Natal: el paraíso secreto de Brasil

<P>Aunque la ciudad del norte de Brasil se perfiló como destino turístico hace sólo tres años, hay chilenos que vuelven allá encantados por sus playas. Esta es la historia de quienes nunca más pudieron alejarse de Natal. </P>




Fernando Alamos pasea en un catamarán por las aguas color turquesa de la playa Pirangi do Norte, en Natal, con casi 35 grados de calor. Luego de sumergirse en unas piscinas naturales de mar con superficie de arrecifes, encuentra una respuesta simple pero precisa para explicar su predilección por esta zona de Rio Grande do Norte: "éstas son, sin duda, las mejores playas de Brasil".

Aunque es una explicación sencilla, no es una información que muchos chilenos manejen. Para Fernando Alamos, habitante de Melipilla, de 58 años y dueño de una "pequeña empresa inmobiliaria", como dice él, Natal dejó de ser sólo un nombre desconocido en el año 1978, cuando decidió visitar por primera vez a su familia de origen palestino que emigró al norte de Brasil en 1922 en busca de mejor clima.

Desde entonces, viaja a esta ciudad cada dos años para compartir con sus parientes y veranear con su familia.

En casi treinta años, ésta es la primera vez que se encuentra con chilenos en este lugar.

"Generalmente, los chilenos prefieren ir a destinos conocidos como Río de Janeiro o Florianópolis. Recién se están acercando un poco más a Recife, más al noreste", explica Alamos. No se equivoca.

Según Isabella Dallago, gerenta general de Viajes Falabella, hace tres años que Natal comenzó a ser una opción para las vacaciones de los chilenos. "Su cercanía con otras playas paradisíacas, como Pipa, ha potenciado esta zona por lo que se espera que la cantidad de turistas chilenos a este destino crezca un 20% respecto del verano anterior (2011), en donde se registró un aumento del 10%".

Alamos es testigo de cómo Natal ha ido evolucionando hasta convertirse en uno de los nuevos destinos turísticos de Brasil. En sus primeros viajes, se demoraba cerca de 12 horas para llegar vía aérea. Ahora le toma nueve horas con escala en Sao Paulo. "Hay líneas aéreas que ya tienen pasajes para Natal a bajo precio, en promoción", puntualiza Alamos.

Junto con esto, el espacio urbano ha ido evolucionando de antiguas construcciones portuguesas a modernos edificios y puentes. "Es una ciudad que progresa muy rápido. Basta con que no venga un par de años y cuando vuelvo encuentro unos tremendos edificios nuevos", explica Alamos

Sin embargo, la ciudad mantiene pequeños rincones restaurados. Subiendo por la Rua de Chile, que es una calle de muros continuos que tras grandes grafitis y portones alberga bodegas, se llega hasta el Centro de Turismo de Natal, una casona grande que en otros años fue la cárcel de la ciudad. Hoy, en lo que antes eran las celdas, hay más de 30 tiendas que ofrecen ropa de algodón, tejidos a crochet y souvenires.

Entre imanes para refrigerador, llaveros y pequeñas mulatas de cerámica, Telma Alvis atiende hace treinta años a los turistas que llegan hasta su negocio en busca de un recuerdo.

"¿Chilenos? Se ven poco", dice sin dudar, aunque luego especifica que es más común que se aparezcan por su local desde diciembre hasta pasado el carnaval, en febrero. "Son cerrados", dice nuevamente, sin demorarse mucho en contestar. "Llegan, miran, se dan un par de vueltas y luego se van" comenta.

Con el cierre del consulado de Chile en Natal, no se sabe la cantidad exacta de chilenos residentes en esta ciudad. Mucho menos se tiene información de la existencia de comunidades de chilenos en este lugar, ni cuántos llegan de vacaciones.

Dina Mansilla, sin embargo, es una de las 800 mil personas que viven en Natal. Primero llegó con su marido, también chileno, a vivir a Sao Paulo en 1977. Luego se separó, se volvió a casar con otro chileno y decidieron irse a vivir a Genipabú hace 12 años.

Hoy, tras enviudar de su primer marido y separarse del segundo, Dina Mansilla sigue viviendo en una de las playas más lindas y visitadas del sector, ubicada a 25 kilómetros de Natal. "Vivo sola acá y me encanta. Esto es un paraíso", comenta en su negocio de trajes de baño, en la calle principal del balneario.

En su negocio, frente a su máquina de coser, tiene cerca de 10 fotos pegadas en la muralla. Son del volcán Osorno. Ella es de Puerto Varas.

"Estar acá es fantástico. Todo el año se mantiene así, con temperaturas altas. Es un eterno verano", dice.

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