Melaka, fusión multicultural en Malasia
<P>Esta estratégica ciudad-puerto, ubicada a un paso de Singapur, destaca por su poderosa mezcla de culturas y religiones. Un destino que se está convirtiendo en un imán para los viajeros. </P>
Luego de leer la Lonely Planet, los blogs viajeros de Asia, y de revisar una y otra vez las distancias en el mapa, Melaka sonaba como una de las mejores alternativas para continuar el viaje desde Singapur, la isla-país hipermoderna más austral de la península de Malasia, hito más conocido como el Sudeste Asiático. Un imán para los viajeros de todos los tiempos.
A tres horas de distancia rumbo al norte, en bus, se ubica esta ciudad costera malaya, el puerto más importante en la historia de este país y que ha sido cuna centenaria de culturas orientales y europeas que intentaron lograr la supremacía naval y económica sobre el angosto estrecho que separa a esta ciudad de la isla de Sumatra, Indonesia.
Malasia aún no cuenta con mucha fama turística y eso se termina agradeciendo. El país es un oasis y Melaka es uno de esos lugares en que todo es mejor de lo que parece.
El viaje de seis horas en bus, desde Singapur, finaliza en la terminal de la ciudad, rodeada de grandes y modernos edificios que no se condicen en nada con la categoría de Patrimonio de la Humanidad que, desde 2008, detenta el casco histórico de Melaka. Las dudas se aclaran pagando los 45 ringgits malayos (US$ 4) que cuesta el taxi que nos inserta -en pocos minutos- entre antiguas casonas, callejones serpenteantes y un río navegable, el Sungei Melaka, que corre flanqueado por viejas residencias, cafés y hostales.
Es sábado en la noche y el taxi no puede avanzar más. Cientos de personas se agolpan en las calles del barrio chino, uno de los principales puntos patrimoniales de la ciudad. Sí, los chinos al igual que la comunidad india y japonesa, quienes mantienen sus tradiciones de manera inalterable, tienen una presencia constante y de larga data en Malasia. Su linaje está enlazado con la historia multicultural de Melaka.
Debido a su estratégica posición costera en el estrecho homónimo, fue convertida en uno de los centros económicos más importantes en la ruta de los antiguos navíos europeos del siglo XVI. Su génesis se remonta al 1400, con la conquista del príncipe de Sumatra, Parameswara. Posteriormente pasó a manos chinas durante más de un siglo. En 1511 se transformó en un protectorado portugués; en 1641 fue conquistada por los holandeses y, finalmente, en 1786 pasó a manos británicas. Sólo en 1963 pasó a ser parte integrante del reino de Malasia.
Asia en un solo lugar
Esta amalgama histórica de nacionalidades es visible en la arquitectura, calles, gastronomía y fisonomía de sus habitantes, que se fusionan con los centenares de turistas, especialmente europeos, que pululan entre mezquitas malayas del siglo XVI, templos budistas e iglesias cristianas como la de Saint Paul, de origen portugués (1521), con vibrante color rosáceo, como todas las construcciones aledañas. Adornan este paisaje los rickshaws, triciclos o motos típicas del Oriente, completamente "enchuladas" con flores y que en las noches parecen discotecas móviles en miniatura.
La palabra mezcla alcanza su verdadero significado acá. No es raro que se escuchen al amanecer los cantos del Corán confundidos con los campanazos de los templos chinos. Como no extraña el terminar perdido en medio de las callejuelas con murales de Sandokan y en donde sus habitantes -que mayoritariamente hablan inglés- lo orienten a uno con sonrisas francas y modales nobles. O gastar un día completo viendo las ofertas de las más de 600 tiendas comerciales de la calle Jalan Tun Tan Cheng Lock, que siguen manteniendo vivo el regateo e intercambio comercial con que se fundó la ciudad.
Varios museos resumen la abigarrada historia de Melaka; destaca el museo de Peranakan (nombre que se les da a los nacidos en Melaka), en el que se muestra cómo los chinos llegados en el siglo XIV se afincaron en las riberas del estrecho y cuya cultura fue adaptándose hasta hacerse conocidos como baba-nonya, parte del patrimonio intangible de Malasia. En la ribera del río destaca también una enorme reproducción de un galeón portugués, hogar del Museo Marítimo, con la historia marítima de esta zona. Y si es de las personas que aman las alturas, a poca distancia está la torre Menara Taming Sari, con una plataforma que gira en 360° a 80 metros de altura.
Mercado nocturno en Chinatown
No hay que perderse los templos como Cheng Hoon Teng, con dragones, inciensos y pórticos chinos, y la cercana mezquita de Kampung Kling, con una gran torre blanca y tejados verdes, y que dejan de manifiesto el clima de tolerancia e integración étnico-religiosa de Melaka.
No obstante estas bellezas arquitectónicas, la verdadera riqueza de este puerto se encuentra en sus calles, en la gente y en cada fin de semana en el Chinatown, epicentro del movimiento cada anochecer (el calor del día es muy fuerte). Centenares de puestos callejeros ofrecen desde electrodomésticos a juguetes japoneses, desde poleras fashion a máscaras tradicionales de Sumatra. Hay de todo y mucha, mucha comida. Es un deber probar la cocina baba-nonya: albóndigas de arroz con coco, azafrán y otras especias. O el nasi goreng (arroz frito) y goreng mee (fideos de huevo frito) que se pueden experimentar en plena calle y con total seguridad. Hay sushis, comida occidental y muchas variedades del sur de la India.
El soundtrack callejero está en cada bar y en los escenarios colindantes al barrio chino. Fanáticos del karaoke, ancianos y jóvenes cantan sin tapujos, incluyendo algunos ataviados para el escenario y con coreografías, no importándoles quienes los miren. Un mar de personas llena cada espacio, pero hay uno en especial en que la ilusión asombra a todos y que ya es un clásico: rodeado por cámaras y curiosos, un anciano habla largos minutos acerca de las maravillas de la pócima que ha bebido durante toda la vida y que lo hacen fuerte y atlético. Agilmente toma un coco verde y con un dedo, con el índice, lo perfora. Nadie entiende bien lo que sucedió, es mágico, como Melaka.
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