Mi manifiesto: Felipe Ward
Mi primer recuerdo es en la primera casa que tuvimos con mi familia, jugando con mis hermanos. Somos cuatro hombres. Mi pobre mamá se sabe todos los jugadores de Colo Colo y Cobreloa.
Cuando chico quería ser deportista, era bueno para la pelota y el tenis. A los 15 me probé en la Academia de Hans Gildemeister y para las Juveniles de Colo Colo. Ahí me di cuenta de que no era tan bueno, que levantabas una piedra y había alguien mejor.
Soy humanista, las matemáticas sólo las uso para saber en qué año estoy y sumar dos más dos.
Empecé a militar por los secundarios de la UDI cuando estaba en el colegio Tabancura. Después entré a la Universidad de los Andes y formamos un centro de alumnos y un grupo de universitarios de la UDI; fui vicepresidente. Me gustaban los principios de la UDI y la amistad de los líderes del partido de esa época: veraneaban juntos, tenían los mismos autos, las esposas eran íntimas, tenían casas pegadas, se vestían parecido.
Mi papá hacía mudanzas entre Chuquicamata y Calama. Yo me iba los veranos a trabajar con él en la oficina, haciendo inventarios. Cuando salí de la universidad, era abogado de la oficina y viajaba harto. Además, era bien amigo del diputado de la UDI en la zona que quedó desaforado, así que quedé como candidato natural.
Cuando dije que Camila Vallejo estaba más para un concurso de belleza que para participar en política, me retó mi señora y el twitter reventó. La ministra Schmidt me tiró las orejas, pero después nos reconciliamos con un café. No me arrepiento de haber dicho eso, no fue un comentario misógino. No la ataco a ella, sino la ideología que representa bajo un rostro más atractivo.
A mí me han descalificado por mi apariencia física. Cuando competí con Waldo Mora el 2005, él decía en la radio que la UDI había traído un candidato con pinta de actor de cine y que sólo íbamos a tener buenos votos en las mujeres.
Soy pescador desde chico y les he inculcado a mis hijos la entretención, virtudes y paciencia que se desarrolla con la pesca. Todos los veranos nos vamos al sur, a Huilo Huilo, y nos desconectamos.
A los seis años me fui en moto al sur con mi papá. Me amarró para que no me quedara dormido. Pescamos por varios lagos y aprendí todo. La pesca te saca del mundo, de las pantallas y te devuelve el silencio. Maduras de otra manera.
Mi vanidad y placer culpable son las corbatas. Tengo más de las que me atrevo a confesar.
Soy cero sibarita, con un pan con mantequilla quedo listo. No distingo entre un Mc Donald´s y un restorán de 80 lucas. Soy bueno para el pan, las hamburguesas y las pizzas, pero como soy hiperactivo, no engordo mucho.
Mis papás se separaron un mes antes de mi matrimonio. Fue duro, nunca lo esperé. Me marcó en forma dolorosa y me hizo pensar en mis obligaciones como marido.
Creo en el matrimonio para toda la vida entre un hombre y una mujer, obviamente, y porque este contrato civil viene de un sacramento. Si dos personas tienen desavenencias irreconciliables, está bien que se separen, pero no creo que la posibilidad legal de volver a casarse permite rehacer tu vida.
Soy como la tabla del uno para el cine. Me gusta todo lo hollywoodense. Me gustó Corazón Valiente, Los Miserables y La Sociedad de los Poetas Muertos. Lloré con Puentes de Maddison y varias más.
No creo que la ex Presidenta Bachelet sea una mala persona; al contrario, es una buena mujer, bien inspirada, una buena madre y posiblemente buen médico, pero no tuvo un buen gobierno. La incapacidad para tomar decisiones y falta de liderazgo la inhabilitan en la práctica para volver a gobernar. Me da rabia que Bachelet pueda ganar una elección cometiendo esos errores. Y me molesta más su silencio, a miles de kilómetros de distancia, en un cargo de poca utilidad, haciendo políticamente lo correcto.
Golborne tiene las características sanas de Bachelet, pero además cuenta con una trayectoria en el mundo privado, como empleado y como ejecutivo, que es no sólo un ejemplo de vida, sino también un activo que hoy en política es escaso y muy valorado. Va a ganar la primaria y la presidencial.
Tengo cuatro hijos: dos hombres y dos niñitas. Todos sacaron mis ojos, azules. Mi esposa tiene un ojo café y otro verde.
Voy al baño con el teléfono, duermo con el teléfono, nunca está a más de un metro de mí. Prefiero andar sin zapatos que sin celular.
La Concertación huele mal. No han aprendido el rol de la oposición. Los tiene desdibujados. Han sido violentos y antagónicos. Hay una Concertación muerta que está con los comunistas, y otra que está en la UTI, que es incapaz de levantar un candidato propio y tratan de levantar a Bachelet.
Me gusta mucho escribir, tengo varias cosas escritas que no le voy a mostrar a nadie. No creo que tenga talento, pero me gusta reflejar en palabras lo que pasa.
Hago esfuerzos por ser un buen católico. A mis hijos les inculco el valor de la fe. Transmito la importancia de Dios, que no todo depende de uno, sino del de arriba, eso permite soportar tiempos difíciles. Voy a misa todos los domingos y doy el diezmo.
Me gusta la música romántica. Me fascina Myriam Hernández. Si me toca cantar en un karaoke, elijo Huele a peligro.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.