técnica si quieres besar a una niña. Digamos que sí, vacilé, pero como cualquier persona joven. Por dos años logré dejar el cigarro, hasta que celebrando en México con 31 Minutos nos tomamos todo el mezcal de la ciudad. Esa noche terminé en la piscina del hotel llorando y fumando junto a Pablo Ilabaca, el guitarrista de la banda.

Para el Maracanazo casi voy a tirar piedras a la embajada de Brasil. Mi ídolo de niño era el 'Cóndor' Rojas y no podía creer lo de la bengala. En las pichangas jugaba de arquero, me hacía unos guantes con papel de cuaderno y stick fix, con la marca que usaba el 'Cóndor.' Siempre he sido futbolero, pero ahora no soy tan hincha. Me di cuenta de que hay muchos problemas en la vida para agregar otros, sobre todo cuando tu equipo no gana.

No me imagino en 20 años, ni en cinco, ni en una semana. Tengo la idea de mejorar, que en el futuro voy a dejar de fumar, que voy a tener músculos si me pongo a hacer ejercicios. Uno pone todas las esperanzas de estar más contento a futuro, pero ya no trato de engañarme con eso, no me pongo metas. Si me miro para atrás tampoco siento que he cambiado mucho. Soy la misma persona que era cuando tenía 15 años.

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