Mi Manifiesto: Karen Doggenweiler, periodista, conductora de TV




Si compusiera canciones, a Bachelet y a Matthei les escribiría una canción que hable de querer repetirse el plato. Pero yo no compongo ni canto nada. Bailo no más.

He tomado muchas clases de cueca chora, me encanta. Marco (Enríquez-Ominami, su marido) baila también, pero como que le cuesta. Me gusta la cueca de la zona central y la chilota. Con Marco a veces vamos a bailar a La Piojera, a Las Tejas, somos los reyes de la picá. No me visto de huasa elegante, sino que de porteña, de huasa chora.

Mi primer recuerdo de infancia es en El Arrayán, donde vivía con mi familia. Siempre andaba a pata pelá y a potope. Corriendo entre flores de colores y árboles.

Hay un poco una obsesión con que mi mamá fue mirista. Y no, mi mamá no fue mirista, pero tuvo muchos amigos del MIR. La primera vez que salí con Marco, él invitó a almorzar a mi mamá al día siguiente y vieron que tenían mucha gente en común. Mi mamá era socialista. Para el 11 de septiembre de 1973 ella estaba en el hospital, porque tenía que operarse. Fue una suerte, cuando la vinieron a buscar ella no estaba.

El momento más difícil de mi vida fue la muerte de mi papá. El 2008, por un cáncer al pulmón. Fumaba dos cajetillas diarias.

Yo no fumo y nunca tomo. Ni un pisco sour. Cero, nunca. Tampoco nunca me fumé un pito…, ya vendrá. Soy bien atípica.

Cuando chica me gustaba el ballet, quería ser bailarina. Bailé muchos años ballet clásico. A mis hijas las metí a ballet apenas pude, pero no sé por qué no quisieron seguir bailando.

Me gusta mucho patinar en hielo. Competía y todo. Tuve la suerte de poder usar esto en mi carrera. Hicimos con el Rafa (Araneda) el programa Estrellas en el Hielo, donde patinábamos con los rusos. Nosotros le pusimos Estréllate contra el hielo, porque nos caímos muchísimo. Para mí es fascinante hacer trompos y piruetas. Siempre ando con un par de patines de hielo en el auto, para escaparme en cualquier minuto. La cancha que hay en el Parque O'Higgins cuando viene el Disney On Ice es la mejor y es preciosa. También voy a la del Mall Sport.

Partí mi carrera haciendo prensa, contingencia dura. Yo creo que los periodistas somos un poco como los actores recién salidos de la escuela de teatro, que piensan que sólo van a hacer teatro y cuando se encuentran con la televisión les queda gustando. A mí me encantan todos los programas que he hecho, sobre todo el matinal.

Después de hacer el programa Mamá a los 15, cuando me plantean del aborto, no puedo dejar de pensar en Belén, esa niña de 11 años que en vez de celebrar el Día del Niño, el Estado prefiere que celebre el Día de la Madre. Ese debate me parece complicado, creo que nadie quiere hacerse un aborto, pero hay dilemas éticos… Es una niña violada por su padrastro, embarazada, que debe tener un hijo. Me gustaría que esto se discutiera en el Congreso. Pero como que le hacen el quite. Siento que hay parlamentarias a las que les cuesta hablar de esto porque les podrían bajar los votos.

Soy católica, bautizada, no de misa. Pero le pido a Dios y le doy gracias.

Me contaron que una tarotista dijo en un matinal que yo iba a ser Presidenta el 2018. Yo encuentro que decir eso, o llamarme como otra rubia en la política, es infantilizar la política. Yo me veo en esto acompañando a Marco, trabajando en equipo. Pensar en otra cosa me parece infantil. Como una suerte de contracampaña.

Mi candidato es Marco, porque es el único valiente que se va a atrever a hacer lo que no se ha hecho en 25 años. Lo hago motivada y como ciudadana con convicción, y no porque sea mi marido. No puede ser que nuestros niños deban competir por educación: debe ser libre, gratuita y de calidad. Los pobres no pueden competir por quién es más pobre para recibir un beneficio del Estado, eso me parece terrible. Que la salud no sea un derecho garantizado también es terrible, el Estado tiene que decir algo.

Si fuera primera dama, cerraría la oficina de la primera dama. Eso es medio provocador, pero siento que se debe estar todo el tiempo en terreno. Sin desmerecer lo que se ha hecho hasta ahora, como Sonrisa de Mujer o Elige Vivir Sano, que son muy lindas banderas de lucha, yo me involucraría de manera más cercana y directa.

No voy al gimnasio ni salgo a correr. Y tampoco soy tan flaca como la gente cree.

Tengo un lado intelectual, me gusta leer. Con Manuela (Gumucio, su suegra) compartimos el amor por su hijo y por la literatura, los libros, la actualidad. Ahora estoy leyendo a una italiana que escribe unos cuentos maravillosos; La Burla del tiempo, de Mauricio Electorat, y Bolaño. Bolaño no es un escritor fácil, pero me atrapa.

Obviamente hojeo best sellers, como las 50 sombras de Grey. Leí los dos primeros capítulos, después me lateé: esto de hablar de coger y todo ese lenguaje españolado me molestó un poco. Además que el sexo con dolor no me atrae para nada.

La tele y la política se parecen harto; hay pasiones, hay envidia, hay egos. Por eso se necesita gente buena en ambos lados, para que esto se dignifique.

A Carlos Larraín (presidente de RN) lo encuentro genial. Es simpático. Es como tan, pero tan momio, que se llega a dar la vuelta.

Mi hija mayor, la Fernanda, va a cumplir 18 años y quiere estudiar Ciencias Políticas. Es exquisita, brillante y muy tierna. La menor, la Manuela, tiene ocho años. Nuestro tiempo juntas es sagrado.

De guachaca tengo esto de ser humilde, cariñosa y republicana. Me gusta la sobremesa y me fascina el patache, el arrollado con el envoltorio de harta grasita. Me fascina el 18 de Septiembre. S

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