Mocha Dick, la ballena blanca que inspiró Moby Dick, revive en novela gráfica
<P>Francisco Ortega y el ilustrador Gonzalo Martínez rescatan la historia del cachalote albino. </P>
El monstruo marino más famoso de la literatura mundial es chileno. Moby Dick, la ballena que entró en el imaginario colectivo gracias a la novela publicada por el escritor estadounidense Herman Melville en 1851, habitó, efectivamente, en las costas de la Octava Región.
La historia se remonta a 1829, año en que el explorador y periodista Jeremiah Reynolds se embarcó rumbo al Polo Sur con un solo objetivo: comprobar que la Tierra era hueca. Aunque la misión fracasó, no se fue con las manos vacías. Su paso por Chile le permitió conocer a Mocha Dick, un temido cachalote albino que habitaba en las aguas del Pacífico, muy cerca de la isla Mocha. Asombrosamente, y gracias a su increíble fuerza y tamaño, sobrevivió por décadas a las embestidas de los barcos balleneros. De hecho, se le sindica como único culpable en el hundimiento del Essex (en 1820), una embarcación de 238 toneladas -proveniente de Massachusetts-, cuyos sobrevivientes fueron rescatados al borde de la deshidratación 95 días después del naufragio.
Este material sirvió de base para que en 1839, Reynolds publicara -en la revista neoyorquina The knickerbocker- un artículo que cambiaría la historia de la literatura: Mocha Dick o la ballena blanca del Pacífico. Fue una hoja manuscrita de un periódico. Según cuentan en las bambalinas literarias, Melville quedó tan impactado con el texto de Reynolds, que lo usó de modelo para escribir su obra maestra: Moby Dick. No fue el único novelista: Allan Poe, Lovecraft y Verne también le deben.
La historia se repitió en el siglo siguiente. El escritor Francisco Ortega tenía sólo ocho años cuando conoció a Mocha Dick en una antigua edición del Reader's Digest. Desde entonces, se convirtió en una obsesión. En 2006, lo hizo aparecer brevemente en su novela El número Kaifman. Pero un personaje así merecía más.
Es aquí donde entra a escena Gonzalo Martínez, ilustrador de Road story de Alberto Fuguet y de Heredia detectives, entre otros libros, y amigo de Ortega. En el 2009, una revista le propuso participar con una obra inédita. Fue entonces cuando se acordó de todas las conversaciones que sostuvo con Ortega en torno a Mocha Dick. Le propuso preparar algo juntos y se pusieron manos a la obra. Después la publicación llega a manos de Sergio Gómez, quien los invita a hacer una novela gráfica.
Hoy, después de tres años de trabajo, la versión local de Mocha Dick es lanzada oficialmente. Viene con buen pronóstico: antes de su publicación, varios editores extranjeros mostraron interés. A juicio de sus autores, la clave es que no es sólo un cuento de cachalotes. "Mocha Dick es una historia de amistad, de amor, de maduración y crecimiento. La ballena blanca es una excusa para contar cómo dos muchachos de mundos distintos se convierten en hombres", señala Ortega. "Mi objetivo principal era devolver este cachalote a Chile. Por eso, hay referencias a Mampato, a Coloane y al pueblo mapuche". En efecto, el libro cita la leyenda de Trempulcahue: cuatro machis que se convierten en ballenas y trasladan las almas de los guerreros, precisamente, a la isla Mocha.
La creación de la novela implicó un detallado proceso de investigación, tanto en lo narrativo como en lo visual. "Yo opto por un dibujo naturalista, por eso tuve que revisar desde libros de moda hasta enciclopedias de armas. Incluso, me compré un modelo ballenero para armar", relata Martínez. "Cuando emprendí esta empresa no sabía en qué iba a terminar. Hoy me siento orgulloso, porque además de relatar una historia, siento que conseguimos transmitir esa emocionalidad que está debajo de la anécdota, sin caer en lo patriótico".
Ortega agrega: "Se trata de un libro transversal, que podrán disfrutar personas entre nueve y 99 años. Mi sueño es que se lea en los colegios Hay mucho que aprender de Chile a través de Mocha Dick".
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