Muere Eric Hobsbawm, el historiador marxista más conocido del siglo XX
<P>A los 95 años murió en Londres el autor de <I>La era del capital, </I>estrella de la historia mundial.</P>
Fue en 1979, en una conferencia inaugural que ofreció en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. El tema era el problema planteado por la noción de progreso a la disciplina histórica. Eric Hobsbawm, que superaba ya los 60, aprovechó la ocasión para hacer un autoexamen. "Cuando miro hacia atrás y veo más de 30 años de investigación, enseñanza y escritura, espero que pueda decirse que estoy haciendo una pequeña contribución (a la historia)", señaló. Pero incluso si no fuera ese el caso, y si no hubiera progreso posible, "nadie puede negar que la estoy pasando muy bien".
Aún faltaba lo mejor, por así decirlo. En las décadas que siguieron, el académico y autor que militó en el PC británico hasta su disolución se convirtió en "el historiador más conocido del mundo", como apuntaría Tony Judt. O en "el hombre que nos hizo reenamorarnos de la historia", como diría el periódico The Guardian. Traducido a 37 idiomas, su libro Historia del siglo XX lo instaló como superventas, cerrando un cuarteto de obras indispensables para la compresión de la historia moderna.
Ayer temprano, en Londres, Eric Hobsbawm murió víctima de una neumonía. Tenía 95 años y había tenido una "vida interesante", si puede parafrasearse el título de sus memorias. Había sido, en sus palabras, un "observador participante" del siglo pasado, al que llamó el "siglo corto". Su partida deja una obra ampliamente reconocida, además del perfil de un controvertido intelectual público.
El cordón umbilical
Eric John Ernest Hobsbawm nació el 9 de junio de 1917 en Alejandría, el protectorado británico de Egipto. Fue hijo de un oficial colonial de origen judío-polaco y una madre vinculada a la clase media judío-austríaca. Criado en Londres y en Viena, quedó huérfano a los 13 años y debió trasladarse con su hermana menor a Berlín, a vivir con unos tíos. A los 15 años entró a la Asociación de Estudiantes Socialistas.
"Era un tiempo en que no podías creer en el futuro, a menos que el mundo fuera transformado radicalmente", escribiría en sus memorias. Allí también apuntó: "Pertenezco a una generación que está unida por un cordón umbilical irrompible a la esperanza de la revolución mundial y a su hogar original, la Revolución de Octubre, no obstante escéptica o crítica de la Unión Soviética". Y remataría: "No me transformé en comunista como ciudadano británico, sino como un centroeuropeo que luchaba en contra del fascismo".
Tras la llegada al poder de Hitler, en 1933, la familia se trasladó a Londres. A partir de 1936, Hobsbawm militó en el PC de Gran Bretaña, que no abandonaría en 55 años. En paralelo, siguió estudios de historia en el King's College de Cambridge, combinando política y academia: fue miembro del llamado Círculo de Cambridge, vinculado al espionaje para la URSS, y más tarde cofundaría la revista Past and Present, donde reinventaría su disciplina junto a colegas como E.P. Thompson y Natalie Zemon Davis. Historiador marxista, tanto sus objetos de estudio como su metodología y su prosa escaparían a los rotulados. Igualmente, acuñó conceptos como la "invención de la tradición", que van de la mano con su rechazo a los nacionalismos.
Con el seudónimo de Francis Newton, fue también crítico de jazz en New Statesman y The Nation: decía que al no ser un hombre atractivo, no había mucho caso en aventurarse por el lado del sexo (igual se casó dos veces), pero que la música y el arte le dieron una chance. Las investigaciones sobre los bandidos sicilianos y los gánsters de Chicago mostrarían, igualmente, la amplitud de sus intereses.
Para un historiador que recién a los 42 años publicó su primer libro, no deja de ser notable el influjo adquirido. Especialmente el que generó su historia del "siglo largo", como llamó al XIX: La era de la revolución. 1879-1948 (1962); La era del capital. 1848-1875 (1975) y La era del imperio. 1875-1914 (1987). Traducidos tardíamente al castellano, estos y otros volúmenes también pesaron en Chile, país donde tiene familiares. "Es extremadamente lúcido y brillante", señala el premio nacional de Historia 2012, Jorge Pinto. "Junto a otros intelectuales ayudó a comprender mejor la humanidad".
Que no sólo en su vereda política tuvo quien lo apoyara es revelador del reconocimiento de este marxista escéptico de la Revolución Cubana y de Mayo del 68. Su colega conservador Niall Ferguson, por ejemplo, diría que es "innegable" que es "uno de los mejores historiadores de su generación". Pero ni ésta ni otras loas lo libraron de críticas. Episodios como la invasión de Hungría y la Primavera de Praga no lo hicieron renunciar a su militancia, como pasó con muchos. Y las objeciones reflotaron tras publicar su autobiografía, donde minimiza estas situaciones. Tony Judt, aunque lo llena de elogios, lo llamó "el último romántico" y afirmó que "nunca encaró la herencia política y moral de Stalin".
Padre de tres hijos, Hobsbawm publicó en 2011 un nuevo libro, Cómo cambiar el mundo. En el párrafo final, el hombre de 94 años reafirmaba sus convicciones: "El liberalismo económico y político, juntos o por separado, no pueden proveer la solución para el siglo XXI. Una vez más, ha llegado el momento de tomar en serio a Marx".
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