Mazinger Z: el regreso del robot gigante a 40 años de su primera edición

<P>El sello Norma compila el cómic original, que debutó en 1972 y llegó a Chile como serie de TV.</P>




Mientras la censura de la era Pinochet hacía listas negras con películas, tijereteaba otras tantas y manipulaba telenoticiarios oficiales, una serie animada japonesa doblada al español en la Cuba de Castro hacía de las suyas sin provocar mucho escándalo. Fue 1979 el año en que Mazinger Z aterrizó en Canal 13, que emitía diariamente a las ocho de la noche ese producto pensado para atraer a un público infantil que se iba a la cama saciado con las aventuras del gigantesco robot que luchaba contra las fuerzas del mal.

Chile fue el primer país de Latinoamérica donde se emitió la producción y la red católica se convirtió en la inmejorable vitrina para una historia fantasiosa, plagada de colorinches acentos caribeños, pero que se abrió paso a dentelladas para ser un título de culto. La trama partía con una masacre de científicos por parte del satánico Dr. Hell, incluía un interminable desfile de bestias mecánicas y al menos un par de extraños personajes que hasta hoy permanecen en la retina colectiva. Uno de ellos era Afrodita A, una chica robot que militaba en el bando de los buenos lanzando sus pechos como misiles, y el otro era el Barón Ashler, un villano hermafrodita, mitad hombre mitad mujer (que hablaba con ambas voces al unísono) y siniestro acólito de Hell.

Antes de la TV, Mazinger Z fue un exitoso manga, creado por Go Nagai (1945) y publicado por primera vez en 1972. El mismo que editorial Norma acaba de reeditar en castellano con tres tomos que compilan las 1.021 páginas de la saga completa y anticipan el 40° aniversario del personaje, que se celebra en septiembre.

Todo partió arriba de un auto: Nagai, pionero de historietas más erotizadas en su país, estaba un día metido en un taco interminable e imaginó la posibilidad de que su vehículo tuviera piernas y brazos para levantarse y alejarse del descalabro vial. En su mesa de dibujo metalizó la idea e inventó a Mazinger, cuyo nombre mezcla las palabras niponas 'dios' y 'demonio'.

Que la poderosa criatura fuera una cosa y no otra sería responsabilidad de Koji Kabuto, nieto de un hombre de ciencias (también asesinado), opositor de Hell en su plan de conquistar el mundo a punta de robots. El muchacho, a bordo de una pequeña aeronave que se posaba en la cabeza de Mazinger, se convertía en el controlador y hacía su propio aprendizaje manejando a este titán de 18 metros de altura, 20 toneladas de peso, lanzador de rayos y brazos voladores.

El cómic remozó el subgénero conocido como mecha -sobre robots- con esto de ser dirigido por un humano y su serie de 92 capítulos, que partió en diciembre del '72, sería la inspiración para que en años siguientes llegaran cientos de imitadores modelados a partir de ese rostro inexpresivo y ese cuerpo capaz de mutar mecánicamente. Sí, Transformers incluidos.

En su reciente paso por el Salón del Cómic de Barcelona, donde se lanzó la reedición española del manga, Go Nagai recordó que "Mazinger tiene una relación profunda con su piloto: Koji recibe el impacto de los golpes cuando los robots se enfrentan, pero a la vez Mazinger padece el dolor; es un robot muy humano, hasta el punto que cuando le golpean o le dañan sale líquido como si fuera sangre".

Plan Z

Sangre, machucones, abolladuras varias por capítulo. La serie animada -como la historieta- era un constante campo de batalla, entre explosiones y ciudades arrasadas por la maldad robótica. El autor japonés lo sabe mejor que nadie y lo defiende: "Es una lucha que tiene sentido en el marco de la historia y lo más importante: los robots se pelean para hacer realidad el sueño de un niño. Mazinger no anima a luchar, sino que enseña a los chicos que cuando se hagan mayores tendrán que hacerlo, no con violencia, pero deberán combatir en el mundo de los mayores".

La ahora clásica serie de TV tuvo secuelas e inspiró películas menos conocidas por estos lados. En España, Nagai adelantó que existe el plan para un regreso televisivo o un nuevo largometraje que se anunciaría a fines de 2012, para festejar los 40 años de su personaje inoxidable. Uno que supo doblarles la mano a ejércitos de máquinas destructoras, a villanos sanguinarios y a los desprevenidos censores de un lejano país sudamericano.

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