Muere Mario Cuomo, ex gobernador de N. York y firme enemigo de la pena de muerte
<P>El político demócrata, quien nunca se animó a buscar la Presidencia, falleció a los 82 años.</P>
El mismo día que su hijo, Andrew, iniciaba su segundo período como gobernador de Nueva York, falleció Mario M. Cuomo, ex gobernador de ese estado norteamericano entre 1983 y 1994. El político murió el jueves a los 82 años de un fallo cardíaco en su domicilio.
La historia política de Estados Unidos recordará a Cuomo como el primer gobernador neoyorquino hijo de inmigrantes italianos, y que estuvo más tiempo en el cargo que cualquiera de sus 51 predecesores, con la sola excepción de Nelson Rockefeller.
Sin embargo, es otra la imagen que guardará en el imaginario colectivo. The New York Times lo recuerda como un político que "capturó la atención del país", con su fuerte liberalismo, su fe católica y una privilegiada oratoria que quedó enmarcada para siempre en 1984 con su famoso discurso de la "historia de dos ciudades". Ese año, en la Convención Nacional Demócrata en San Francisco, Cuomo opacó al candidato demócrata, el ex vicepresidente Walter Mondale, al criticar al entonces Presidente republicano Ronald Reagan, quien había comparado a EE.UU. con "una ciudad brillante en la colina".
"Una ciudad brillante quizás es todo lo que el Presidente ve desde el pórtico de la Casa Blanca y de su rancho", dijo Cuomo. "Hay desesperación, señor Presidente, en las caras que no ve, en los lugares que no visita, de su ciudad brillante", sostuvo el gobernador, sacando una prolongada ovación. En esas palabras él mismo veía reflejado su desfavorecido origen.
Mario Cuomo provenía de una familia de inmigrantes italianos que llegó hasta Queens, en Nueva York, donde abrió una tienda de abarrotes. En la Universidad de St. Johns cursó estudios Leyes que le permitieron comenzar a combatir las injusticias que tenía más a mano. Así llamó la atención del entonces alcalde de Nueva York, John Lindsay, y a su amparo inició su carrera política.
Cada año en sus discursos Cuomo se preocupó de anunciar su firme oposición a la pena de muerte, hasta hacerlo su marca personal. Sin embargo, ese discurso le costó la nominación demócrata para las elecciones de gobernador de Nueva York, en 1977. Incluso su visión liberal lo enfrentó a su fe católica, pues era un férreo defensor del aborto.
Su carisma lo perfiló rápidamente como una figura presidenciable para las filas demócratas. Pero terminó siendo un dolor de cabeza para su partido por su indecisión. Ese constante "ser o no ser" le valió el apodo de "el Hamlet del Hudson".
Cuando en 1994 le aconsejaron no postularse a un cuarto mandato como gobernador, Cuomo no escuchó y perdió ante el republicano George Pataki. Desde ese momento poco a poco se alejó de la política mientras su hijo entraba en escena.
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